13 Febrero 2013
CIUDAD DEL VATICANO.- Mientras Benedicto XVI reflexiona sobre la vida después de su pontificado, el Vaticano estará ocupado pensando en algo más urgente: las próximas tres semanas y más allá.
La renuncia de un Papa es casi inaudita. Celestino V fue el último pontífice que lo hizo en 1294, después de servir por menos de un año. Él fue quien dictó un decreto por el cual los papas podían retirarse. Desde entonces, los papas se han muerto en el cargo.
El trabajo ha sido considerado como una vocación de por vida y a pesar de la creciente fragilidad del Papa, muchos católicos no pudieron tolerar la idea de su retiro. "Es una especie de doble función", sostuvo Rainer Kampling, del Departamento de Teología Católica de la Universidad Libre de Berlín. "Se aprovecha del poder de Papa para renunciar como Papa", agregó.
Para complicar las cosas, es tiempo de cuaresma, que termina en la Pascua del 31 de marzo. Eso significa que, en uno de los momentos más intensos del calendario católico, la Iglesia debe hacerse cargo de una inesperada tormenta. Benedicto XVI aún estará al frente del papado hasta el 28, cuando se retire a las 20 y las cosas empiecen a ponerse complicadas.
Las normas del Vaticano no tienen una función formal reservada para un ex Papa, opinó Kampling. De hecho, ni siquiera existe una manera clara de referirse a él, por lo cual se supone que simplemente volverá a su antiguo nombre: Joseph Ratzinger.
Ya que no hay memoria viva de la dimisión papal, nadie está realmente seguro de lo que puede implicar su ceremonia de despedida, señaló Kampling. Y el Vaticano tendrá muy poco tiempo para resolver la cuestión, ya que el dimitente ha mantenido su decisión en secreto.
Poco tiempo
"Lo que me sorprendió es el corto plazo que dio", afirmó Christian Weisner, de la organización de católicos críticos Somos Iglesia. La reina Beatriz de Holanda, por ejemplo, anunció su dimisión en enero y fijó su fecha de retirada para el 30 de abril. Y ya se sabía el sucesor, añadió. "Un Papa debe estar al frente de su pontificado hasta el final de su vida", aseveró. Marco Politi, vaticanista del diario Il Fatto Quotidiano, consideró que Benedicto XVI quiere salir de un "modo sencillo y silencioso". Sin embargo, advirtió que eso no significa que el Vaticano no haga algún tipo de evento el día de su partida. Pero qué forma tendrá esa celebración aún está por verse. "Se trata de algo tan nuevo y sin precedentes que tiene que crear un nuevo procedimiento", planteó.
Tras la marcha de
Ratzinger, el Vaticano convocará un cónclave para elegir un nuevo papa entre sus cardenales. Sin embargo, esas reuniones vienen siendo convocadas desde hace siglos en el caso de una muerte y no está claro si habrá una sensación de torpeza en la elección de un sucesor, mientras el último Papa está aún vivo, aunque sólo esté su presencia espiritual. Al no tener que organizar un funeral, los cardenales se concentrarán plenamente en la elección, dijo Politi.
Ratzinger ya no tendrá la capacidad de emitir declaraciones, no podrá contradecir al próximo pontífice ni vestir más la vestimenta que desgastó desde 2005.
La renuncia de un Papa es casi inaudita. Celestino V fue el último pontífice que lo hizo en 1294, después de servir por menos de un año. Él fue quien dictó un decreto por el cual los papas podían retirarse. Desde entonces, los papas se han muerto en el cargo.
El trabajo ha sido considerado como una vocación de por vida y a pesar de la creciente fragilidad del Papa, muchos católicos no pudieron tolerar la idea de su retiro. "Es una especie de doble función", sostuvo Rainer Kampling, del Departamento de Teología Católica de la Universidad Libre de Berlín. "Se aprovecha del poder de Papa para renunciar como Papa", agregó.
Para complicar las cosas, es tiempo de cuaresma, que termina en la Pascua del 31 de marzo. Eso significa que, en uno de los momentos más intensos del calendario católico, la Iglesia debe hacerse cargo de una inesperada tormenta. Benedicto XVI aún estará al frente del papado hasta el 28, cuando se retire a las 20 y las cosas empiecen a ponerse complicadas.
Las normas del Vaticano no tienen una función formal reservada para un ex Papa, opinó Kampling. De hecho, ni siquiera existe una manera clara de referirse a él, por lo cual se supone que simplemente volverá a su antiguo nombre: Joseph Ratzinger.
Ya que no hay memoria viva de la dimisión papal, nadie está realmente seguro de lo que puede implicar su ceremonia de despedida, señaló Kampling. Y el Vaticano tendrá muy poco tiempo para resolver la cuestión, ya que el dimitente ha mantenido su decisión en secreto.
Poco tiempo
"Lo que me sorprendió es el corto plazo que dio", afirmó Christian Weisner, de la organización de católicos críticos Somos Iglesia. La reina Beatriz de Holanda, por ejemplo, anunció su dimisión en enero y fijó su fecha de retirada para el 30 de abril. Y ya se sabía el sucesor, añadió. "Un Papa debe estar al frente de su pontificado hasta el final de su vida", aseveró. Marco Politi, vaticanista del diario Il Fatto Quotidiano, consideró que Benedicto XVI quiere salir de un "modo sencillo y silencioso". Sin embargo, advirtió que eso no significa que el Vaticano no haga algún tipo de evento el día de su partida. Pero qué forma tendrá esa celebración aún está por verse. "Se trata de algo tan nuevo y sin precedentes que tiene que crear un nuevo procedimiento", planteó.
Tras la marcha de
Ratzinger, el Vaticano convocará un cónclave para elegir un nuevo papa entre sus cardenales. Sin embargo, esas reuniones vienen siendo convocadas desde hace siglos en el caso de una muerte y no está claro si habrá una sensación de torpeza en la elección de un sucesor, mientras el último Papa está aún vivo, aunque sólo esté su presencia espiritual. Al no tener que organizar un funeral, los cardenales se concentrarán plenamente en la elección, dijo Politi.
Ratzinger ya no tendrá la capacidad de emitir declaraciones, no podrá contradecir al próximo pontífice ni vestir más la vestimenta que desgastó desde 2005.
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