13 Marzo 2013
EL PRIMERO. Juan Pablo I fue el primer papa que usó un nombre compuesto. FOTO ARCHIVO
CIUDAD DEL VATICANO.- Una vez elegido el nuevo papa, se pondrá en marcha otra de las tradiciones más antiguas de la Iglesia católica, la del nombre que adoptará el sucesor de Pedro.
Será el cardenal Giovanni Battista Re (el cardenal más de más edad dentro del cónclave) el encargado de preguntarle si acepta esa dignidad: "Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?" (“¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?”).
Si el candidato electo da el consentimiento, se le pregunta entonces: “Quo nomine vis vocari?” (“¿Con qué nombre deseas ser conocido?”). A lo que el designado responderá: “Vocabor ....” (“Me llamaré ...”), por ejemplo: "Vocabor Pius XIII" ("Me llamare Pío XIII"), u otras similares. Entonces el Maestro de las Celebraciones, en funciones de notario, levanta acta de la aceptación del nuevo Pontífice y de su nombre.
Después el cardenal protodiácono, en esta ocasión el francés Jean Louis Tauran, anunciará a la ciudad de Roma y al mundo quién es el nuevo papa y qué nombre ha tomado.
Pero esta es una tradición que, si bien antigua, no existió siempre. Hasta el año 532 todos los sucesores de San Pedro usaron sus nombres de pila. Además del nombre, se sabía de dónde procedían (Lino de Tuscia, Anacleto romano, Evaristo el griego, Telesforo el griego, Iginio el griego, entre otros).
Pero el 31 de diciembre del año 532 fue elegido papa Mercurio "el romano". Mercurio era un nombre claramente pagano (es el nombre romano del dios griego Hermes) por lo que el nuevo pontífice cambió de nombre y se llamó Juan II, en honor de su predecesor Juan I, un mártir de la Tuscia (zona del norte de Roma) que reinó en la Iglesia desde el 13 de agosto de 523 al 18 de mayo de 526.
Juan II fue papa hasta el 8 de mayo de 535 y a partir de ese momento muchos de sus sucesores le imitaron y comenzaron a cambiar el nombre de pila por el de apóstoles, mártires u otros papas.
Hasta ahora, el nombre más repetido han sido Juan. El último que lo usó fue el cardenal italiano Angelo Roncalli, que decidió llamarse Juan XXIII (1958-1963).
Le siguen Benedicto XVI, tomado por el alemán Joseph Ratzinger (2005-2013), Gregorio XVI (el italiano Bartolomé Alberto Capellari, 1831-1846); Benedicto XV (Giacomo della Chiesa, 1914-1922); Clemente XIV (Giovanni Ganganelli, 1769-1774), León XIII (Vincenzo Gioacchino Pecci, 1878-1903), Inocencio XIII (Michelangelo Conti, 1721-1724) y Pío XII (Eugenio Pacelli, 1939-1958).
Otra explicación busca las raíces de esta tradición en la Biblia, pues Dios siempre cambiaba de nombre a las personas a quienes encomendaba una misión determinada, como por ejemplo Abraham o, el mismo Pedro, cuyo original era Simón. Es por ello por lo que se entiende que el sumo pontífice modifique su nombre una vez asume la misión de convertirse en la cabeza visible de la Iglesia.
La elección del nombre puede estar motivada por varios aspectos, como honrar a alguno de sus predecesores, caso de Juan Pablo II (por Juan Pablo I) que a su vez había tomado los nombres de sus antecesores, Juan XVIII y Pablo VI, como ejemplos a seguir. Benedicto XVI tomó el nombre del fundador de la orden monástica benedictina, cuyo lema era "Trabajar es orar"
Los nombres más usados por los Papas han sido Juan, Gregorio, Benedicto, Clemente, León, Inocencio, Pío, Esteban, Urbano, Alejandro, Adriano, Pablo, Sixto, Martín, Nicolás, Celestino, Anastasio y Honorio. EFE-LA GACETA
Será el cardenal Giovanni Battista Re (el cardenal más de más edad dentro del cónclave) el encargado de preguntarle si acepta esa dignidad: "Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?" (“¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?”).
Si el candidato electo da el consentimiento, se le pregunta entonces: “Quo nomine vis vocari?” (“¿Con qué nombre deseas ser conocido?”). A lo que el designado responderá: “Vocabor ....” (“Me llamaré ...”), por ejemplo: "Vocabor Pius XIII" ("Me llamare Pío XIII"), u otras similares. Entonces el Maestro de las Celebraciones, en funciones de notario, levanta acta de la aceptación del nuevo Pontífice y de su nombre.
Después el cardenal protodiácono, en esta ocasión el francés Jean Louis Tauran, anunciará a la ciudad de Roma y al mundo quién es el nuevo papa y qué nombre ha tomado.
Pero esta es una tradición que, si bien antigua, no existió siempre. Hasta el año 532 todos los sucesores de San Pedro usaron sus nombres de pila. Además del nombre, se sabía de dónde procedían (Lino de Tuscia, Anacleto romano, Evaristo el griego, Telesforo el griego, Iginio el griego, entre otros).
Pero el 31 de diciembre del año 532 fue elegido papa Mercurio "el romano". Mercurio era un nombre claramente pagano (es el nombre romano del dios griego Hermes) por lo que el nuevo pontífice cambió de nombre y se llamó Juan II, en honor de su predecesor Juan I, un mártir de la Tuscia (zona del norte de Roma) que reinó en la Iglesia desde el 13 de agosto de 523 al 18 de mayo de 526.
Juan II fue papa hasta el 8 de mayo de 535 y a partir de ese momento muchos de sus sucesores le imitaron y comenzaron a cambiar el nombre de pila por el de apóstoles, mártires u otros papas.
Hasta ahora, el nombre más repetido han sido Juan. El último que lo usó fue el cardenal italiano Angelo Roncalli, que decidió llamarse Juan XXIII (1958-1963).
Le siguen Benedicto XVI, tomado por el alemán Joseph Ratzinger (2005-2013), Gregorio XVI (el italiano Bartolomé Alberto Capellari, 1831-1846); Benedicto XV (Giacomo della Chiesa, 1914-1922); Clemente XIV (Giovanni Ganganelli, 1769-1774), León XIII (Vincenzo Gioacchino Pecci, 1878-1903), Inocencio XIII (Michelangelo Conti, 1721-1724) y Pío XII (Eugenio Pacelli, 1939-1958).
Otra explicación busca las raíces de esta tradición en la Biblia, pues Dios siempre cambiaba de nombre a las personas a quienes encomendaba una misión determinada, como por ejemplo Abraham o, el mismo Pedro, cuyo original era Simón. Es por ello por lo que se entiende que el sumo pontífice modifique su nombre una vez asume la misión de convertirse en la cabeza visible de la Iglesia.
La elección del nombre puede estar motivada por varios aspectos, como honrar a alguno de sus predecesores, caso de Juan Pablo II (por Juan Pablo I) que a su vez había tomado los nombres de sus antecesores, Juan XVIII y Pablo VI, como ejemplos a seguir. Benedicto XVI tomó el nombre del fundador de la orden monástica benedictina, cuyo lema era "Trabajar es orar"
Los nombres más usados por los Papas han sido Juan, Gregorio, Benedicto, Clemente, León, Inocencio, Pío, Esteban, Urbano, Alejandro, Adriano, Pablo, Sixto, Martín, Nicolás, Celestino, Anastasio y Honorio. EFE-LA GACETA