Por Jorge Figueroa
12 Abril 2013
Clorindo Testa nunca separó sus dos profesiones: cuando diseñaba o construía un edificio pensaba en la línea y en el color; y cuando pintaba o dibujaba, en la forma. Esto más allá de que se lo consideraba un informalista y/o abstracto en gran parte de su producción artística.
En la década del 70 integró el grupo CAyC, junto a Luis Benedit, Jorge Glusberg y Víctor Grippo, entre otros, también llamado Grupo de los Trece. El CAyC (1971-1994) significó la irrupción del conceptualismo en la Argentina, a tono con las tendencias internacionales. Pero Testa -como la mayoría de los otros integrantes-, también tenía su propia pintura, su propio dibujo, que lo llevaron a ganar importantes premios, como el primero en el concurso del Banco Central, en 2007.
En 1978 exhibió una obra paradigmática, "La peste en Ceppaloni" (la imagen de abajo). Es un conjunto de escenas sucesivas y discontinuas en las que relató el drama de la peste bubónica (la peste negra), que entre los siglos XVI y XVII asoló Ceppaloni (tierra de sus antepasados). En este trabajo utilizó fotocopias, dibujos y pasteles para representar los planos de la ciudad. Nada de lo nuevo le era extraño. En 1994, realizó la instalación "Un nuevo apuntalamiento para el mismo Museo Nacional de Bellas Artes", en el MNBA, con vigas, textos y cuadros, en la que se podía leer su visión sobre la institución.
A pesar de su edad, estaba atento a las innovaciones, tanto técnicas como materiales y conceptuales del arte. Era un artista de su tiempo; lo tenía claro. En una entrevista que le concedió a La Nación sostuvo con sabiduría: "lo fundamental es estar en el tiempo en que vivís". ¡Una gran lección! Y es lo que diferencia a un excelente dibujante o pintor de un artista. Clorindo Testa era un artista.
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