Por Andrés Burgo
18 Febrero 2013
MANEJO. Bustamante recuperó su lugar en el equipo y, sobre todo en el primer tiempo, cumplió una buena actuación.
Atlético inauguró otro tipo de resultado: también es posible perder 1 a 1. Es cierto que en el presupuesto de la temporada, a priori, un empate contra Ferro de visita no se vislumbra como un mal negocio, pero el gol de Jorge Pereyra Díaz, en tiempo de descuento, tuvo el estigma de una traición.
Con el golazo de Luis Rodríguez, el "decano" seguía de parranda: ganaba 1 a 0, sumaba su cuarto triunfo seguido (en una formidable racha de 11 partidos invicto en el torneo) y, por primera vez, llegaba a los puestos de ascenso directo.
Sin embargo, el destino tenía reservadas dos ingratitudes: 1) el gol que se erró Diego Barrado a los 42 minutos del segundo tiempo, solo contra el arquero, lo que habría sido el 2 a 0; y 2) el gol que sí convirtió Pereyra Díaz, un puñado de minutos después. Fue un combo de fatalidades que terminó con Ricardo Rodríguez yéndose de la cancha, una vez finalizado el partido, mascando bronca, aspaventando por los dos puntos perdidos.
Atrás había quedado un partido que sólo tuvo cuatro situaciones de gol, dos por equipo. En el primer tiempo, Atlético jugó como si tuviera que cuidar la caja fuerte de la abuela: replegado contra el arco de Cristian Lucchetti. En realidad, Ferro no tuvo el control del partido, aunque al menos sí manejó la pelota ante la mesura inicial de Atlético.
Al fin, en el final del primer tiempo Atlético se desperezó, y fue un anticipo de lo bueno que vendría en el segundo. Desde entonces, y casi hasta el final, jugó como lo que es, un equipo que pide Primera, y llegó un golazo que mezcló toque (Rodríguez), viveza (Gonzalo Bustamante dejó pasar la pelota), desborde (Barrado) y definición (otra vez el Pulga).
Parecía que Atlético lo ganaba, y mucho más cuando Rodríguez le sirvió a Barrado lo que debió haber sido el 2-0. Es cierto que Ferro envió varios centros, pero el "decano" estaba tan cómodo que el final ni siquiera tenía sufrimiento. Hasta que llegó ese gol de Pereyra Díaz, el de la derrota más extraña: 1 a 1.
Atlético jugó agazapado en el primer tiempo, a la espera de que Ferro
hiciera el desgaste, con un buen trabajo de Calgaro. El local tuvo la situación más clara, cuando More, con una chilena, evitó el gol en la línea.
En el segundo, Atlético se activó ofensivamente. Por la derecha estuvo el negocio para atacar y entre Rodríguez, Bustamente y Barrado armaron la jugada para el gol número 13 del "Pulguita" en la temporada.
Parecía que ese rato de inspiración ofensiva le alcanzaba a Atlético para conseguir una diferencia sustentada en 90' de solidez defensiva. Hasta que el duelo tuvo la primera de dos jugadas clave: la gran atajada de Carranza a Barrado.
El árbitro adicionó 4' y cuando Ferro sólo enviaba centros (Lucchetti no atajó remates directos en los 90'), el "Pulguita" perdió una pelota, More pasó de largo, Barone no llegó y Pereyra Díaz definió a la perfección.
Con el golazo de Luis Rodríguez, el "decano" seguía de parranda: ganaba 1 a 0, sumaba su cuarto triunfo seguido (en una formidable racha de 11 partidos invicto en el torneo) y, por primera vez, llegaba a los puestos de ascenso directo.
Sin embargo, el destino tenía reservadas dos ingratitudes: 1) el gol que se erró Diego Barrado a los 42 minutos del segundo tiempo, solo contra el arquero, lo que habría sido el 2 a 0; y 2) el gol que sí convirtió Pereyra Díaz, un puñado de minutos después. Fue un combo de fatalidades que terminó con Ricardo Rodríguez yéndose de la cancha, una vez finalizado el partido, mascando bronca, aspaventando por los dos puntos perdidos.
Atrás había quedado un partido que sólo tuvo cuatro situaciones de gol, dos por equipo. En el primer tiempo, Atlético jugó como si tuviera que cuidar la caja fuerte de la abuela: replegado contra el arco de Cristian Lucchetti. En realidad, Ferro no tuvo el control del partido, aunque al menos sí manejó la pelota ante la mesura inicial de Atlético.
Al fin, en el final del primer tiempo Atlético se desperezó, y fue un anticipo de lo bueno que vendría en el segundo. Desde entonces, y casi hasta el final, jugó como lo que es, un equipo que pide Primera, y llegó un golazo que mezcló toque (Rodríguez), viveza (Gonzalo Bustamante dejó pasar la pelota), desborde (Barrado) y definición (otra vez el Pulga).
Parecía que Atlético lo ganaba, y mucho más cuando Rodríguez le sirvió a Barrado lo que debió haber sido el 2-0. Es cierto que Ferro envió varios centros, pero el "decano" estaba tan cómodo que el final ni siquiera tenía sufrimiento. Hasta que llegó ese gol de Pereyra Díaz, el de la derrota más extraña: 1 a 1.
Atlético jugó agazapado en el primer tiempo, a la espera de que Ferro
hiciera el desgaste, con un buen trabajo de Calgaro. El local tuvo la situación más clara, cuando More, con una chilena, evitó el gol en la línea.
En el segundo, Atlético se activó ofensivamente. Por la derecha estuvo el negocio para atacar y entre Rodríguez, Bustamente y Barrado armaron la jugada para el gol número 13 del "Pulguita" en la temporada.
Parecía que ese rato de inspiración ofensiva le alcanzaba a Atlético para conseguir una diferencia sustentada en 90' de solidez defensiva. Hasta que el duelo tuvo la primera de dos jugadas clave: la gran atajada de Carranza a Barrado.
El árbitro adicionó 4' y cuando Ferro sólo enviaba centros (Lucchetti no atajó remates directos en los 90'), el "Pulguita" perdió una pelota, More pasó de largo, Barone no llegó y Pereyra Díaz definió a la perfección.
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