10 Abril 2013
Llegar a cumplir un siglo es siempre una proeza y mucho más sobrepasarlo; y mucho más cuando se trata de instituciones culturales. Pero no todos viven, por cierto, este acontecimiento del mismo modo. Hace cinco años, el Conservatorio Provincial de Música fue trasladado el edificio del ex aeropuerto, en avenida Brígido Terán al 300. En antiguo inmueble de calle San Martín 1.049 estaba a punto de colapsar porque presentaba daños estructurales. Ellos sucedió un año antes de que el establecimiento cumpliera su primer centenario.
Sin embargo, su actual ubicación dista de ser la mejor para la enseñanza de la música. En una extensa nota que publicamos ayer, la vicedirectora del Conservatorio dijo que deben afrontar tres problemas: la falta de un auditorio donde los estudiantes puedan realizar presentaciones, la mala acústica y el uso libre del estacionamiento que está frente del edificio. Explicó que las divisiones de varias aulas se han realizado con tabiques de durloc y el sonido de la práctica de un instrumento se filtra de un aula a otra. Señaló que hay tres proyectos en danza, pero que los trámites no son sencillos porque el edificio del ex aeropuerto es patrimonio arquitectónico provincial (ley 7.535), y la estructura no puede ser modificada sin la aprobación de la Comisión de Patrimonio. El segundo está referido a la construcción del auditorio y de las obras de acondicionamiento, y el tercero, al cierre del estacionamiento. Un inconveniente que no es menor, que afecta a alrededor de 800 alumnos, es la senectud de algunos instrumentos. "Los pianos son muy viejos y muchos no resisten el afinado. Supongamos que necesitemos trabajar con una presentación para piano y violín: no todos los pianos van a aguantar una afinación a 440", dijo.
El Conservatorio Provincial de Música se inauguró el 9 de marzo de 1909, en Muñecas y Mendoza (donde está tienda San Juan) durante el gobierno de José Frías Silva, con el nombre de Academia de Bellas Artes. Su primer director fue Luis Lorenzi, a quien sucedieron Carlos Olivares, Alex Conrad, Mario Cognato, Manuel Rajas, Mario Magliani y Jean Contantinescu, entre otros prestigiosos músicos. Luego, del local de Muñecas y Mendoza la Academia pasó a otro, en 25 de Mayo tercera cuadra, y luego al ex Teatro Belgrano, ubicado donde hoy se halla la Casa de la Cultura. En 1944 el nombre de Academia fue reemplazado por el de Conservatorio Provincial de Música y de Arte Escénico. Cuatro años después volvió a llamarse Academia y en 1957, nuevamente conservatorio.
Desde que la institución se mudó al ex aeropuerto hubo promesas varias. "El Ministerio de Educación nos dijo que al Centenario lo festejaríamos con el edificio arreglado, pero no tenemos novedades de que estén trabajando", afirmó en 2009, la coordinadora del nivel superior de la entidad.
El Conservatorio es, por cierto, una de las instituciones más queridas por la comunidad; sus 104 años, cumplidos hace un mes, dan fe de ello. Sería interesante no sólo que se solucionen sus problemas y se le dé la jerarquía que merece, sino que, por ejemplo, para el Bicentenario de la Declaración de la Independencia, se planteara la factibilidad y/o la construcción de una ciudad de las artes, como tiene Río Negro. No es posible que 800 alumnos no tengan pianos dignos y un auditorio; o que una entidad musical funcione en un ex aeropuerto, acosada por la polución sonora.
Sin embargo, su actual ubicación dista de ser la mejor para la enseñanza de la música. En una extensa nota que publicamos ayer, la vicedirectora del Conservatorio dijo que deben afrontar tres problemas: la falta de un auditorio donde los estudiantes puedan realizar presentaciones, la mala acústica y el uso libre del estacionamiento que está frente del edificio. Explicó que las divisiones de varias aulas se han realizado con tabiques de durloc y el sonido de la práctica de un instrumento se filtra de un aula a otra. Señaló que hay tres proyectos en danza, pero que los trámites no son sencillos porque el edificio del ex aeropuerto es patrimonio arquitectónico provincial (ley 7.535), y la estructura no puede ser modificada sin la aprobación de la Comisión de Patrimonio. El segundo está referido a la construcción del auditorio y de las obras de acondicionamiento, y el tercero, al cierre del estacionamiento. Un inconveniente que no es menor, que afecta a alrededor de 800 alumnos, es la senectud de algunos instrumentos. "Los pianos son muy viejos y muchos no resisten el afinado. Supongamos que necesitemos trabajar con una presentación para piano y violín: no todos los pianos van a aguantar una afinación a 440", dijo.
El Conservatorio Provincial de Música se inauguró el 9 de marzo de 1909, en Muñecas y Mendoza (donde está tienda San Juan) durante el gobierno de José Frías Silva, con el nombre de Academia de Bellas Artes. Su primer director fue Luis Lorenzi, a quien sucedieron Carlos Olivares, Alex Conrad, Mario Cognato, Manuel Rajas, Mario Magliani y Jean Contantinescu, entre otros prestigiosos músicos. Luego, del local de Muñecas y Mendoza la Academia pasó a otro, en 25 de Mayo tercera cuadra, y luego al ex Teatro Belgrano, ubicado donde hoy se halla la Casa de la Cultura. En 1944 el nombre de Academia fue reemplazado por el de Conservatorio Provincial de Música y de Arte Escénico. Cuatro años después volvió a llamarse Academia y en 1957, nuevamente conservatorio.
Desde que la institución se mudó al ex aeropuerto hubo promesas varias. "El Ministerio de Educación nos dijo que al Centenario lo festejaríamos con el edificio arreglado, pero no tenemos novedades de que estén trabajando", afirmó en 2009, la coordinadora del nivel superior de la entidad.
El Conservatorio es, por cierto, una de las instituciones más queridas por la comunidad; sus 104 años, cumplidos hace un mes, dan fe de ello. Sería interesante no sólo que se solucionen sus problemas y se le dé la jerarquía que merece, sino que, por ejemplo, para el Bicentenario de la Declaración de la Independencia, se planteara la factibilidad y/o la construcción de una ciudad de las artes, como tiene Río Negro. No es posible que 800 alumnos no tengan pianos dignos y un auditorio; o que una entidad musical funcione en un ex aeropuerto, acosada por la polución sonora.
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