Por José Nazaro
19 Marzo 2013
MULTITUD. Funcionarios, clérigos y fieles fueron distribuidos en toda la plaza de San Pedro. REUTERS
CIUDAD DEL VATICANO.- La jornada de quienes asistieron a la misa de asunción del Papa Francisco arrancó cuando todavía era de noche. Los accesos a la plaza de San Pedro se habilitaron alrededor de las 6.30. Por esa razón, no quedó otra que madrugar.
En la capital italiana, el Metro empieza a funcionar a las 5.30. Los primeros trenes de la línea A (una de las dos que recorre la ciudad) se llenaron rápidamente. Una de las ventajas de viajar hasta El Vaticano en subte hoy fue que no hubo que pagar. Para facilitar la llegada de los fieles a la misa, se liberó la entrada a las estaciones entre las 5.30 y las 14.
Los que más temprano arribaron a los alrededores de la Santa Sede se encontraron con que los accesos estaban cerrados. Recién cerca de las 6.30 empezaron a permitir el paso, pero de pequeños grupos separados por intervalos de varios minutos.
Inevitablemente, esta situación generó empujones entre los que querían pasar y corridas entre aquellos que ya lo habían logrado y que buscaban una buena ubicación. A tal punto, que por momentos dio la impresión de que se trataban de fanáticos de una banda de rock que ingresaban al estadio donde iba a ser el concierto.
Para acceder a la plaza de San Pedro fue necesario someterse a controles: mochilas y camperas fueron revisadas mediante scanners y las personas, con detectores de metales.
Una vez adentro de la enorme explanada, fue clave elegir la ubicación rápidamente, porque a medida que los distintos sectores se fueron colmando, los cerraron. Los que más temprano llegaron pudieron ubicarse alrededor del obelisco que está en el centro, justo por detrás de los lugares asignados a las comitivas oficiales y a los invitados.
Los que arribaron más tarde debieron conformarse con los laterales de la plaza (en el mejor de los casos) o con las veredas de la vía de la Conciliazione (en el peor), una ancha avenida que nace en El Vaticano y que se extiende por varias cuadras. A ellos no les quedó otra que seguir la misa por pantallas gigantes. LA GACETA
En la capital italiana, el Metro empieza a funcionar a las 5.30. Los primeros trenes de la línea A (una de las dos que recorre la ciudad) se llenaron rápidamente. Una de las ventajas de viajar hasta El Vaticano en subte hoy fue que no hubo que pagar. Para facilitar la llegada de los fieles a la misa, se liberó la entrada a las estaciones entre las 5.30 y las 14.
Los que más temprano arribaron a los alrededores de la Santa Sede se encontraron con que los accesos estaban cerrados. Recién cerca de las 6.30 empezaron a permitir el paso, pero de pequeños grupos separados por intervalos de varios minutos.
Inevitablemente, esta situación generó empujones entre los que querían pasar y corridas entre aquellos que ya lo habían logrado y que buscaban una buena ubicación. A tal punto, que por momentos dio la impresión de que se trataban de fanáticos de una banda de rock que ingresaban al estadio donde iba a ser el concierto.
Para acceder a la plaza de San Pedro fue necesario someterse a controles: mochilas y camperas fueron revisadas mediante scanners y las personas, con detectores de metales.
Una vez adentro de la enorme explanada, fue clave elegir la ubicación rápidamente, porque a medida que los distintos sectores se fueron colmando, los cerraron. Los que más temprano llegaron pudieron ubicarse alrededor del obelisco que está en el centro, justo por detrás de los lugares asignados a las comitivas oficiales y a los invitados.
Los que arribaron más tarde debieron conformarse con los laterales de la plaza (en el mejor de los casos) o con las veredas de la vía de la Conciliazione (en el peor), una ancha avenida que nace en El Vaticano y que se extiende por varias cuadras. A ellos no les quedó otra que seguir la misa por pantallas gigantes. LA GACETA