Monseñor Alfredo Zecca: "Que el Papa sea argentino pasa a un segundo plano"

Monseñor Alfredo Zecca: "Que el Papa sea argentino pasa a un segundo plano"

Lo más importante es que este debe ser un hecho acogido en la fe, manifestó el arzobispo de Tucumán.

MISA CONCELEBRADA. En 2011, Bergoglio y Zecca, en la Catedral metropolitana. 
 DYN MISA CONCELEBRADA. En 2011, Bergoglio y Zecca, en la Catedral metropolitana. DYN
14 Marzo 2013

"Nos arrodillamos ante el televisor y empezamos a rezar con él, en italiano". Así describió el arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, el momento en el que todos los obispos y arzobispos del NOA, reunidos ayer en Tafí del Valle, supieron que Jorge Bergoglio era el nuevo Papa. Sorpresa; y un sentimiento compartido de mucha simpatía y alegría. Eso es lo que sintieron y expresaron todos los presentes en ese momento, recordó monseñor Zecca, en diálogo con LA GACETA.

"Y todas estas expresiones de alegría ante la noticia de que hay un Papa argentino son lógicas. Pero no podemos tomar esto como una especie de carrera nacionalista. Lo más importante es que este tiene que ser un hecho acogido en la fe; que es el sucesor de Pedro. Que Francisco sea argentino pasa a un segundo plano. Lo que debemos hacer es rendirle nuestra obediencia, nuestra reverencia, porque es el sucesor de Pedro", afirmó monseñor Zecca.

¿Por qué piensa que la elección recayó en Bergoglio". "No lo sé. Los cardenales habrán pensado que era el mejor preparado para este momento de la Iglesia. Pero no debemos olvidar que en el fondo es Dios quien lo elige. Los cardenales reconocen a alguien que es elegido por Dios. Este es el pastor cuya cualidad, nos parece, hoy por hoy es lo que la Iglesia necesita, venga de donde venga. Estamos ante un hecho de fe, esto no es ganar el Oscar", afirmó.

"Los obispos gobernamos la Iglesia universal bajo Pedro y con Pedro. Esto es un hecho de fe, y no debemos perderlo de vista", enfatizó. Y recordó que los desafíos que deberá encarar Francisco en este papapado son los relativos al avance del secularismo "en un mundo que carece de verdad".

En la charla con LA GACETA surge que el vínculo entre monseñor Zecca y el flamante Papa trasciende las paredes de la institución eclesiástica. Que las familias Zecca y Bergoglio ya eran amigas cuando el actual arzobispo de Tucumán era un niño y el Papa Francisco un adolescente.

Cuenta monseñor que durante muchos años no se vieron. Y que un día, en el colegio Máximo de los jesuitas, en San Miguel, se cruzaron: "vos sos Zecca, yo soy Bergoglio".

Desde entonces, la relación se mantuvo mientras ambos crecían en la jerarquía eclesiástica, cada uno en lo suyo. ¿Qué siente al saber que conoce al Papa? "Será Su Santidad, pero no me puedo olvidar que nos conocemos". De todos modos, relativiza. "¿Cómo le diría?: ¿se acuerda cuando Jesús va a Nazareth y toma el pasaje del profeta Isaías, y dice: esta profecía se ha cumplido hoy aquí? Y todos se preguntan: "¿pero este no es el hijo de José el carpintero?"

"Una mirada distinta de la del pastor europeo"

"Un Papa siempre mira al mundo entero... Pero la cultura de donde proviene le da una mirada determinada, depende de dónde esté parado. Un papa latinoamericano puede tener una mirada distinta a la del pastor europeo. Esto significa que como argentinos tenemos algo para brindar al mundo, no sólo la persona (del Papa), sino también desde la fe y la cultura impregnadas del Evangelio", destacó monseñor José María Rossi, el obispo de Concepción, durante la misa en acción de gracias que ofició ayer en la iglesia Catedral de esa ciudad. 

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Sin duda, ninguno se lo esperaba. Porque, luego del estupor inicial, sus exclamaciones y aplausos invadieron el valle verde. Paradójicamente, los obispos del NOA se enteraron de que el jesuita Jorge Bergoglio se había convertido en Papa dentro de una estancia que en el pasado les perteneció justamente a los Jesuitas. Desde el lunes, los religiosos estaban reunidos en la estancia Las Carreras, en Tafí del Valle. El objetivo del encuentro era analizar la evolución pastoral del Año de la Fe y orar por el nuevo Pontífice.

Ayer por la tarde siguieron el desarrollo del cónclave por televisión. Y cuando se supo que Bergoglio se había convertido en Francisco, se desató la euforia. "Se pusieron muy contentos, gritaron, aplaudieron y rezaron" , contó Nelson Moreno, mozo de la estancia. A pesar de que tenían previsto quedarse en Tafí hasta mañana, alrededor de las 17 decidieron regresar a sus respectivas diócesis.

"Es una hermosa elección para nosotros, como pueblo argentino, y para todo Latinoamérica, que ahora tendrá que asumir la tarea de mandar evangelizadores por todo el mundo", señaló Luis Urbanc, obispo de Catamarca. Opinó que es también una llamada a vivir una fe plasmada en la caridad.

El día que le cambió la vida al seminario mayor

Se rompió el silencio del claustro. El recogimiento quedó en el olvido y la cadencia de las plegarias cedió ante la presión de los gritos. Ayer, nadie durmió la siesta en el Seminario Mayor.

Cada seminarista estaba concentrado en su tarea, pero se mantenían unidos por esa actividad metafísica llamada oración. Habían pasado algunos minutos de las tres de la tarde cuando la fumata blanca los congregó en el comedor donde está ubicado el televisor. Ahí comenzó la espera.

Los minutos pasaban y la expectación crecía. Hasta que una voz surgió desde los parlantes y desató la alegría. "Acá he vivido Mundiales y goles de Argentina. Pero esto se gritó con una emoción desde el corazón y a algunos hasta le saltaron lágrimas", contó Cayetano Lencina, uno de los seminaristas con los que habló LA GACETA.

Al caer la noche, la meditación apaciguó los ánimos y con devoción celebraron la misa de las 20. Pero, al final de la ceremonia, la alegría volvió a vencer la calma y todos comenzaron a cantar -"Que viva Cristo, que viva Francisco"-, guiados por el ritmo de la guitarra de David Pintos. Ariel Díaz, Carlos Torres y José Vera dijeron que, en distintas ocasiones, conocieron personalmente a Jorge Bergoglio. Y coincidieron en que será un Pontífice atento con su pueblo. La elección del Papa les cambió la rutina y los seminaristas reconocieron que, sin dudas, la sobremesa se iba a extender hasta la madrugada. LA GACETA

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