17 Marzo 2013
¿Religión o brujería? El partido que jugaron ayer en Santa Fe Colón y San Lorenzo puso al fútbol bajo un dilema histórico. El ambiente del fútbol suele ser, en algunos aspectos, religioso. Pero también es pragmático como pocos. El fútbol quiere goles y triunfos. Los símbolos, entonces, valen siempre y cuando se gane. Por eso, la religión en el fútbol, si la hubiese, cae muchas veces derrotada ante un arsenal de cábalas. Y la cancha, en muchas ocasiones, suele convertirse también en fiesta pagana.
San Lorenzo tuvo más marketing que nunca en toda su historia esta última semana, a partir de la designación como Papa de Jorge Mario Bergoglio. Medios de China, Polonia y República Checa, pedidos de camisetas, permisos para filmar a la hinchada, entrevistas a los juveniles Jonathan Pacheco y Angel Correa, que hace dos años recibieron la confirmación en su fe católica nada menos que de manos de Bergoglio, hoy Papa Francisco. "Una locura, algo indescriptible", describió lo que sucedió en estos días Marcela Nicolau, jefa de prensa de San Lorenzo.
La historia se agranda además porque el hoy Papa Francisco no resultó ser hincha de Boca o de River, sino de San Lorenzo, del club "santo", con la leyenda fundadora del padre salesiano Lorenzo Massa, algo simplificada en estos últimos días para no ir a contramano del relato más conveniente.
Se sabe que Bergoglio inició su pasión azulgrana entusiasmado con un formidable equipo de 1946 que atacaba con Armando Farro-René Pontoni-Rinaldo Martino y que anotó 90 goles en 30 partidos, de los cuales el actual Papa, según contó alguna vez, no se perdió ninguno, llevado a la cancha por su padre, ferroviario y ex basquetbolista del club, porque él tenía apenas 10 años de edad.
Ese equipo, uno de los campeones más notables que tuvo la historia del fútbol argentino, cumplió a fines de 1946 una gira formidable por Europa, en la que goleó 6-1 primero y 7-5 después a la selección de España, ante los ojos del dictador Francisco Franco. Misa, toros y fútbol fueron aliados del franquismo durante décadas.
Eso sí, los estadios de fútbol parecieron ganar cada vez más espacio. Las nuevas catedrales. El fútbol se convirtió para muchos en una religión laica, con su mundo de ritos, símbolos y fe.
Con tal de ganar, como sea, el fútbol apeló también a su mundo cabulero, lleno de amuletos y brujos. Y de códigos propios. Bien los conoce otro sacerdote argentino no tan famoso como Bergoglio, pero sí más futbolero: Juan Gabriel Arias, actual vocal en la nueva conducción de Racing Club, y que habló más de una vez de fútbol cuando el Papa Francisco era autoridad eclesial en Buenos Aires.
La "academia" atravesaba hace unos años una mala racha. Algunos de sus hombres, desesperados porque las derrotas seguían, fueron a ver una bruja.
El "trabajo" dio "resultado". Las derrotas se trasformaron en victorias. Cotizada, la bruja exigió más dinero. Algunos hinchas fueron a ver al padre Arias, que solía acompañarlos a la tribuna. "¿A mí me pedís?", se enojó el padre.
Sus compañeros se burlaron diciéndole que lo sacarían de la parroquia en la que trabajaba para poner a la bruja. "Les está sacando la guita", les respondía el padre Arias. Pocos saben que justamente en Racing, un técnico muy venerado rompió hace años una imagen de Don Bosco en un ataque de ira tras una derrota.
Y otro rompió una tarima en la que, según se enteró un día, se iba a montar una imagen de Cristo. El equipo venía bien y el DT, cabulero como pocos, no quería que absolutamente nada modificara el ambiente.
Colón, rival ayer de San Lorenzo, había perdido el año pasado demasiados partidos de local. Apenas había logrado 9 victorias en 31 cotejos. Alguien apuntó contra la imagen de 2,55 metros de la Virgen Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de Santa Fe, que, en rigor, estaba desde 2001 en el estadio "Brigadier López".
Peor aún, trascendió que un curandero de Monte Grande la había destruido, como parte de su "trabajo". El hombre, Biblia en mano, lo negó. En rigor, los estatutos de Colón prohiben imágenes religiosas dentro de la cancha, pero la Virgen había sido entronizada en 2001 por el entonces arzobispo de Santa Fe, Gabriel Storni. Desde que apareció la imagen, Colón llevaba un 52,76 por ciento de eficacia en su cancha. Pero un grupo de jugadores, se supo luego, vio a un curandero e interpretó que la mala racha se debía a la Virgen. Por eso sacaron subrepticiamente su imagen. Fue un escándalo.
La Virgen, en realidad, no debía funcionar como amuleto. Tampoco la receta del curandero. Pero el mundo del fútbol está lleno de historias como estas. Y algunas mucho peores aún.
El homenaje al "Papa Cuervo" de San Lorenzo ayer justamente en la ciudad de Santa Fe se entiende. Pero, por las dudas, no conviene abusar. Los "santos" de Boedo todavía temen al descenso. Aunque no tanto como los "diablos rojos" de Avellaneda.
El equipo del "Tolo" Gallego sufre peligro mucho más cierto de caer a la B Nacional. Al infierno tan temido. Si se salvan, algunos hinchas prometen caminar hasta la Basílica de Luján. Un clásico en las promesas de varios futbolistas y fieles que nada tienen que ver con el deporte.
Las imágenes de TV condenaron más de una vez a "Coco" Basile y a "Mostaza" Merlo como reyes de las cábalas. Pero el que tenía un arsenal era Carlos Bilardo. Lo sacó a relucir en el victorioso Mundial de México 86 y, sabemos, mal no le fue, lo que no hizo más que acentuar las obsesiones.
"Tengo costumbres, no cábalas, porque después uno va a la iglesia…", se defendía Bilardo. No necesitaba hacerlo. Todos siempre supimos que el título no llegó ni por la Virgen de Luján que llevaba a todos lados el masajista Galíndez y tampoco por sus otras decenas de cábalas. El título se ganó gracias a Diego Armando Maradona. Y Diego, se sabe, tiene sus propios fieles. Fundaron la Iglesia Maradoniana. Y Diego pasó a ser "D10S".
San Lorenzo tuvo más marketing que nunca en toda su historia esta última semana, a partir de la designación como Papa de Jorge Mario Bergoglio. Medios de China, Polonia y República Checa, pedidos de camisetas, permisos para filmar a la hinchada, entrevistas a los juveniles Jonathan Pacheco y Angel Correa, que hace dos años recibieron la confirmación en su fe católica nada menos que de manos de Bergoglio, hoy Papa Francisco. "Una locura, algo indescriptible", describió lo que sucedió en estos días Marcela Nicolau, jefa de prensa de San Lorenzo.
La historia se agranda además porque el hoy Papa Francisco no resultó ser hincha de Boca o de River, sino de San Lorenzo, del club "santo", con la leyenda fundadora del padre salesiano Lorenzo Massa, algo simplificada en estos últimos días para no ir a contramano del relato más conveniente.
Se sabe que Bergoglio inició su pasión azulgrana entusiasmado con un formidable equipo de 1946 que atacaba con Armando Farro-René Pontoni-Rinaldo Martino y que anotó 90 goles en 30 partidos, de los cuales el actual Papa, según contó alguna vez, no se perdió ninguno, llevado a la cancha por su padre, ferroviario y ex basquetbolista del club, porque él tenía apenas 10 años de edad.
Ese equipo, uno de los campeones más notables que tuvo la historia del fútbol argentino, cumplió a fines de 1946 una gira formidable por Europa, en la que goleó 6-1 primero y 7-5 después a la selección de España, ante los ojos del dictador Francisco Franco. Misa, toros y fútbol fueron aliados del franquismo durante décadas.
Eso sí, los estadios de fútbol parecieron ganar cada vez más espacio. Las nuevas catedrales. El fútbol se convirtió para muchos en una religión laica, con su mundo de ritos, símbolos y fe.
Con tal de ganar, como sea, el fútbol apeló también a su mundo cabulero, lleno de amuletos y brujos. Y de códigos propios. Bien los conoce otro sacerdote argentino no tan famoso como Bergoglio, pero sí más futbolero: Juan Gabriel Arias, actual vocal en la nueva conducción de Racing Club, y que habló más de una vez de fútbol cuando el Papa Francisco era autoridad eclesial en Buenos Aires.
La "academia" atravesaba hace unos años una mala racha. Algunos de sus hombres, desesperados porque las derrotas seguían, fueron a ver una bruja.
El "trabajo" dio "resultado". Las derrotas se trasformaron en victorias. Cotizada, la bruja exigió más dinero. Algunos hinchas fueron a ver al padre Arias, que solía acompañarlos a la tribuna. "¿A mí me pedís?", se enojó el padre.
Sus compañeros se burlaron diciéndole que lo sacarían de la parroquia en la que trabajaba para poner a la bruja. "Les está sacando la guita", les respondía el padre Arias. Pocos saben que justamente en Racing, un técnico muy venerado rompió hace años una imagen de Don Bosco en un ataque de ira tras una derrota.
Y otro rompió una tarima en la que, según se enteró un día, se iba a montar una imagen de Cristo. El equipo venía bien y el DT, cabulero como pocos, no quería que absolutamente nada modificara el ambiente.
Colón, rival ayer de San Lorenzo, había perdido el año pasado demasiados partidos de local. Apenas había logrado 9 victorias en 31 cotejos. Alguien apuntó contra la imagen de 2,55 metros de la Virgen Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de Santa Fe, que, en rigor, estaba desde 2001 en el estadio "Brigadier López".
Peor aún, trascendió que un curandero de Monte Grande la había destruido, como parte de su "trabajo". El hombre, Biblia en mano, lo negó. En rigor, los estatutos de Colón prohiben imágenes religiosas dentro de la cancha, pero la Virgen había sido entronizada en 2001 por el entonces arzobispo de Santa Fe, Gabriel Storni. Desde que apareció la imagen, Colón llevaba un 52,76 por ciento de eficacia en su cancha. Pero un grupo de jugadores, se supo luego, vio a un curandero e interpretó que la mala racha se debía a la Virgen. Por eso sacaron subrepticiamente su imagen. Fue un escándalo.
La Virgen, en realidad, no debía funcionar como amuleto. Tampoco la receta del curandero. Pero el mundo del fútbol está lleno de historias como estas. Y algunas mucho peores aún.
El homenaje al "Papa Cuervo" de San Lorenzo ayer justamente en la ciudad de Santa Fe se entiende. Pero, por las dudas, no conviene abusar. Los "santos" de Boedo todavía temen al descenso. Aunque no tanto como los "diablos rojos" de Avellaneda.
El equipo del "Tolo" Gallego sufre peligro mucho más cierto de caer a la B Nacional. Al infierno tan temido. Si se salvan, algunos hinchas prometen caminar hasta la Basílica de Luján. Un clásico en las promesas de varios futbolistas y fieles que nada tienen que ver con el deporte.
Las imágenes de TV condenaron más de una vez a "Coco" Basile y a "Mostaza" Merlo como reyes de las cábalas. Pero el que tenía un arsenal era Carlos Bilardo. Lo sacó a relucir en el victorioso Mundial de México 86 y, sabemos, mal no le fue, lo que no hizo más que acentuar las obsesiones.
"Tengo costumbres, no cábalas, porque después uno va a la iglesia…", se defendía Bilardo. No necesitaba hacerlo. Todos siempre supimos que el título no llegó ni por la Virgen de Luján que llevaba a todos lados el masajista Galíndez y tampoco por sus otras decenas de cábalas. El título se ganó gracias a Diego Armando Maradona. Y Diego, se sabe, tiene sus propios fieles. Fundaron la Iglesia Maradoniana. Y Diego pasó a ser "D10S".
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