22 Febrero 2013
Muchas mamás y muchos papás dicen "estoy yendo de nuevo a la primaria" o "estoy haciendo otra vez la secundaria" para aludir a que todos los días se sientan con sus hijos a hacer la tarea escolar. ¿Es esto conveniente? ¿Los ayuda? Esos interrogantes fueron contestados por Marta Lavado, psicopedagoga y directora del Instituto de Formación Docente Miguel Campero.
La especialista afirmó que la presencia del padre o de la madre es muy importante para el aprendizaje de los chicos. "Ellos necesitan tener un orden, saber que hay un tiempo para jugar y otro para estudiar. Son los padres -o, por lo general, la madre- quienes les dan ese orden. Y de esa manera, los ayudan a construir un hábito", explicó.
No obstante ello, precisó que para que este acompañamiento sea efectivo, la mamá tiene que ayudar al chico a pensar y a encontrar las soluciones para los problemas o ejercicios que le hayan planteado. "Si le resuelve las cosas, si le hace los resúmenes para que él los memorice, no sirve de nada", advirtió.
Tampoco ayuda mucho que el progenitor se ponga ansioso. "Esto pasa porque los padres tienen responsabilidades en la casa, o trabajan afuera y están apurados. Aquello es comprensible, pero cada niño tiene un ritmo de aprendizaje y sus propias capacidades. Algunos son más lentos para aprender, y resulta contraproducente reclamarles o castigarlos porque no responden a lo que uno pretende", subrayó la psicopedagoga.
Lavado enfatizó que cada persona tiene diferentes formas de adquirir conocimiento. "Ya sabemos que hay distintos tipos de inteligencia y de habilidades, y hay que tener en cuenta esas diferencias. No todos los hermanos son iguales ni aprenden de la misma manera. Lo mismo pasa con los alumnos de un grado", dijo.
Lavado considera que en estos casos lo mejor es recurrir a una tercera persona. "Si realmente el niño necesita una atención personalizada para aprender, conviene buscar una docente o estudiante que esté por recibirse, porque se trata de una persona capacitada, que le va a tener paciencia y, sobre todo, va a contar con el tiempo necesario", recomendó.
Claro que esa ayuda externa tiene un límite, ya que de ninguna manera reemplaza la atención que los niños y adolescentes requieren -y esperan- de los padres. "Cuando un chico, tanto de primaria como de secundaria, se siente mirado, escuchado y comprendido, existe un 80% de garantía de que comience a responder adecuadamente a las exigencias del aprendizaje", destacó Lavado.
La especialista afirmó que la presencia del padre o de la madre es muy importante para el aprendizaje de los chicos. "Ellos necesitan tener un orden, saber que hay un tiempo para jugar y otro para estudiar. Son los padres -o, por lo general, la madre- quienes les dan ese orden. Y de esa manera, los ayudan a construir un hábito", explicó.
No obstante ello, precisó que para que este acompañamiento sea efectivo, la mamá tiene que ayudar al chico a pensar y a encontrar las soluciones para los problemas o ejercicios que le hayan planteado. "Si le resuelve las cosas, si le hace los resúmenes para que él los memorice, no sirve de nada", advirtió.
Tampoco ayuda mucho que el progenitor se ponga ansioso. "Esto pasa porque los padres tienen responsabilidades en la casa, o trabajan afuera y están apurados. Aquello es comprensible, pero cada niño tiene un ritmo de aprendizaje y sus propias capacidades. Algunos son más lentos para aprender, y resulta contraproducente reclamarles o castigarlos porque no responden a lo que uno pretende", subrayó la psicopedagoga.
Lavado enfatizó que cada persona tiene diferentes formas de adquirir conocimiento. "Ya sabemos que hay distintos tipos de inteligencia y de habilidades, y hay que tener en cuenta esas diferencias. No todos los hermanos son iguales ni aprenden de la misma manera. Lo mismo pasa con los alumnos de un grado", dijo.
Lavado considera que en estos casos lo mejor es recurrir a una tercera persona. "Si realmente el niño necesita una atención personalizada para aprender, conviene buscar una docente o estudiante que esté por recibirse, porque se trata de una persona capacitada, que le va a tener paciencia y, sobre todo, va a contar con el tiempo necesario", recomendó.
Claro que esa ayuda externa tiene un límite, ya que de ninguna manera reemplaza la atención que los niños y adolescentes requieren -y esperan- de los padres. "Cuando un chico, tanto de primaria como de secundaria, se siente mirado, escuchado y comprendido, existe un 80% de garantía de que comience a responder adecuadamente a las exigencias del aprendizaje", destacó Lavado.