01 Abril 2013
EN LA BANQUINA. Una policía custodia el camión que fue asaltado el sábado al costado de la 323, cuando las víctimas no conseguían que los auxilien. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARAOZ
La oscuridad fue una aliada para los hombres que asaltaron el camión que conducía José Manuel Almaraz, el sábado a la madrugada. Pero también fue enemiga de las víctimas, quienes no fueron auxiliadas por las personas que pasaban por allí, ante el temor de que pudiera tratarse de delincuentes.
Almaraz había salido a las 4 de su casa en Simoca rumbo a un frigorífico de Famaillá. Junto a él iba Cristian Sebastián Paz, cuando fue interceptado por una camioneta que lo obligó a estacionar en la banquina, en el cruce de las rutas 157 y 323.
"Pensamos que eran de la Brigada. Cuando nos dimos cuenta de que eran ladrones, quisimos poner en marcha el camión pero ya era tarde. Nos apuntaron, nos obligaron a bajar y nos pegaron", relató Paz, que tiene 26 años, aún conmocionado por la violencia con la que actuaron los asaltantes. "En todo momento pedían plata. Mi compañero les decía que se lleven el camión pero que no nos pegaran, pero ellos querían plata nomás", dijo Paz.
En la cámara
Las víctimas fueron obligadas a subirse a la cámara frigorífica, ubicada en la parte de atrás del camión. Almaraz se habría resistido, por lo que le dispararon en el estómago. Herido, lo subieron a la cámara. Estuvieron encerrados casi dos horas. El joven de 26 años, desesperado, logró romper una parte de la única puerta, sacó la mano y realizaba señas pidiendo auxilio. Casi nadie los veía, y los que lo hacían solamente realizaban juego de luces.
"Por la hora que era y en la oscuridad ¿qué van a pensar? Nos quieren robar o se hacen los pícaros", manifestó el acompañante, como justificando la falta de ayuda. Cuando el sol comenzó a aparecer, una camioneta disminuyó la velocidad, Paz logró explicarle lo que les había pasado, y el conductor se comprometió a buscar a la Policía. Más tarde, un camionero dio varias vueltas hasta que estacionó el rodado y bajó a auxiliarlos. Aflojó la traba, se fue corriendo al camión y se retiró. "Hice fuerza para abrir la puerta, y les rogaba a los autos que pasaban que me ayuden a llevar a mi compañero al hospital. Lo acosté en la banquina del otro lado de la ruta, y todos los vehículos pasaban de largo. A los cinco minutos llegó la Policía", comentó Paz.
El joven creyó que su compañero se moría. "Pensaba lo peor, tenía miedo. Ahora sé que se despertó y se preocupó por mí, por cómo estaba yo", agregó Paz. "No veo las horas de darle un abrazo", agregó.
Almaraz había salido a las 4 de su casa en Simoca rumbo a un frigorífico de Famaillá. Junto a él iba Cristian Sebastián Paz, cuando fue interceptado por una camioneta que lo obligó a estacionar en la banquina, en el cruce de las rutas 157 y 323.
"Pensamos que eran de la Brigada. Cuando nos dimos cuenta de que eran ladrones, quisimos poner en marcha el camión pero ya era tarde. Nos apuntaron, nos obligaron a bajar y nos pegaron", relató Paz, que tiene 26 años, aún conmocionado por la violencia con la que actuaron los asaltantes. "En todo momento pedían plata. Mi compañero les decía que se lleven el camión pero que no nos pegaran, pero ellos querían plata nomás", dijo Paz.
En la cámara
Las víctimas fueron obligadas a subirse a la cámara frigorífica, ubicada en la parte de atrás del camión. Almaraz se habría resistido, por lo que le dispararon en el estómago. Herido, lo subieron a la cámara. Estuvieron encerrados casi dos horas. El joven de 26 años, desesperado, logró romper una parte de la única puerta, sacó la mano y realizaba señas pidiendo auxilio. Casi nadie los veía, y los que lo hacían solamente realizaban juego de luces.
"Por la hora que era y en la oscuridad ¿qué van a pensar? Nos quieren robar o se hacen los pícaros", manifestó el acompañante, como justificando la falta de ayuda. Cuando el sol comenzó a aparecer, una camioneta disminuyó la velocidad, Paz logró explicarle lo que les había pasado, y el conductor se comprometió a buscar a la Policía. Más tarde, un camionero dio varias vueltas hasta que estacionó el rodado y bajó a auxiliarlos. Aflojó la traba, se fue corriendo al camión y se retiró. "Hice fuerza para abrir la puerta, y les rogaba a los autos que pasaban que me ayuden a llevar a mi compañero al hospital. Lo acosté en la banquina del otro lado de la ruta, y todos los vehículos pasaban de largo. A los cinco minutos llegó la Policía", comentó Paz.
El joven creyó que su compañero se moría. "Pensaba lo peor, tenía miedo. Ahora sé que se despertó y se preocupó por mí, por cómo estaba yo", agregó Paz. "No veo las horas de darle un abrazo", agregó.
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