18 Abril 2013
DE VUELTA A LA VIDA NORMAL. Leopoldo, Rudy, Patricio, Mariano Odstrcil y Mariano Fernández hicieron una pausa en sus actividades para posar con los trofeos. "Fue una irresponsabilidad de la UAR no tener presencia en el torneo", coincidieron.
Por su historia y la calidad de sus jugadores, Tucumán es una Ferrari y tiene la obligación de correr como tal. De quienes la conduzcan dependerá que llegue a la meta o termine estrolada contra un poste de luz a mitad de camino. Este año, Mariano Fernández y Mariano Odstrcil tomaron el volante del bólido "naranjita" M17, mientras que Leopoldo de Chazal, Rudy Medina y Patricio Argüello pilotaron el M18. Entre los cinco, guiaron a Tucumán a la conquista total del Argentino Juvenil.
"Es una satisfacción muy grande, una sensación nueva que nos llena de orgullo. Trabajamos muy duro y sin dejar detalles librados al azar", resume Argüello, entrenador de juveniles de Lawn Tennis, la sensación general de un quinteto debutante al mando de un seleccionado. Al mismo tiempo, Petu destacó el trabajo los managers y el apoyo de la dirigencia.
"Por suerte, los chicos se portaron muy bien durante el tiempo que estuvimos en Santiago. Establecimos reglas de convivencia y se respetaron a muerte, así como los horarios", resalta Fernández. "Y mirá que hay que tener tantos chicos de 16 y 17 años encerrados en un hotel durante una semana", completa Odstrcil.
Como en todo viaje, siempre quedan algunas anécdotas, sobre todo si Leopoldo anda por ahí. "Cuando estábamos practicando para la final, veo llegar un colectivo. Éstos son los de Cuyo que nos vienen a espiar, pensé. Así que le dije al hooker que comenzara a tirar los lines para cualquier lado y que salieran mal las jugadas", relata De Chazal, quien al comprobar que se trataba en realidad de Rosario, rival de la M17, puso a estos sobre aviso.
"Mucho tuvo que ver el gran equipo que formamos con los colaboradores Bernabé Alzabé y Gerardo Blanche, así como con los médicos y los managers", enfatiza Fernández, acerca de la M17. Hasta acá, todo fenómeno...
Libro de Quejas
Pero no todo brilla siempre, y a veces ni el oro mismo. Pese a la alegría del triunfo, algunos recuerdos no serán tan dorados. "Me preguntaron en un programa de radio qué pensaba del formato del torneo y dije que era una basura", sostiene Leopoldo, con voz firme.
Rudy coincide plenamente: "además de ser un torneo muy corto, no te permitían alterar la lista de buena fe de 23 jugadores. A causa de eso, hubo algunos jugadores que en un determinado partido podrían haber rendido mejor que los que jugaron y ni siquiera pudieron ser suplentes".
La opinión compartida es que Santiago no estuvo a la altura como sede. "La cancha 2 de Old Lions, donde jugamos la semifinal contra Buenos Aires, era impresentable. En un momento cayó una pelota y se quedó clavada en la arena", cuenta Fernández.
"Apenas pudimos disfrutar cuando terminó la final, porque no hubo tercer tiempo. Fui a preguntar y me lo querían cobrar. Si eso llegara a pasar en un club de Tucumán, los rajan a todos. Pésima la organización, una falta de respeto a los equipos", califica Rudy.
"Teníamos dos horas de viaje, pero los de Cuyo tenían como ocho y no les dieron de comer cuando terminó la final. Es más, cuando fuimos a los vestuarios para que los chicos se bañaran, los encontramos cerrados y no los querían abrir. No quedó nadie. Poco más y nos pedían que apaguemos la luz cuando nos fuéramos", se sorprende Odstrcil.
Fernández retoma para concluir: "¿qué es lo peor de todo? Que los chicos no compartieron con sus rivales ni una sola vez en todo el torneo".
"Es una satisfacción muy grande, una sensación nueva que nos llena de orgullo. Trabajamos muy duro y sin dejar detalles librados al azar", resume Argüello, entrenador de juveniles de Lawn Tennis, la sensación general de un quinteto debutante al mando de un seleccionado. Al mismo tiempo, Petu destacó el trabajo los managers y el apoyo de la dirigencia.
"Por suerte, los chicos se portaron muy bien durante el tiempo que estuvimos en Santiago. Establecimos reglas de convivencia y se respetaron a muerte, así como los horarios", resalta Fernández. "Y mirá que hay que tener tantos chicos de 16 y 17 años encerrados en un hotel durante una semana", completa Odstrcil.
Como en todo viaje, siempre quedan algunas anécdotas, sobre todo si Leopoldo anda por ahí. "Cuando estábamos practicando para la final, veo llegar un colectivo. Éstos son los de Cuyo que nos vienen a espiar, pensé. Así que le dije al hooker que comenzara a tirar los lines para cualquier lado y que salieran mal las jugadas", relata De Chazal, quien al comprobar que se trataba en realidad de Rosario, rival de la M17, puso a estos sobre aviso.
"Mucho tuvo que ver el gran equipo que formamos con los colaboradores Bernabé Alzabé y Gerardo Blanche, así como con los médicos y los managers", enfatiza Fernández, acerca de la M17. Hasta acá, todo fenómeno...
Libro de Quejas
Pero no todo brilla siempre, y a veces ni el oro mismo. Pese a la alegría del triunfo, algunos recuerdos no serán tan dorados. "Me preguntaron en un programa de radio qué pensaba del formato del torneo y dije que era una basura", sostiene Leopoldo, con voz firme.
Rudy coincide plenamente: "además de ser un torneo muy corto, no te permitían alterar la lista de buena fe de 23 jugadores. A causa de eso, hubo algunos jugadores que en un determinado partido podrían haber rendido mejor que los que jugaron y ni siquiera pudieron ser suplentes".
La opinión compartida es que Santiago no estuvo a la altura como sede. "La cancha 2 de Old Lions, donde jugamos la semifinal contra Buenos Aires, era impresentable. En un momento cayó una pelota y se quedó clavada en la arena", cuenta Fernández.
"Apenas pudimos disfrutar cuando terminó la final, porque no hubo tercer tiempo. Fui a preguntar y me lo querían cobrar. Si eso llegara a pasar en un club de Tucumán, los rajan a todos. Pésima la organización, una falta de respeto a los equipos", califica Rudy.
"Teníamos dos horas de viaje, pero los de Cuyo tenían como ocho y no les dieron de comer cuando terminó la final. Es más, cuando fuimos a los vestuarios para que los chicos se bañaran, los encontramos cerrados y no los querían abrir. No quedó nadie. Poco más y nos pedían que apaguemos la luz cuando nos fuéramos", se sorprende Odstrcil.
Fernández retoma para concluir: "¿qué es lo peor de todo? Que los chicos no compartieron con sus rivales ni una sola vez en todo el torneo".