10 Abril 2013
EN FORMACIÓN. Buques de EEUU y de Corea del Sur realizaron ejercicios conjuntos durante el mes pasado. REUTERS
WASHINGTON.- Nuevamente, un acontecimiento político encontró mal parado al presidente estadounidense, Barack Obama. Al igual que con la Primavera Árabe, la actual crisis con el enemigo permanente, Corea del Norte, no había sido anticipada.
Casi a diario aumentan las tensiones, pero Estados Unidos aún reacciona con una doble estrategia. Verbalmente, la primera potencia mundial no muestra una preocupación excesiva por las amenazas de Pyongyang, pero aunque todavía no haya soldados de Corea del Norte marchando, el Pentágono moviliza buques y aviones de guerra.
Lo que reina es la perplejidad. ¿Cuán peligrosa es realmente la situación? El lema en Washington es claro: mantener un perfil bajo, restar importancia al conflicto y no instigar con retórica innecesaria. Diariamente, los voceros de la Casa Blanca y del Departamento de Estado constatan que aún no ha habido movimientos de tropas en norcorea. No es más que "retórica de guerra", que no es respaldada por hechos, afirman los portavoces.
"Hay un esquema, y estamos familiarizados con este esquema", señala el vocero del Gobierno, Jay Carney, intentando restar peligro a los hechos. Pero no logra calmar realmente. Días atrás el nuevo secretario de Defensa, Chuck Hagel, dio a entender que la Casa Blanca se toma la amenaza "en serio" y no deja lugar a dudas de que, en caso de ser necesario, van a tomar las armas. "Que quede claro: Estados Unidos se defenderá y protegeremos a nuestros aliados de Corea del Sur", señaló.
Al mismo tiempo, el Departamento de Defensa envía cohetes equipados al Pacífico Sur; aviones de combate sobrevuelan la región, y en la isla de Guam se instaló un sistema de defensa antimisiles. Una señal clara de la seriedad con la que se toma el conflicto. "Una sola equivocación basta y yo no quiero ser el secretario de Defensa que esté en esa situación", sostuvo Hagel.
EEUU tiene 28.000 soldados destacados en Corea del Sur. El comandante de las fuerzas desplegadas, general James Thurman, calificó la situación de "volátil" y "peligrosa". Su mayor temor es "un error de cálculo", palabras clave cuando se trata la crisis norcoreana.
El punto crucial es que no hay prácticamente ningún contacto directo con Pyongyang ni con Kim Jong-un, un líder que parece bastante inexperto y que es un enigma y un factor de inseguridad. No se descarta que pueda jugar más fichas de las necesarias en este juego del poder.
Los críticos se quejan de que Obama no haya hecho hasta ahora esfuerzos reales para establecer contactos. "La política de Estados Unidos hacia Corea del Norte no está funcionando. Hasta ahora, los ladridos de Corea del Norte son más fuertes que la mordida", sentenció el experto en Corea, Mike Chinoy.
Otros analistas lo ven de otra manera. El nuevo "hombre fuerte" de Pyongyang es resistente a cualquier influencia externa, dijo Kongdan Oh, a menos que el consejo provenga de Pekín. A su vez, Scott Snyder, otro especialista en la región, alertó: "Corea del Norte se guía por en el factor sorpresa; me preocupa más cuando no hace ruido".
Casi a diario aumentan las tensiones, pero Estados Unidos aún reacciona con una doble estrategia. Verbalmente, la primera potencia mundial no muestra una preocupación excesiva por las amenazas de Pyongyang, pero aunque todavía no haya soldados de Corea del Norte marchando, el Pentágono moviliza buques y aviones de guerra.
Lo que reina es la perplejidad. ¿Cuán peligrosa es realmente la situación? El lema en Washington es claro: mantener un perfil bajo, restar importancia al conflicto y no instigar con retórica innecesaria. Diariamente, los voceros de la Casa Blanca y del Departamento de Estado constatan que aún no ha habido movimientos de tropas en norcorea. No es más que "retórica de guerra", que no es respaldada por hechos, afirman los portavoces.
"Hay un esquema, y estamos familiarizados con este esquema", señala el vocero del Gobierno, Jay Carney, intentando restar peligro a los hechos. Pero no logra calmar realmente. Días atrás el nuevo secretario de Defensa, Chuck Hagel, dio a entender que la Casa Blanca se toma la amenaza "en serio" y no deja lugar a dudas de que, en caso de ser necesario, van a tomar las armas. "Que quede claro: Estados Unidos se defenderá y protegeremos a nuestros aliados de Corea del Sur", señaló.
Al mismo tiempo, el Departamento de Defensa envía cohetes equipados al Pacífico Sur; aviones de combate sobrevuelan la región, y en la isla de Guam se instaló un sistema de defensa antimisiles. Una señal clara de la seriedad con la que se toma el conflicto. "Una sola equivocación basta y yo no quiero ser el secretario de Defensa que esté en esa situación", sostuvo Hagel.
EEUU tiene 28.000 soldados destacados en Corea del Sur. El comandante de las fuerzas desplegadas, general James Thurman, calificó la situación de "volátil" y "peligrosa". Su mayor temor es "un error de cálculo", palabras clave cuando se trata la crisis norcoreana.
El punto crucial es que no hay prácticamente ningún contacto directo con Pyongyang ni con Kim Jong-un, un líder que parece bastante inexperto y que es un enigma y un factor de inseguridad. No se descarta que pueda jugar más fichas de las necesarias en este juego del poder.
Los críticos se quejan de que Obama no haya hecho hasta ahora esfuerzos reales para establecer contactos. "La política de Estados Unidos hacia Corea del Norte no está funcionando. Hasta ahora, los ladridos de Corea del Norte son más fuertes que la mordida", sentenció el experto en Corea, Mike Chinoy.
Otros analistas lo ven de otra manera. El nuevo "hombre fuerte" de Pyongyang es resistente a cualquier influencia externa, dijo Kongdan Oh, a menos que el consejo provenga de Pekín. A su vez, Scott Snyder, otro especialista en la región, alertó: "Corea del Norte se guía por en el factor sorpresa; me preocupa más cuando no hace ruido".
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