Artes marciales, un imán en tiempos de inseguridad

Artes marciales, un imán en tiempos de inseguridad

Las academias están viviendo su mejor momento: la cantidad de inscriptos aumenta. Según los profesores, la mayoría de los nuevos alumnos se acercan porque les interesa aprender a repeler un ataque. No obstante, los instructores aconsejan no enfrentar una situación de peligro. El autocontrol y el buen estado físico son las técnicas más eficaces que pueden incorporar

EN PLENA PRÁCTICA. Cada vez más personas concurren a las academias para aprender técnicas orientales de autocontrol y defensa. En esta clase de taekwondo, no hay distinción de género: mujeres y varones incorporan a sus vidas destrezas para poder desenvolverse con seguridad. LA GACETA / FOTO DE MARIA SILVIA GRANARA EN PLENA PRÁCTICA. Cada vez más personas concurren a las academias para aprender técnicas orientales de autocontrol y defensa. En esta clase de taekwondo, no hay distinción de género: mujeres y varones incorporan a sus vidas destrezas para poder desenvolverse con seguridad. LA GACETA / FOTO DE MARIA SILVIA GRANARA
21 Abril 2013
El profesor le lanza un par de trompadas a Marcela. Los golpes se estrellan contra sus manos. Luego, él intenta inmovilizarla, pero ella le responde con una certera patada (simulada) en la entrepierna. "Muy bien, has aprendido mucho", le dice el profesor de karate a la joven. Ella se siente satisfecha, segura. Hace casi un año fue asaltada mientras caminaba y su vida cambió para siempre. "Ya no quería salir a ninguna parte. Hasta que dije: 'tengo que hacer algo por mí'. Y estudiar artes marciales aparecía como la mejor opción. Ahora estoy mucho mejor, por suerte", cuenta la estudiante universitaria.
La escena se repite en la mayoría de las academias de artes marciales. De la mano de la creciente inseguridad, aumenta el interés de la gente por aprender a defenderse. Las inscripciones se disparan cuando se hacen públicos casos como el de Solana, la joven de 16 años que la semana pasada salvó a toda su familia de un violento asalto utilizando técnicas que había aprendido en sus clases de taekwondo. Dos ladrones habían entrado a su casa del barrio Los Pinos. La adolescente golpeó a uno de ellos con un puñetazo en la cara y una patada en el estómago. Así logró ahuyentarlos.
"Todas las artes marciales están revolucionadas por el tema de la inseguridad", resalta Carlos Centeno, instructor de taekwondo y experto en seguridad personal. Según los profesores, la gran mayoría de sus nuevos alumnos se acercan porque les interesa aprender a defenderse.
La inseguridad también llevó a los instructores a aggiornar sus métodos. "Ahora, desde las primeras clases piden que les indiquemos técnicas básicas de defensa personal", cuenta José David Rodríguez, profesor de Kung Fu.
Los nuevos alumnos quieren ir enseguida a lo concreto: cómo dar una patada o un golpe en el caso de que sean asaltados, cuenta Rodríguez. Varios de sus alumnos son policías de la Patrulla Urbana. "Para ellos también tuvimos que hacer cursos exprés: les tuvimos que enseñar en 15 días técnicas para reducir a un delincuente", detalla.

Consejos
La ansiedad de muchos de sus alumnos obligó a Centeno (7mo Dan) a charlar largo y tendido con ellos esta semana. "Está bien saber defenderse, pero hay que saber analizar bien las situaciones. Siempre les aconsejo a mis alumnos que no enfrenten a los ladrones. No es aconsejable actuar por reflejo, lo principal es mantener la calma porque nunca sabemos si esa persona que nos ataca está drogada o armada y terminamos sin poder contar la historia", explica.
"Lo primero que hay que hacerles entender a la gente interesada en saber defenderse es que no podemos hacer magia. No es que en dos meses van a aprender a incorporar todas las técnicas. En ese tiempo, si puede ocurrir que mejora tu autoestima y la seguridad en unos mismo", señala Ivan Troitiño, presidente de la Federación Tucumana de Karate.
El sensei Adolfo Anta (3er Dan), presidente de la Asociación Tucumana de Aikido, se define como alguien a quien no le gusta vender ningún buzón, y coincide con sus colegas de otras disciplinas. En su academia aparecen cada vez más interesados en saber defenderse. "La gente llega motivada por la inseguridad, pero también quiere mejorar su salud. Piensa: ya que voy a gastar quiero hacer algo que me sirva en caso de peligro", detalla. "Trato de ser claro: nadie que aprenda un arte marcial se va a convertir en alguien indestructible. A mis alumnos siempre les digo: 'si tienen a un metro alguien que los está apuntando con un arma de fuego, no tienen nada que hacer'. Creo que ante una situación de riesgo, lo mejor es usar el sentido común. Si no queda otra, está bien defenderse. Pero aclaro: la mejor pelea es la que se puede evitar", recalca Anta, que justamente enseña un arte marcial nétamente defensivo.
Otros motivos
El boom de las artes marciales no parece estar ligado únicamente a la necesidad de la gente de aprender a defenderse ante la eventualidad de un robo. En esta explosión también participan chicos hiperquinéticos cuyos padres pretenden que canalicen sus energías sobre el dojo, comenta Troitiño.
Además, de la mano del aumento del acoso escolar al dojo también llegan chicos que sufren agresiones y sus padres quieren que ellos sepan protegerse, resalta.
"Cuesta hacerles entender que aprender karate también va unido con la filosofía de la no violencia. Nosotros les enseñamos manejos de situación, autocontrol y, sobretodo, a no enfrentarse a un delincuente o otra persona que nos puede causar un daño  más grave", explica.
Algunas academias apelan directamente al tema de la inseguridad: Aprendé a defenderte. Y no tengas miedo nunca más. "Las artes marciales no hacen magia", insiste Centeno. A veces sólo ayudan a la gente a mantenerse serena, que es la mejor opción ante el peligro, dice. Hace unos días, una alumna suya pudo percibir que estaba a punto de ser asaltada por dos delincuentes armados, a muy pocos metros de su casa. Aunque ella es cinturón negro, pensó que nada podía hacer para defenderse. ¿Para qué le sirvió el taekwondo? Para correr tan velozmente hasta su casa y tocar el timbre. Su buen estado físico fue suficiente para ganarle la batalla a la inseguridad.

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