Por Federico Diego van Mameren
05 Abril 2013
El partido más difícil de la gestión alperovichista se suspendió hasta después de las elecciones. La medida cautelar fue firmada por una Corte sui generis integrada por el experimentado camaristas Salvador Ruiz, por la joven camarista Marcela Ruiz y por el hijo del vocal Antonio Gandur, el camarista Sergio Gandur. El trío suspendió el juzgamiento a los jueces que no condenaron a nadie por la desaparición de "Marita" Verón.
El alivio los une a casi todos. Los jueces respiran tranquilos. José Alperovich, también. El gobernador es el segundo gran beneficiado. Podrá encarar el proceso eleccionario con tranquilidad. La Corte, que soportaba la fuerte presión del resto de tribunales también debe sentirse más liviana.
A juzgar por las reacciones luego de la sentencia, casi ninguno de los actores parece sorprendido. El planteo del juez Eduardo Romero Lascano, vía el letrado Julio Rougés, fue una alfombra roja a la que se subió el juez Alberto Piedrabuena, quien contó con los desprendidos espadachines Arnaldo Ahumada y Roberto Toledo. Mientras estos festejaban con un buen vino, en la Legislatura algunos dedos acusadores deben haber sentido que volvieron a quedar mal parados en este juego. Los legisladores sienten que los tiempos se los marca la Justicia y eso no les hace gracia. Seguramente se quejarán de este fallo.
El gran golpe lo recibió Susana Trimarco. Ella es la única que no puede respirar aliviada. Aunque está claro que su causa es una cuestión que ya trasciende las fronteras argentinas.
El alivio los une a casi todos. Los jueces respiran tranquilos. José Alperovich, también. El gobernador es el segundo gran beneficiado. Podrá encarar el proceso eleccionario con tranquilidad. La Corte, que soportaba la fuerte presión del resto de tribunales también debe sentirse más liviana.
A juzgar por las reacciones luego de la sentencia, casi ninguno de los actores parece sorprendido. El planteo del juez Eduardo Romero Lascano, vía el letrado Julio Rougés, fue una alfombra roja a la que se subió el juez Alberto Piedrabuena, quien contó con los desprendidos espadachines Arnaldo Ahumada y Roberto Toledo. Mientras estos festejaban con un buen vino, en la Legislatura algunos dedos acusadores deben haber sentido que volvieron a quedar mal parados en este juego. Los legisladores sienten que los tiempos se los marca la Justicia y eso no les hace gracia. Seguramente se quejarán de este fallo.
El gran golpe lo recibió Susana Trimarco. Ella es la única que no puede respirar aliviada. Aunque está claro que su causa es una cuestión que ya trasciende las fronteras argentinas.