Por Miguel Velardez
26 Febrero 2013
Hoy se juega su carta más fuerte. Alberto Lebbos está expectante por el nivel de adhesión que tendrá esta noche en su convocatoria a la plaza Independencia. No es un martes más. Es el martes más esperado por el padre de Paulina, desde hace siete años, cuando ocurrió el crimen de su hija y comenzó el grito desesperado por encontrar justicia.
La expectativa creció en las semanas previas, porque Lebbos logró instalar el caso a nivel nacional y sumó adhesiones de familiares de víctimas de la impunidad que se convirtieron en un emblema en distintas provincias. Los flashes de los medios porteños le dieron visibilidad al rostro de Paulina en casi todo el país. Alberto Lebbos recorrió la histórica Plaza de Mayo y llegó a pedir una audiencia a la presidenta Cristina Fernández. Algunos dirigentes ultrakirchneristas le dieron señales de que ese encuentro en la Casa Rosada podría concretarse tarde o temprano. Sin marearse con las luces de Buenos Aires, Lebbos viajó después a Catamarca, donde los padres de María Soledad Morales le abrieron las puertas de su casa para hablar sobre el dolor de cada uno por las hijas que perdieron y que les cambió la vida.
Pero ese arrollador avance de Lebbos por intentar sumar más gente en la plaza Independencia contrasta con la postura de Susana Trimarco. La madre de Marita Verón tomó la decisión de no asistir a la movilización contra la impunidad. La negativa de Trimarco cayó como un mazazo para muchos tucumanos que se sorprendieron con la noticia y no dudaron en cargar sus críticas contra ella.
En Tucumán, casi todo el mundo sabe que Susana Trimarco recibe subsidios mensuales del alperovichismo para el funcionamiento de la fundación María de los Ángeles. Por eso, la decisión de no asistir a la marcha de Lebbos deja a la madre de Marita en una posición descolocada frente a la opinión pública.
El cortocircuito
Hubo un tiempo en que Trimarco y Lebbos compartían su lucha codo a codo. El archivo muestra fotos en las que aparecen juntos en movilizaciones a la plaza y misas recordatorias en la Iglesia de la Merced. Aquellos tiempos quedaron atrás. El cortocircuito entre Trimarco y Lebbos está instalado a pesar de que ambos comparten el mismo duelo. La madre de Marita Verón intenta despegarse de sus vínculos políticos, pero eso no es fácil, cuando la gente empieza a analizar cómo se mueven los delgados hilos del poder. La política se cuela en esta controversia. El padre de Paulina se identifica antialperovichista; la madre de Marita, en cambio, suele entrar al despacho del gobernador casi sin pedir audiencia. Eso tiene un alto costo para uno y otro.
A pesar de compartir el mismo duelo, Lebbos y Trimarco van por caminos separados. Cada uno elige su territorio y la metodología de su reclamo. Están a tiempo de una reconciliación, porque semejante pérdida no tiene remedio; sin embargo, esa unidad entre padre y madre parece más difícil cada día.
En el alperovichismo aguardan con cautela la cita de esta noche para observar cuántos tucumanos van a congregarse detrás de la consigna contra la impunidad. En la Casa de Gobierno son conscientes de que la movilización de hoy será importante, pero murmuran por lo bajo que después de la marcha, todo volverá a su cauce y se olvidarán del caso hasta nuevo aviso. Lo único que puede impulsar la investigación estancada desde hace siete años es un aval del Gobierno nacional. Tal vez, Susana Trimarco pueda ayudar a Alberto Lebbos a entrar en la Rosada. Pero eso dependerá, en adelante, de los intereses de cada uno.
La expectativa creció en las semanas previas, porque Lebbos logró instalar el caso a nivel nacional y sumó adhesiones de familiares de víctimas de la impunidad que se convirtieron en un emblema en distintas provincias. Los flashes de los medios porteños le dieron visibilidad al rostro de Paulina en casi todo el país. Alberto Lebbos recorrió la histórica Plaza de Mayo y llegó a pedir una audiencia a la presidenta Cristina Fernández. Algunos dirigentes ultrakirchneristas le dieron señales de que ese encuentro en la Casa Rosada podría concretarse tarde o temprano. Sin marearse con las luces de Buenos Aires, Lebbos viajó después a Catamarca, donde los padres de María Soledad Morales le abrieron las puertas de su casa para hablar sobre el dolor de cada uno por las hijas que perdieron y que les cambió la vida.
Pero ese arrollador avance de Lebbos por intentar sumar más gente en la plaza Independencia contrasta con la postura de Susana Trimarco. La madre de Marita Verón tomó la decisión de no asistir a la movilización contra la impunidad. La negativa de Trimarco cayó como un mazazo para muchos tucumanos que se sorprendieron con la noticia y no dudaron en cargar sus críticas contra ella.
En Tucumán, casi todo el mundo sabe que Susana Trimarco recibe subsidios mensuales del alperovichismo para el funcionamiento de la fundación María de los Ángeles. Por eso, la decisión de no asistir a la marcha de Lebbos deja a la madre de Marita en una posición descolocada frente a la opinión pública.
El cortocircuito
Hubo un tiempo en que Trimarco y Lebbos compartían su lucha codo a codo. El archivo muestra fotos en las que aparecen juntos en movilizaciones a la plaza y misas recordatorias en la Iglesia de la Merced. Aquellos tiempos quedaron atrás. El cortocircuito entre Trimarco y Lebbos está instalado a pesar de que ambos comparten el mismo duelo. La madre de Marita Verón intenta despegarse de sus vínculos políticos, pero eso no es fácil, cuando la gente empieza a analizar cómo se mueven los delgados hilos del poder. La política se cuela en esta controversia. El padre de Paulina se identifica antialperovichista; la madre de Marita, en cambio, suele entrar al despacho del gobernador casi sin pedir audiencia. Eso tiene un alto costo para uno y otro.
A pesar de compartir el mismo duelo, Lebbos y Trimarco van por caminos separados. Cada uno elige su territorio y la metodología de su reclamo. Están a tiempo de una reconciliación, porque semejante pérdida no tiene remedio; sin embargo, esa unidad entre padre y madre parece más difícil cada día.
En el alperovichismo aguardan con cautela la cita de esta noche para observar cuántos tucumanos van a congregarse detrás de la consigna contra la impunidad. En la Casa de Gobierno son conscientes de que la movilización de hoy será importante, pero murmuran por lo bajo que después de la marcha, todo volverá a su cauce y se olvidarán del caso hasta nuevo aviso. Lo único que puede impulsar la investigación estancada desde hace siete años es un aval del Gobierno nacional. Tal vez, Susana Trimarco pueda ayudar a Alberto Lebbos a entrar en la Rosada. Pero eso dependerá, en adelante, de los intereses de cada uno.