CIUDAD DEL VATICANO.- La plaza de San Pedro explotaba, miles de individuos de diversas nacionalidades la colmaban y otros tantos se habían tenido que quedar afuera. Encontrar a un tucumano parecía una exageradísima casualidad o un milagro. Pero ocurrió. Ariadna Cabello y su hermana Ivanna llegaron a la zona del Vaticano y observaron la multitud que pugnaba por entrar a la explanada. Pero no se desalentaron: de a poco fueron avanzando y lograron escabullirse.
"¿Han pensado en la paciencia que tiene Dios con todos nosotros? Nos comprende, no se cansa de perdonarnos (...) Sentir misericordia cambia el mundo; un poco de misericordia hace del mundo un lugar menos frío y más justo", repetía Ariadna en voz baja y con una velocidad y claridad envidiable.
Es que no sólo logró ubicarse a una distancia decente de la ventana por la que apareció Francisco, sino que se convirtió en traductora del Papa. Obviamente, el Sumo Pontífice nunca se enteró. Pero en medio de la multitud que colmó hace unas horas la plaza de San Pedro, ella le dio una mano al prelado argentino: ayudó a que su mensaje fuera comprendido por compatriotas que no hablaban italiano. "No se olviden nunca de esas palabras: Dios no se cansa de perdonar; el problema es que nosotros nos cansamos de pedir perdón", decía el Pontífice en italiano y repetía Ariadna en español.
Esta abogada tucumana de 27 años vive en Italia desde hace seis meses. Se vino a estudiar el idioma; su hermana Ivanna, de 23 años, llegó hace menos tiempo: la vino a visitar. Y todavía no pueden creer la suerte que tuvieron: el miércoles, llegaron a la plaza de San Pedro 10 minutos antes de que saliera el humo blanco por el techo de la Capilla Sixtina. Y hoy lograron volver a ver al Papa durante el Ángelus. "Ser argentino hoy en Roma genera mucho orgullo. Y para nosotras, como hermanas, es una alegría poder haber vivido esta experiencia juntas", aseguró Ariadna. LA GACETA