21 Abril 2013
Desde tiempos remotos viene cosechando piropos. "Es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio", dijo de ella el granadino Federico García Lorca (1898-1936). "Es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos", apuntó el hindú Rabindranath Tagore (1861-1941). "Es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano", afirmó la escritora española Carmen Conde (1907-1996). "Huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuguinos de televisión", acotó el cantautor Joaquín Sabina.
La idea llegó de México y se afincó en Tucumán el año pasado. Las paredes de los baldíos comenzaron a sorprender la sensibilidad de los peatones con frases tales como: "Yo me fui, pero mi amor insiste", "No estamos distantes, estamos distintos", "Resolvamos nuestras cuestiones a besos", "El perdón borra lo que el tiempo no pudo", "Te pienso, luego existo", "Escribo esta pared, es mi forma de tocarte"... Este movimiento de literatura mural impulsado en nuestra ciudad por Fernando Ríos busca darle voz a las paredes calladas. "El modo de actuar no es similar al del grafiti tradicional. Aquí realizan una convocatoria pública y piden ayuda en forma de botes de pintura y cesión voluntaria de paredes", se lee en la página de Acción Poética Tucumán.
El movimiento se unió con la asociación civil Crecer Juntos y la Dirección de Acción Cultural del Ente de Cultura para construir un "recorrido poético" de 14 cuadras que abarcan los barrios Juan Pablo II (El Sifón), San Roque, 128 Viviendas y Juan Bautista Alberdi (Trulalá).
La original iniciativa ha despertado el entusiasmo en las barriadas, en especial el de los jóvenes. En el Trulalá, los pensamientos poéticos de no más de ocho palabras han comenzado a desplazar de las paredes las pintadas proselitistas de los políticos. En nuestra edición de ayer, dedicamos un amplio espacio a esta experiencia social que se inició hace casi dos meses, con charlas entre los vecinos en la búsqueda de paredes disponibles para plasmar la poesía. La acción poética involucra a unos 1.000 participantes entre los que pintan, gestionan y también escriben, porque las palabras que ahora se leen en sus barrios son las que salen de su alma pero que muchas veces sus bocas callan. "Según cómo reaccionen los vecinos cuando los leemos, esos son los que elegimos", dijo Ríos, quien antes de comenzar la pintada oficia de maestro de ceremonias y lee las creaciones de los poetas del barrio. "Es muy loco eso de que antes venía a pelearme y ahora vengo a escribir poesía y ayudar a otros pibes. Me gusta mucho Acción Poética porque en tres o cuatro palabras arma frases pegadoras. Si escribís poesías muy largas nadie te lee, y esto le llega a la gente... El trabajo comunitario te mantiene ocupado y podés pensar en otras cosas", contó un ex adicto de 23 años.
En buena hora que esta iniciativa de sacar la poesía la calle para que la gente se adueñe de ella y la plasme en las paredes su barrio, se amplifique y contagie también a las demás artes. Esta experiencia está mostrando que la palabra poética es capaz de unir, de movilizar a la gente, de despertarle la necesidad dormida de expresarse desde su sensibilidad. Tal vez si el arte, en sus distintas manifestaciones, inundara los barrios, se contribuiría a mejorar la calidad de vida espiritual de la gente y si llegara a la clase dirigente seguramente una buena parte de ella recuperaría la vocación de servicio por encima de los intereses personales.
La idea llegó de México y se afincó en Tucumán el año pasado. Las paredes de los baldíos comenzaron a sorprender la sensibilidad de los peatones con frases tales como: "Yo me fui, pero mi amor insiste", "No estamos distantes, estamos distintos", "Resolvamos nuestras cuestiones a besos", "El perdón borra lo que el tiempo no pudo", "Te pienso, luego existo", "Escribo esta pared, es mi forma de tocarte"... Este movimiento de literatura mural impulsado en nuestra ciudad por Fernando Ríos busca darle voz a las paredes calladas. "El modo de actuar no es similar al del grafiti tradicional. Aquí realizan una convocatoria pública y piden ayuda en forma de botes de pintura y cesión voluntaria de paredes", se lee en la página de Acción Poética Tucumán.
El movimiento se unió con la asociación civil Crecer Juntos y la Dirección de Acción Cultural del Ente de Cultura para construir un "recorrido poético" de 14 cuadras que abarcan los barrios Juan Pablo II (El Sifón), San Roque, 128 Viviendas y Juan Bautista Alberdi (Trulalá).
La original iniciativa ha despertado el entusiasmo en las barriadas, en especial el de los jóvenes. En el Trulalá, los pensamientos poéticos de no más de ocho palabras han comenzado a desplazar de las paredes las pintadas proselitistas de los políticos. En nuestra edición de ayer, dedicamos un amplio espacio a esta experiencia social que se inició hace casi dos meses, con charlas entre los vecinos en la búsqueda de paredes disponibles para plasmar la poesía. La acción poética involucra a unos 1.000 participantes entre los que pintan, gestionan y también escriben, porque las palabras que ahora se leen en sus barrios son las que salen de su alma pero que muchas veces sus bocas callan. "Según cómo reaccionen los vecinos cuando los leemos, esos son los que elegimos", dijo Ríos, quien antes de comenzar la pintada oficia de maestro de ceremonias y lee las creaciones de los poetas del barrio. "Es muy loco eso de que antes venía a pelearme y ahora vengo a escribir poesía y ayudar a otros pibes. Me gusta mucho Acción Poética porque en tres o cuatro palabras arma frases pegadoras. Si escribís poesías muy largas nadie te lee, y esto le llega a la gente... El trabajo comunitario te mantiene ocupado y podés pensar en otras cosas", contó un ex adicto de 23 años.
En buena hora que esta iniciativa de sacar la poesía la calle para que la gente se adueñe de ella y la plasme en las paredes su barrio, se amplifique y contagie también a las demás artes. Esta experiencia está mostrando que la palabra poética es capaz de unir, de movilizar a la gente, de despertarle la necesidad dormida de expresarse desde su sensibilidad. Tal vez si el arte, en sus distintas manifestaciones, inundara los barrios, se contribuiría a mejorar la calidad de vida espiritual de la gente y si llegara a la clase dirigente seguramente una buena parte de ella recuperaría la vocación de servicio por encima de los intereses personales.
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