Por Juan Pablo Durán
21 Marzo 2013
La candidatura testimonial a diputado nacional del gobernador José Alperovich dejó de ser un rumor. Los comentarios de pasillos, los runrunes y lo que hasta hace unos días era un secreto a voces en las sobremesas del poder se transformó en un hecho concreto y palpable: Habemus candidatum. Esta fue la expresión que al unísono pronunciaron, a tono con la fiebre papal, los legisladores, concejales, intendentes y comisionados rurales de la provincia, quienes comienzan a ver un horizonte sin nubarrones. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la postulación del mandatario lleva implícita la remanida pero certera ecuación política que viene haciendo el oficialismo desde el año pasado: no habrá 2015 sin 2013. Esto significa que si el alperovichismo alcanza una buena performance electoral en octubre y logra sentar en la Cámara Baja a por lo menos tres diputados, la puerta hacia una reforma de la Constitución provincial comenzará a entreabrirse sin hacer ruido. Habemus plebiscitum, dirán los legisladores, envalentonados por modificar la Carta Magna e incorporar -posiblemente- la reelección indefinida para todos los cargos. Si esto ocurre, estarán en condiciones de decir: Habemus reformationem de la Carta Magna provincial y seguidamente: Habemus Iosephum Giorgium aeternum (Tenemos José Jorge para siempre). Oremos.
Este escenario obligará al senador radical José Cano -principal figura opositora al alperovichismo- a encabezar la lista a diputado nacional en el armado de la nómina, la que -seguramente- será completada con los dirigentes que integran la Mesa de Diálogo Político y Social. Desde ese espacio saben que si quieren convertirse en una verdadera opción de gobierno en 2015 deberán transmitirle al electorado la mística y la idea de que Iosephum Giorgium no es invencible. Pero deberán demostrarlo con hechos y no con palabras. Res non verba, pedirán en latín y los gritos los antialperovichistas. Esperarán que en los comicios de octubre ocurra una Epifanía: que la lista eventualmente encabezada por Cano logre superar la barrera de los 200.000 votos y, de esta manera, poder sentar a dos diputados en el Congreso, con él incluido. Porque si el senador es candidato a diputado no le quedará otra opción que asumir la banca y evitar, de esta manera, el vendaval de críticas que representaría una candidatura testimonial. Desde el PRO y de la propia UCR ya se expresaron en contra de que Alperovich se postule a un cargo que él mismo sabe que no ocupará. Al oponerse, el macrista Alberto Colombres Garmendia y el radical Ariel García le están enviando un mensaje indirecto a Cano: "no se te ocurra imitar al mandamás de la provincia".
Bergoglio es malo, Francisco es bueno
La designación de Jorge Bergoglio como Papa dejó en capilla al kirchnerismo nacional y local que históricamente cuestionaron al cardenal primado de la Argentina. Bergoglio, a quién Néstor Kirchner llegó a tildarlo como el líder de la oposición, se convirtió repentinamente en palabra santa para el cristinismo ortodoxo. Cambio de timón y de discurso. Una suerte de transubstanciación del relato inundó al oficialismo. Generó tanta confusión entre las filas K el vaivén discursivo de Cristina Fernández que si le nombrás a Bergoglio a un camporista, este te responde con un insulto, pero le preguntás por Francisco, bate palmas y te sonríe. Rápido de reflejos, algunos alperovichistas ya pensaron en designar con el nombre del Papa algunas calles de la capital. Es el caso del concejal Ernesto Nagle, quien ayer mismo presentó un proyecto para denominar con el nombre de Francisco una calle de San Cayetano. A la hora del merchandising político todos quisieran tener el anillo del pescador. El anillo pescador de votos, por supuesto.
Este escenario obligará al senador radical José Cano -principal figura opositora al alperovichismo- a encabezar la lista a diputado nacional en el armado de la nómina, la que -seguramente- será completada con los dirigentes que integran la Mesa de Diálogo Político y Social. Desde ese espacio saben que si quieren convertirse en una verdadera opción de gobierno en 2015 deberán transmitirle al electorado la mística y la idea de que Iosephum Giorgium no es invencible. Pero deberán demostrarlo con hechos y no con palabras. Res non verba, pedirán en latín y los gritos los antialperovichistas. Esperarán que en los comicios de octubre ocurra una Epifanía: que la lista eventualmente encabezada por Cano logre superar la barrera de los 200.000 votos y, de esta manera, poder sentar a dos diputados en el Congreso, con él incluido. Porque si el senador es candidato a diputado no le quedará otra opción que asumir la banca y evitar, de esta manera, el vendaval de críticas que representaría una candidatura testimonial. Desde el PRO y de la propia UCR ya se expresaron en contra de que Alperovich se postule a un cargo que él mismo sabe que no ocupará. Al oponerse, el macrista Alberto Colombres Garmendia y el radical Ariel García le están enviando un mensaje indirecto a Cano: "no se te ocurra imitar al mandamás de la provincia".
Bergoglio es malo, Francisco es bueno
La designación de Jorge Bergoglio como Papa dejó en capilla al kirchnerismo nacional y local que históricamente cuestionaron al cardenal primado de la Argentina. Bergoglio, a quién Néstor Kirchner llegó a tildarlo como el líder de la oposición, se convirtió repentinamente en palabra santa para el cristinismo ortodoxo. Cambio de timón y de discurso. Una suerte de transubstanciación del relato inundó al oficialismo. Generó tanta confusión entre las filas K el vaivén discursivo de Cristina Fernández que si le nombrás a Bergoglio a un camporista, este te responde con un insulto, pero le preguntás por Francisco, bate palmas y te sonríe. Rápido de reflejos, algunos alperovichistas ya pensaron en designar con el nombre del Papa algunas calles de la capital. Es el caso del concejal Ernesto Nagle, quien ayer mismo presentó un proyecto para denominar con el nombre de Francisco una calle de San Cayetano. A la hora del merchandising político todos quisieran tener el anillo del pescador. El anillo pescador de votos, por supuesto.
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