04 Abril 2013
DYN
LA PLATA.- Parece una escena de película apocalíptica. Muebles amontonados en las esquinas, colchones destripados, autos apoyados sobre el techo, muñecas tiradas junto a portarretratos con fotos familiares, ventanas rotas y puertas arrastradas por la corriente.
Y, en el medio, las historias de muerte y de rescate. Suenan las alarmas de los autos y el repiqueteo de los helicópteros, pasan los camiones del Ejército y un gomón que empujan los bomberos lleva el cuerpo de una señora que murio ahogada, y los gritos con los que buscan a un viejito que se llama Hugo.
En el área de sólo tres manzanas, seis muertes, casi todas de gente mayor. A Kika Ahumada, de 85 años, sus nietos la fueron a buscar a su casa del 200 de la calle 29. "No la encontraron y se fueron, creyendo que estaba con algún vecino", contó un vecino. Ayer, la encontraron sin vida, debajo de un placard.
Nelly Giacomelli, de 84 años, murió pidiendo ayuda en su casa de la calle 37. Sus vecinos la escucharon, pero no pudieron acceder desde la planta alta de su casa. "La puerta estaba como sellada", explicó Norma, que -según relató al diario "Clarín"- llamó al número de emergencias 103 y le dio fuera de servicio. La anciana, que se movilizaba en andador, fue encontrada sin vida ayer a las 8 de la mañana.
A Jorge Barneche, de 55 años, la correntada lo arrastró más de cuatro cuadras. El hombre, un mecánico que tenía su taller en 37 al 1.800, intentaba salvar la camioneta de un cliente, en pleno vendaval.
Negro, el perro de Dorita Romero, se quedó esperando a su dueña. La mujer, de 77 años, no pudo subirse a uno de los muebles más altos, y murió ahogada.
Por la calle 38, los vecinos de Asunción se estremecen al recordar los gritos de la mujer pidiendo auxilio. “Pedía que la ayudaran, pero nadie podía salir por la fuerza del agua. Cuando fueron a buscarla, ella no se quiso ir y se quedó junto a su marido (Enrique Salinas), que ya había muerto”, relató una vecina.
La casa de Tati, una jubilada que vivía en 36 al 1728, permanece cerrada. Ella también vivía sola y no pudo escapar del avance incontenible de las aguas. “Me da una gran pena que la hayan encontrado ahogada. Era una vieja macanuda, una fenómena”, la recuerda su vecino Gabriel, con el que se paraba a conversar siempre en la vereda.
"Voy hasta ahí nomás a buscar a Sonia", dijo Juan, y se lo llevó la correntada. Ella, su vecina y amiga. Juan García tenía 57 años y Sonia era su amiga de la infancia, la vecina con la que solían tomar mate y charlar en el barrio. “Mi amigo murió para slavarme”, le dijo a "Clarín".
Lía Marconato, de 74 años, fue una de las personas que decidió entregarse ante lo inevitable. “Su ahijado la llamó y le dijo que saliera pero era una señora mayor, y había dos metros de agua, era imposible salir. Y ella le contestó ‘no puedo salir, no puedo’. Cuando bajó el agua y fuimos a ver cómo estaba se veía desde la ventana: estaba acostada en su cama abrazada de una Virgen”. Lía era jubilada del Ministerio de Economía provincial y era, como muchas de las víctimas, “una señora sola”. LA GACETA
Y, en el medio, las historias de muerte y de rescate. Suenan las alarmas de los autos y el repiqueteo de los helicópteros, pasan los camiones del Ejército y un gomón que empujan los bomberos lleva el cuerpo de una señora que murio ahogada, y los gritos con los que buscan a un viejito que se llama Hugo.
En el área de sólo tres manzanas, seis muertes, casi todas de gente mayor. A Kika Ahumada, de 85 años, sus nietos la fueron a buscar a su casa del 200 de la calle 29. "No la encontraron y se fueron, creyendo que estaba con algún vecino", contó un vecino. Ayer, la encontraron sin vida, debajo de un placard.
Nelly Giacomelli, de 84 años, murió pidiendo ayuda en su casa de la calle 37. Sus vecinos la escucharon, pero no pudieron acceder desde la planta alta de su casa. "La puerta estaba como sellada", explicó Norma, que -según relató al diario "Clarín"- llamó al número de emergencias 103 y le dio fuera de servicio. La anciana, que se movilizaba en andador, fue encontrada sin vida ayer a las 8 de la mañana.
A Jorge Barneche, de 55 años, la correntada lo arrastró más de cuatro cuadras. El hombre, un mecánico que tenía su taller en 37 al 1.800, intentaba salvar la camioneta de un cliente, en pleno vendaval.
Negro, el perro de Dorita Romero, se quedó esperando a su dueña. La mujer, de 77 años, no pudo subirse a uno de los muebles más altos, y murió ahogada.
Por la calle 38, los vecinos de Asunción se estremecen al recordar los gritos de la mujer pidiendo auxilio. “Pedía que la ayudaran, pero nadie podía salir por la fuerza del agua. Cuando fueron a buscarla, ella no se quiso ir y se quedó junto a su marido (Enrique Salinas), que ya había muerto”, relató una vecina.
La casa de Tati, una jubilada que vivía en 36 al 1728, permanece cerrada. Ella también vivía sola y no pudo escapar del avance incontenible de las aguas. “Me da una gran pena que la hayan encontrado ahogada. Era una vieja macanuda, una fenómena”, la recuerda su vecino Gabriel, con el que se paraba a conversar siempre en la vereda.
"Voy hasta ahí nomás a buscar a Sonia", dijo Juan, y se lo llevó la correntada. Ella, su vecina y amiga. Juan García tenía 57 años y Sonia era su amiga de la infancia, la vecina con la que solían tomar mate y charlar en el barrio. “Mi amigo murió para slavarme”, le dijo a "Clarín".
Lía Marconato, de 74 años, fue una de las personas que decidió entregarse ante lo inevitable. “Su ahijado la llamó y le dijo que saliera pero era una señora mayor, y había dos metros de agua, era imposible salir. Y ella le contestó ‘no puedo salir, no puedo’. Cuando bajó el agua y fuimos a ver cómo estaba se veía desde la ventana: estaba acostada en su cama abrazada de una Virgen”. Lía era jubilada del Ministerio de Economía provincial y era, como muchas de las víctimas, “una señora sola”. LA GACETA