Nuestra cruz es el camino del cielo

Pbro. Dr. Jorge A. Gandur

24 Febrero 2013
"Su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante" (cfr. Lc 9, 28-36). ¿Cuál es el motivo por el que el rostro de Jesús y sus vestimentas resplandecen? ¿Dónde está la fuente de luz que ilumina su rostro, para que este resplandezca?

El resplandor del rostro y la blancura de las vestiduras, en Jesús, se deben a la luz, y la luz, en las Escrituras, es sinónimo de divinidad y de la gloria del ser divino. "Dios es luz", dice la primera carta de Juan (1 Jn 1, 5), y Jesús dice de sí mismo: "Yo Soy la luz del mundo" (Jn 8, 12): Él, en cuanto Dios, es luz, pero no una luz conocida, creatural, como la luz del sol o la luz artificial, sino que Él es la luz que es el mismo Ser divino. Al resplandecer con luz, la humanidad de Jesús está transluciendo la gloria de la divinidad, que surge de su Persona divina como de su fuente.

Otra pregunta que surge es: ¿por qué Jesús se transfigura antes de la Pasión? La respuesta es que la Transfiguración del Señor tiene lugar antes de la Pasión, y el motivo es que los discípulos tengan un recuerdo de su gloria en el momento de la Pasión, porque en la Pasión será irreconocible a causa de los golpes. En el Monte Tabor, Cristo resplandece con la gloria de su divinidad, iluminando todo con la luz de la gloria divina; en la Pasión, habrá de ocultar esa luz, voluntariamente, y sólo será visible su humanidad, la cual será duramente golpeada y castigada, por nuestra salvación.

El Calvario

Si en el Monte Tabor Jesús resplandece con la luz de la gloria divina; si en el Monte Tabor sus discípulos se admiran por la majestuosidad del ser divino que resplandece con una luz más intensa y más hermosa que la luz de mil soles juntos, en el Monte Calvario esa luz no se verá, y en el lugar de la luz habrá sangre. En el Monte Calvario será la sangre de Jesús, inmolado por nuestros pecados, la que cubrirá su cuerpo; en el Calvario no resplandecerán sus vestiduras ni brillará su rostro con la luz esplendorosa y majestuosa del ser divino, sino que su cuerpo será cubierto por el rojo escarlata de su sangre, que brotará de sus heridas abiertas como de un manantial, así como la luz brota de su Ser divino como de su fuente. Si en el Tabor Cristo es la imagen de la gloria del Padre, en el Calvario es el Siervo sufriente de Yahvéh, que aparece ante los hombres como un gusano, como ante quien se da vuelta la cara, tanta es la sangre que cubre su cuerpo.

Reflexionemos

Jesús se muestra como Dios Eterno antes de la Pasión para hacernos ver que a la Resurrección, a la vida y a la felicidad eterna sólo se llega por la cruz. Este es el motivo por el cual debemos amar nuestra cruz, porque nuestra cruz, unida a la de Jesús, es el camino al cielo. Participando de su Pasión, seremos luego partícipes de su felicidad y alegría eterna, y será en el cielo tanta la alegría al lado de Cristo resucitado, que en el cielo haremos morada eterna, para quedarnos al lado de Jesús para siempre.

Mientras tanto, con el consuelo de la Resurrección y de la glorificación de Jesús, a las cuales nosotros estamos llamados, con ese consuelo es como debemos abrazar la cruz de cada día.

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