En las iglesias de los pobres sienten que cuando Francisco habla se dirige directamente a ellos

En las iglesias de los pobres sienten que cuando Francisco habla se dirige directamente a ellos

El Papa sorprende día tras día con gestos que demuestran humildad, sencillez y sentimientos transparentes. Pero si hay que elegir el más impactante de sus conceptos, es casi indudable que el primer premio se lo llevará el anhelo de lograr una Iglesia pobre para los pobres. Sus palabras han llegado hasta distintas instituciones eclesiásticas de Tucumán que trabajan con los que tienen poco, muy poco o directamente nada. E inevitablemente generaron torbellinos de esperanza.

CONTENTAS. Cristina, mamá del comedor, y las voluntarias Norma Trejo y Lucía del Carmen Orellana. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA CONTENTAS. Cristina, mamá del comedor, y las voluntarias Norma Trejo y Lucía del Carmen Orellana. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA
28 Marzo 2013

ALDERETES

"El Papa habla de nosotros para que nos tengan en cuenta"

"Este Papa dice que hay que ayudar a los pobres y eso está bien, porque hay muchos que necesitan y todavía no saben que Dios existe. Mi hijo se llama Jesús y se crió aquí, en el comedor. Ya tiene tres años y sabe rezar. Tengo dos hijas más grandes y todos venimos al comedor. Aquí hemos aprendido a rezar porque la verdad... yo tampoco sabía". La confesión, alegre, espontánea, de Cristina Sir hace sonreir a Lucía del Carmen Orellana, encargada del comedor de la capilla Nuestra Señora de Fátima (Los Gutiérrez, Alderetes).

Por este comedor pasan 60 chicos y madres con sus hijos, todos los días. Está ubicado sobre la ruta, al fondo de la capilla que pertenece a la parroquia de la Sagrada Familia. En la capilla no hay misas todos los días, sólo una vez a la semana, los domingos a las 18. Pero los laicos se encargan de mantener vivo el templo todos los días. Enseñan catequesis a los chicos para que tomen los sacramentos y preparan la misa de los domingos y las fiestas especiales, como la Semana Santa.

Cuentan que cada vez que escuchan al papa Francisco se les dibuja una amplia sonrisa. "Es que el Papa habla de nosotros, de los pobres, para que nos tengan en cuenta", cuenta feliz Cristina.

"La verdad es que este Papa rompe todos los esquemas, nos sorprende todos los días", manifiesta Gastón Guardia , catequista y animador de grupos juveniles. "Es fácil hablar, pero estar con los pobres, como lo ha demostrado Francisco, eso no lo hace cualquiera. Hacerse uno más, suma", sintetiza.

"A mí este Papa me gustó desde que lo vi por primera vez, por su humildad y su simpatía...", aporta Norma Trejo, también voluntaria del comedor.

"Lo que más me emociona de él es cómo anima a la gente. Nos habla de un Dios que es bueno, que nos ama y nos contiene. Su mensaje es muy motivador", agrega Gastón.

Cristina nunca se interesó por lo que decían los Papas, pero ahora está pendiente de Francisco porque cada vez que él habla ella se siente incluida.

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COMEDOR DON BOSCO

Ser pobre es poner todo a disposición del que tiene menos

Ser pobre no implica únicamente vivir con lo justo o con mucho menos que eso. También significa poner todo lo que uno es y posee para ayudar a los que no tienen nada. De esta manera, el padre José Cordera encara sus días al frente del comedor Don Bosco. Y esa es la manera en la que interpreta el anhelo de una Iglesia pobre y para los pobres con el que el papa Francisco enamoró al mundo.

A diario, unos 100 chicos invaden el edificio salesiano del barrio El Bosque en busca del desayuno, del almuerzo y de la merienda. La mayoría llega desde una zona de la ciudad que no está muy lejos del comedor y que durante años fue sinónimo de marginalidad, delincuencia, drogas y peligro: el barrio Juan XXIII ( "La Bombilla", pero el padre Cordera considera que llamarla de esa manera es una falta de respeto).

A pesar de que en las calles hoy hay más pavimento y que las zonas rojas de la pobreza han explotado también en otros sectores de la ciudad, los problemas que hicieron famoso a este barrio no desaparecieron. Por eso, el sacerdote considera que no sólo basta con alimentar a los chicos, sino que la clave es promocionar el valor del trabajo.

Durante la mañana les dictan talleres de apoyo escolar y de educación no formal, como los de murga, por ejemplo. Y por la tarde, unos 100 adultos que buscan terminar el secundario asisten a clases y a talleres de formación profesional.

"En los niños hay situaciones de desnutrición. Pero el problema alimentario no es el primer factor. Hoy es muy difícil que los chicos tomen conciencia de la importancia de estudiar, porque los padres no colaboran con esa tarea -se entristece Cordera-. La evangelización y la promoción humana son el mayor aporte que puede darles la Iglesia a los pobres".

El sacerdote tuvo la oportunidad de conocer al Papa cuando era arzobispo de Buenos Aires. Y aseguró que el mensaje positivo que da ahora como Pontífice es el mismo que transmitía como prelado, tanto en el trato cotidiano como en sus homilías.

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