Por Magena Valentié
13 Marzo 2013
Imposible hablar (o pensar) sobre otro tema que no sea la elección del nuevo Papa. La cuestión fagocita todas las charlas de café e impregna las notas de espiritualidad de estos días. Quién más quien menos se pregunta que más va a cambiar a partir del próximo sucesor de Pedro. ¿También se modificará el perfil de los santos? ¿Quien mejor que Chiara Lubich -la fundadora del Movimiento de los Focolares, la que acercó a judíos, musulmanes, budistas e hindúes a un mismo plano de diálogo- para inaugurar esta nueva etapa de la Iglesia católica? Mañana se cumplen cinco años del fallecimiento de la líder espiritual italiana que tanto le debe a Juan Pablo II y a Benedicto XVI la difusión de su movimiento. Chiara logró hacer escuchar su mensaje de paz, a pesar de ser mujer y de llevar un discurso libre de dogmatismo. ¡Tan libre que participan del movimiento judíos y agnósticos! ¿Un nuevo signo de los tiempos?
El copresidente de los Focolares, Giancarlo Falletti, acaba de reconocer lo que todos los focolarinos y focolarinas estaban esperando: que se iniciará muy pronto el juicio de beatificación de Chiara Lubich. Antes era imposible porque no se habían cumplido los cinco años obligatorios después de su fallecimiento, como exigen las leyes de la Iglesia. Cuando se inicie se tratará de incluir en el pedido de beatificación a los no cristianos, que también forman parte del mundo focolar. El movimiento, de alguna manera, quiere ser actor en la causa. ¿Es casualidad o un signo de los tiempos que los cinco años se hayan cumplido con la llegada de un nuevo Papa? ¿Cómo será el proceso de esta mujer que muestra un rostro nuevo de la Iglesia? ¿Habrá algún agnóstico o judío o budista que pueda dar fe de algún milagro "gestionado" por Chiara? En las esferas del espíritu sólo Dios tiene la última palabra.
El copresidente de los Focolares, Giancarlo Falletti, acaba de reconocer lo que todos los focolarinos y focolarinas estaban esperando: que se iniciará muy pronto el juicio de beatificación de Chiara Lubich. Antes era imposible porque no se habían cumplido los cinco años obligatorios después de su fallecimiento, como exigen las leyes de la Iglesia. Cuando se inicie se tratará de incluir en el pedido de beatificación a los no cristianos, que también forman parte del mundo focolar. El movimiento, de alguna manera, quiere ser actor en la causa. ¿Es casualidad o un signo de los tiempos que los cinco años se hayan cumplido con la llegada de un nuevo Papa? ¿Cómo será el proceso de esta mujer que muestra un rostro nuevo de la Iglesia? ¿Habrá algún agnóstico o judío o budista que pueda dar fe de algún milagro "gestionado" por Chiara? En las esferas del espíritu sólo Dios tiene la última palabra.
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