Por Magena Valentié
27 Marzo 2013
No será una Semana Santa más, sino la primera de un papado que enamoró a simple vista a católicos y no católicos en todo el mundo. La primera que se vivirá como aire fresco en las mejillas. No será una Semana Santa más. No lo será porque los católicos ya se sienten en una Iglesia nueva -aunque las reformas todavía no pasen de los gestos-, una Iglesia fortalecida en imagen y en número. Sí, los católicos están volviendo a las iglesias. Los templos se están repoblando. El entusiasmo es contagioso y la Iglesia clerical debería aprovechar este envión como una oportunidad pastoral para recuperar las ovejas alejadas del rebaño.
No son pocos los que hablan ya de un "Wojtyla latinoamericano". Ocurre que el papa Francisco, en su afán de evangelizar "a todos y a todas" como diría nuestra Presidenta, también evangeliza la cultura. Incluso respetando los credos de cada quien y los "no-credos" de cada cual. Con sus gestos, sencillos pero profundos, Bergoglio -el que era y el que es- sigue evangelizando al mundo, fiel a su estilo abierto, ecuménico e interreligioso.
Francisco ha puesto al pobre en el centro de toda la actividad pastoral. Al pobre en sentido amplio, espiritual, no sólo material. El Papa retoma el discurso de los sacerdotes latinoamericanos pero con una impronta distinta, nada combativa, pero firme y a su manera. Los gestos siempre son más directos y hasta duelen más que las palabras.
Francisco habló de la pobreza espiritual causada por la ausencia de verdad. No deja de ser un mensaje pastoral, pero también es político. Quien pueda oír que oiga. Bergoglio les habla a los católicos y a la sociedad actual, sin distinción de credos. Nos pide que cuidemos el medio ambiente, que no haya guerras ni corrupción. Su discurso es universal.
Esta Semana Santa será distinta. Hay más colas para confesarse en las parroquias, y más católicos de tradición que dejan de ser tibios. Como lo resumió un joven como en broma, pero en serio: "Francisco ha logrado el primer milagro: ¡he vuelto a misa!"
No son pocos los que hablan ya de un "Wojtyla latinoamericano". Ocurre que el papa Francisco, en su afán de evangelizar "a todos y a todas" como diría nuestra Presidenta, también evangeliza la cultura. Incluso respetando los credos de cada quien y los "no-credos" de cada cual. Con sus gestos, sencillos pero profundos, Bergoglio -el que era y el que es- sigue evangelizando al mundo, fiel a su estilo abierto, ecuménico e interreligioso.
Francisco ha puesto al pobre en el centro de toda la actividad pastoral. Al pobre en sentido amplio, espiritual, no sólo material. El Papa retoma el discurso de los sacerdotes latinoamericanos pero con una impronta distinta, nada combativa, pero firme y a su manera. Los gestos siempre son más directos y hasta duelen más que las palabras.
Francisco habló de la pobreza espiritual causada por la ausencia de verdad. No deja de ser un mensaje pastoral, pero también es político. Quien pueda oír que oiga. Bergoglio les habla a los católicos y a la sociedad actual, sin distinción de credos. Nos pide que cuidemos el medio ambiente, que no haya guerras ni corrupción. Su discurso es universal.
Esta Semana Santa será distinta. Hay más colas para confesarse en las parroquias, y más católicos de tradición que dejan de ser tibios. Como lo resumió un joven como en broma, pero en serio: "Francisco ha logrado el primer milagro: ¡he vuelto a misa!"
Temas
Semana Santa
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular