29 Marzo 2013
"Lo primero que quiero decir es que fui al centro con mi hijo para
comprarle un par de botines y desayunar con él en Café 25. Cuando llegamos
al bar (en 25 de Mayo y Mendoza, a 100 metros de la Casa de Gobierno), ya
había un grupo de la Bancaria. Así que subimos a la planta alta. A los 10
minutos, ya había más gente (de ese gremio). Y comenzaron a pegar panfletos
injuriosos en los vidrios. Pasaron 40 minutos y mi hijo se puso mal, porque
tenía miedo de que entraran. En eso llegó la Policía. Y yo mandé al niño
con una persona completamente ajena a mi familia, que se nos acercó en el
bar y me ofreció sacar a mi hijo como si fuera suyo para que él pudiera
reunirse con su mamá, afuera. Estoy muy agradecido a esa persona por
semejante servicio. Mi hijo se fue llorando. Él médico que lo vio dice que
sufrió un ataque de nervios. Mi hijo tiene 10 años".
Armando Cortalezzi suena mal. Y "mal" es un eufemismo que mezcla las más diversas sensaciones que se desprenden del tono de su voz cuando habla con LA GACETA. Él manifiesta que está entero, y así se lo escucha por momentos. Pero también se lo oye triste. Y cansado. Y consternado. En definitiva, afectado por la infernal mañana de este Jueves Santo durante la cual el enfrentamiento que él mantiene con la Asociación Bancaria, y que la Asociación Bancaria mantiene con él, se apoderó violentamente del microcentro de San Miguel de Tucumán.
En la entrevista que él solicitó, se le manifiesta que en la puerta de Café 25 hubo una pelea a golpes de puño entre los manifestantes y gente que, según la Bancaria, eran custodios contratados por la Caja Popular. "Después me entero de que hubo una pelea en la puerta entre dos bandos, o algo así. Pero de eso no sé nada", esquiva. Y vuelve a lo que pasaba dentro del bar.
"La Policía me advierte que no salga porque me iban a pegar. Y en el momento en que me decían eso, los de la Bancaria comenzaron a arrojar huevos contra los vidrios de la planta alta. Casi toda la gente que estaba en el lugar comenzó a retirarse -describe-. Quedamos prácticamente solos con mi hijo. Y ellos me decían que me iban a matar. Todos escucharon eso, porque (a las amenazas de muerte) las gritaban por un megáfono".
Los dirigentes de la Bancaria que protestaban en la neurálgica esquina de la capital denunciaron incesantemente que un grupo de miembros del sindicato fue agredido por individuos vinculados con el Gobierno. Algunos afirmaron que eran policías de la Brigada de Investigaciones vestidos de civil; otros, que eran desconocidos que llegaron en un auto sin patente; una tercera versión consistía en que los agresores salieron de la sede del Poder Ejecutivo; y hasta hubo quienes aseguraron que, tras la denunciada golpiza, los agresores terminaron entrando en el palacio gubernamental. Cortalezzi dice que también ignora lo referido a ese hecho y, a la vez, niega que, de haber existido, él tenga cualquier vinculación.
"Del incidente ese sobre el cual dicen que salió gente de Casa de Gobierno, o que no salió... De ninguna manera haría eso -sentencia-. Nunca lo hubiera hecho. Y la prueba es que yo estaba comprando zapatillas con mi hijo en el mismo centro. Ellos no respetaron ni siquiera que yo estuviera con la criatura...".
Guarda silencio por un instante. Del otro lado de la línea telefónica se escucha un segundo teléfono celular que suena. Lo apaga. Y retoma la conversación. "Voy a denunciarlos penalmente. Porque yo estaba con mi niño. Nadie puede escrachar ni insultar a una persona que va con un niño de 10 años. Todo lo que pasó afuera lo ignoro. Yo estuve adentro con el niño durante tres horas. No puedo saber qué ocurrió en la calle, en la peatonal o en la Casa de Gobierno".
Ya no se interrumpe. "En la conferencia de prensa (que imprevisó cuando salió del local comercial), alguien me increpó y me dijo que en vez de hablar con los periodistas me fuera a hablar con ellos (en referencia a los manifestantes de la Bancaria). Y eso hice: fui a hablar con ellos. Pero no querían dialogar y por eso me agredieron. Me pegaron una patada y me escupieron. Esa es la realidad".
"Después de lo ocurrido hoy, ¿qué sigue? ¿Cómo imagina el miércoles, que es el primer día hábil de la semana que viene?", le pregunta LA GACETA. Lo piensa un instante. Y en la voz se le adivina un dejo de preocupación. "Trataré de no andar en lugares públicos, porque donde me vean harán esto. Los escraches son típicos de la represión y rondan el vandalismo. Poner preso en un bar y no dejar salir a una persona que está con su hijo... Como le dije, pondré una denuncia penal".
Y se recompone. "Buscan amedrentarme a mí como lo hicieron antes con todos. Porque lo hicieron con todos. Así que pondre a resguardo a mi familia, porque ellos no respetan a nadie: chico ni grande. Pero seguiré trabajando al servicio de la Caja Popular y por el bien de la institución. Y lo voy a hacer cueste lo que cueste".
En la calle, y a través de los megáfonos, durante la mañana también resonaron las denuncias de la Bancaria de que el Gobierno había pedido al Banco del Tucumán que cesantease empleadas. "El Gobierno no está en eso. El banco es una institución privada y la provincia no hace planteos sobre su personal. Son chismes de pasillo. Y, aún así, tengo entendido que no echaron a nadie", respondió.
"¿Se comunicó con José Alperovich?", es la consulta. "El gobernador me preguntó que había ocurrido y se lo conté. Me dijo que sigamos trabajando. Tres veces me llamó para preguntarme cómo estaba mi hijo. Y me dijo que me espera el miércoles en la institución (la Caja Popular) y que cuento con todo su apoyo. Me dijo que no afloje. Es que yo no agredí a nadie. No agredí al entrar al bar, ni al salir del bar, ni al tratar de dialogar. Todas las agresiones sucedidas fueron hacia mi persona. No insulté con nada ni insulté a nadie. Por el contrario, estoy abierto al diálogo para reunirme dónde ellos (los de la Bancaria) quieran, siempre que sea para mantener un diálogo que resulte fructífero para la institución. Y con periodistas presentes o sin periodistas: como a ellos se les ocurra. Porque esto que me hicieron a mí no es nuevo, pero hay que poner lo que hay que poner: alguien tiene que poner los puntos sobre las íes". LA GACETA
Armando Cortalezzi suena mal. Y "mal" es un eufemismo que mezcla las más diversas sensaciones que se desprenden del tono de su voz cuando habla con LA GACETA. Él manifiesta que está entero, y así se lo escucha por momentos. Pero también se lo oye triste. Y cansado. Y consternado. En definitiva, afectado por la infernal mañana de este Jueves Santo durante la cual el enfrentamiento que él mantiene con la Asociación Bancaria, y que la Asociación Bancaria mantiene con él, se apoderó violentamente del microcentro de San Miguel de Tucumán.
En la entrevista que él solicitó, se le manifiesta que en la puerta de Café 25 hubo una pelea a golpes de puño entre los manifestantes y gente que, según la Bancaria, eran custodios contratados por la Caja Popular. "Después me entero de que hubo una pelea en la puerta entre dos bandos, o algo así. Pero de eso no sé nada", esquiva. Y vuelve a lo que pasaba dentro del bar.
"La Policía me advierte que no salga porque me iban a pegar. Y en el momento en que me decían eso, los de la Bancaria comenzaron a arrojar huevos contra los vidrios de la planta alta. Casi toda la gente que estaba en el lugar comenzó a retirarse -describe-. Quedamos prácticamente solos con mi hijo. Y ellos me decían que me iban a matar. Todos escucharon eso, porque (a las amenazas de muerte) las gritaban por un megáfono".
Los dirigentes de la Bancaria que protestaban en la neurálgica esquina de la capital denunciaron incesantemente que un grupo de miembros del sindicato fue agredido por individuos vinculados con el Gobierno. Algunos afirmaron que eran policías de la Brigada de Investigaciones vestidos de civil; otros, que eran desconocidos que llegaron en un auto sin patente; una tercera versión consistía en que los agresores salieron de la sede del Poder Ejecutivo; y hasta hubo quienes aseguraron que, tras la denunciada golpiza, los agresores terminaron entrando en el palacio gubernamental. Cortalezzi dice que también ignora lo referido a ese hecho y, a la vez, niega que, de haber existido, él tenga cualquier vinculación.
"Del incidente ese sobre el cual dicen que salió gente de Casa de Gobierno, o que no salió... De ninguna manera haría eso -sentencia-. Nunca lo hubiera hecho. Y la prueba es que yo estaba comprando zapatillas con mi hijo en el mismo centro. Ellos no respetaron ni siquiera que yo estuviera con la criatura...".
Guarda silencio por un instante. Del otro lado de la línea telefónica se escucha un segundo teléfono celular que suena. Lo apaga. Y retoma la conversación. "Voy a denunciarlos penalmente. Porque yo estaba con mi niño. Nadie puede escrachar ni insultar a una persona que va con un niño de 10 años. Todo lo que pasó afuera lo ignoro. Yo estuve adentro con el niño durante tres horas. No puedo saber qué ocurrió en la calle, en la peatonal o en la Casa de Gobierno".
Ya no se interrumpe. "En la conferencia de prensa (que imprevisó cuando salió del local comercial), alguien me increpó y me dijo que en vez de hablar con los periodistas me fuera a hablar con ellos (en referencia a los manifestantes de la Bancaria). Y eso hice: fui a hablar con ellos. Pero no querían dialogar y por eso me agredieron. Me pegaron una patada y me escupieron. Esa es la realidad".
"Después de lo ocurrido hoy, ¿qué sigue? ¿Cómo imagina el miércoles, que es el primer día hábil de la semana que viene?", le pregunta LA GACETA. Lo piensa un instante. Y en la voz se le adivina un dejo de preocupación. "Trataré de no andar en lugares públicos, porque donde me vean harán esto. Los escraches son típicos de la represión y rondan el vandalismo. Poner preso en un bar y no dejar salir a una persona que está con su hijo... Como le dije, pondré una denuncia penal".
Y se recompone. "Buscan amedrentarme a mí como lo hicieron antes con todos. Porque lo hicieron con todos. Así que pondre a resguardo a mi familia, porque ellos no respetan a nadie: chico ni grande. Pero seguiré trabajando al servicio de la Caja Popular y por el bien de la institución. Y lo voy a hacer cueste lo que cueste".
En la calle, y a través de los megáfonos, durante la mañana también resonaron las denuncias de la Bancaria de que el Gobierno había pedido al Banco del Tucumán que cesantease empleadas. "El Gobierno no está en eso. El banco es una institución privada y la provincia no hace planteos sobre su personal. Son chismes de pasillo. Y, aún así, tengo entendido que no echaron a nadie", respondió.
"¿Se comunicó con José Alperovich?", es la consulta. "El gobernador me preguntó que había ocurrido y se lo conté. Me dijo que sigamos trabajando. Tres veces me llamó para preguntarme cómo estaba mi hijo. Y me dijo que me espera el miércoles en la institución (la Caja Popular) y que cuento con todo su apoyo. Me dijo que no afloje. Es que yo no agredí a nadie. No agredí al entrar al bar, ni al salir del bar, ni al tratar de dialogar. Todas las agresiones sucedidas fueron hacia mi persona. No insulté con nada ni insulté a nadie. Por el contrario, estoy abierto al diálogo para reunirme dónde ellos (los de la Bancaria) quieran, siempre que sea para mantener un diálogo que resulte fructífero para la institución. Y con periodistas presentes o sin periodistas: como a ellos se les ocurra. Porque esto que me hicieron a mí no es nuevo, pero hay que poner lo que hay que poner: alguien tiene que poner los puntos sobre las íes". LA GACETA