Por Fabio Ladetto
11 Febrero 2013
POSIBLE CANDIDATO. El argentino Leonardo Sandri, de gran ascendencia en el Vaticano. FOTO TOMADA DE revistaecclesia.com
La carrera por la sucesión al Obispado de Roma fue lanzada desde antes de que Benedicto XVI anunciara su renuncia. La difusión durante el año pasado de los papeles secretos del pontífice (conocido como Vatileaks), que se saldó piadosamente con las leves condenas (y posterior indulto) a su mayordomo, Paolo Gabriele, y al técnico informático Claudio Sciarpelletti, dejó a la vista de todo el mundo lo que se sabía dentro de la curia: una fuerte lucha por el poder católico, los intentos por minar la voluntad del Papa, las prácticas económicas poco transparentes en el Instituto para las Obras de Religión (el llamado Banco Vaticano) y varias internas más.
La decisión (más política que jurídica) de no avanzar más allá de los dos involucrados directos en el robo calificado de los documentos secretos fue una muestra de la necesidad de terminar con ese capítulo, y curar las heridas a puertas cerradas. En el cónclave de cardenales donde se elegirá al nuevo Papa se podrá saber cómo quedaron las fuerzas internas, tras el escándalo.
El cónclave reunirá a todos los purpurados con menos de 80 años. Una de las ideas que se escucha con insistencia en estas horas es la necesidad de que el sucesor de Joseph Ratzinger sea razonablemente joven (el todavía Papa asumió con 77 años), y se menciona la posibilidad de que un italiano vuelva al trono, como fue por siglos hasta la irrupción del polaco Juan Pablo II. Sin embargo, la danza de posibles papables demasiadas tantas opciones, demostración de la sorpresa de la renuncia y de la fragmentación en el clero.
A diferencia de 2005, el nombre de Jorge Bergoglio no aparece entre los favoritos. Su lugar entre los postulantes argentinos, en cambio, es ocupado por Leonardo Sandri (prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y consejero de la Comisión Pontificia para América Latina), de gran ascendencia en el Vaticano.
En la lista de postulantes de la península itálica figuran Ángelo Bagnasco (arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana); Ángelo Scola (arzobispo de Milán, y de gran formación intelectual); Mauro Piacenza (prefecto de la Congregación del Clero); Gianfranco Ravasi (presidente del Consejo Pontificio para la Cultura) y Tarcisio Bertone (poderoso secretario de Estado, una suerte de Papa en las sombras).
Por país, el segundo lugar entre la cantidad de candidatos es ocupado por España: Antonio Cañizares; Antonio María Rouco Varela y Julián Herranz.
Dentro de Europa, menos chances tiene el alemán Reinhard Marx (arzobispo de Munich y de sólo 60 años), ya que difícilmente se repita nacionalidad en este momento.
El arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin; su par de Budapest, Péter Erdö; y el de Viena, Christoph Schönborn, serían las opciones continentales.
Las miradas también se orientan hacia el peso creciente de las diócesis en norteamérica, con dos nombres papables: el canadiense Marc Ouellet (prefecto para la Congregación de Obispos y con muchas chances de acceder al Papado) y los estadounidenses Thimoty Dolan (arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de EEUU) y Raymond Burke (prefecto del tradicionalista Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica). En el universo anglófobo despunta también George Pell (arzobispo de Sidney, en Australia).
Por Latinoamérica se suman el hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga (titular de Cáritas Internacional) y el brasileño Odilo Pedro Scherer (arzobispo de San Pablo. Desde África surge el guineano Robert Sarah; y por Asia, el filipino Luis Antonio Tagle.
Más allá de quien sea el elegido, se vivirá la inédita situación de tener un Papa en funciones y otro retirado vivo al mismo tiempo. Para el sucesor, será fundamental que Ratzinger cumpla a rajatablas su retiro de toda actividad pública. LA GACETA
La decisión (más política que jurídica) de no avanzar más allá de los dos involucrados directos en el robo calificado de los documentos secretos fue una muestra de la necesidad de terminar con ese capítulo, y curar las heridas a puertas cerradas. En el cónclave de cardenales donde se elegirá al nuevo Papa se podrá saber cómo quedaron las fuerzas internas, tras el escándalo.
El cónclave reunirá a todos los purpurados con menos de 80 años. Una de las ideas que se escucha con insistencia en estas horas es la necesidad de que el sucesor de Joseph Ratzinger sea razonablemente joven (el todavía Papa asumió con 77 años), y se menciona la posibilidad de que un italiano vuelva al trono, como fue por siglos hasta la irrupción del polaco Juan Pablo II. Sin embargo, la danza de posibles papables demasiadas tantas opciones, demostración de la sorpresa de la renuncia y de la fragmentación en el clero.
A diferencia de 2005, el nombre de Jorge Bergoglio no aparece entre los favoritos. Su lugar entre los postulantes argentinos, en cambio, es ocupado por Leonardo Sandri (prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y consejero de la Comisión Pontificia para América Latina), de gran ascendencia en el Vaticano.
En la lista de postulantes de la península itálica figuran Ángelo Bagnasco (arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana); Ángelo Scola (arzobispo de Milán, y de gran formación intelectual); Mauro Piacenza (prefecto de la Congregación del Clero); Gianfranco Ravasi (presidente del Consejo Pontificio para la Cultura) y Tarcisio Bertone (poderoso secretario de Estado, una suerte de Papa en las sombras).
Por país, el segundo lugar entre la cantidad de candidatos es ocupado por España: Antonio Cañizares; Antonio María Rouco Varela y Julián Herranz.
Dentro de Europa, menos chances tiene el alemán Reinhard Marx (arzobispo de Munich y de sólo 60 años), ya que difícilmente se repita nacionalidad en este momento.
El arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin; su par de Budapest, Péter Erdö; y el de Viena, Christoph Schönborn, serían las opciones continentales.
Las miradas también se orientan hacia el peso creciente de las diócesis en norteamérica, con dos nombres papables: el canadiense Marc Ouellet (prefecto para la Congregación de Obispos y con muchas chances de acceder al Papado) y los estadounidenses Thimoty Dolan (arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de EEUU) y Raymond Burke (prefecto del tradicionalista Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica). En el universo anglófobo despunta también George Pell (arzobispo de Sidney, en Australia).
Por Latinoamérica se suman el hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga (titular de Cáritas Internacional) y el brasileño Odilo Pedro Scherer (arzobispo de San Pablo. Desde África surge el guineano Robert Sarah; y por Asia, el filipino Luis Antonio Tagle.
Más allá de quien sea el elegido, se vivirá la inédita situación de tener un Papa en funciones y otro retirado vivo al mismo tiempo. Para el sucesor, será fundamental que Ratzinger cumpla a rajatablas su retiro de toda actividad pública. LA GACETA
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