Los jueces de la Sala III de la Cámara Penal condenaron esta tarde a Bruno Guerrero a 25 años de prisión por la muerte de su hijasta Micaela, de cuatro años, en febrero de 2011. Los jueces Carlos Caramuti, Analía Castillo de Ayusa y Dante Ibáñez hallaron culpable por homicidio simple al acusado.
"No tuve la intención (de matar a Micaela). Le pido una oportunidad a este tribunal", dijo Guerrero durante sus últimas palabras, antes de la deliberación de los magistrados.
La fiscala de Cámara Juana Pietro de Sólimo había pedido esta mañana prisión perpetua en su alegato contra de Guerrero. "En el cuerpo de la niña quedaron las marcas de los brutales ataque que sufría de parte de su padrastro", sostuvo. Y agregó: "el puño de Guerrero es un arma letal en una niña de cuatro años. Él sabía que la podía matar con un golpe de esa magnitud".
Finalmente, se decidió que las denuncias por amenazas coactivas y tentativa de abuso sexual sean investigadas por la fiscalía de turno, dado que son hechos independientes a los que se juzgaron en este caso.
El 2 de febrero de 2011 al mediodía, Guerrero se encontraba en su casa de Lamadrid al 3.500 con su hijastra Micaela y su bebé de apenas cinco meses. La madre de los chicos, Lucila, estaba trabajando. El hombre había contado que cuando llegaba a su casa, dos ladrones se acercaron para robarle, y que Micaela había intentado defenderlo. Uno de los asaltantes le pegó en la frente a la pequeña con la culata de un arma. Sin embargo, la fiscala Adriana Giannoni nunca le creyó esa versión.
Cuando se produjo la audiencia del martes 19 de marzo, el acusado pidió a los jueces de la Sala III de la Cámara Penal, integrada por Caramuti, Castillo de Ayusa y Ibáñez, dar una nueva versión a la que había sostenido apenas lo detuvieron.
El padrastro de la niña argumentó que había mentido anteriormente porque tenía miedo de volver a la cárcel. Ya había estado en prisión hasta septiembre de 2010, acusado de un abuso sexual. LA GACETA