03 Febrero 2013
DOLOROSA ESPERA. La suegra (a la izquierda) y la madre (a la derecha) de Acosta esperaban novedades en un banco del hospital Centro de Salud. LAGACETA / FOTO DE INéS QUINTEROS ORIO
Recién estaba amaneciendo cuando tocó el timbre de la casa de su madre. "Mamá, la he quemado a la Amelia. Acompañame a la comisaría", le dijo el hombre a Guillermina Tártalo. La mujer no entendía lo que su hijo de 52 años le estaba contando, pero sí sabía que debía correr a auxiliar a su nuera. Cuando llegó a la casa de Amelia Rosa Acosta, de 41 años, la mujer ardía en llamas. Sólo la acompañaba su nieto de 18 años, que también tenía quemadas las manos por tratar de apagar el fuego que consumía a su madre.
Ambos la llevaron al hospital Padilla, donde Guillermina trabaja como enfermera, y le hicieron las primeras curaciones. Luego trasladaron a la mujer al Centro de Salud, donde les informaron que Acosta presentaba el 80% de su cuerpo quemado. La mujer quedó internada en la Unidad Crítica, en grave estado.
Afuera, en un banco del hospital, dos mujeres lloraban sin consuelo. Una era Guillermina, su suegra. La otra, la mamá de la víctima, que no podía articular palabra por los nervios y el llanto. "A ese (por su yerno) tienen que prenderle fuego", repetía entre lágrimas de impotencia. Su nieto, el que presenció el hecho, trataba de consolarla.
Guillermina, por su parte, estaba desorientada. "Para mí, mi nuera es como una hija, no sé qué le ha pasado a mi hijo. Ella lo ama, por eso me sorprendió todo esto", decía.
La madre del agresor contó que el matrimonio estaba separado desde hace un tiempo y que el hombre se había mudado a una casa que le alquiló un amigo, en el barrio 240 viviendas, el mismo donde viven la mujer y los siete hijos de la pareja. Ayer a la madrugada, el individuo decidió ir a buscar su esposa para recriminarle una infidelidad. "Estaba como loco", describió su madre.
Según relató Guillermina, a su hijo le comentaron que Acosta tenía una relación con otro hombre. Pese a eso, la mujer defendió a la esposa de su hijo. "No sé quién le ha ido a decir eso, mi nuera es excelente", afirmó.
En la comisaría
Cuando Pedro Gerardo Tártalo se presentó en la seccional 8ª, ayer a las 7.30, afirmó que había tenido un problema con su esposa y que le había rociado alcohol en la zona genital para luego prenderle fuego. Los uniformados se comunicaron con la fiscalía de Feria, a cargo de Guillermo Herrera, y se ordenó que el hombre permaneciera aprehendido por homicidio en grado de tentativa, hasta que se le tomara declaración.
Antes del mediodía, Tártalo fue llevado a tribunales y declaró durante varias horas. Después de escuchar su relato, la fiscalía ordenó la detención del hombre, que debió regresar a la comisaría.
Ambos la llevaron al hospital Padilla, donde Guillermina trabaja como enfermera, y le hicieron las primeras curaciones. Luego trasladaron a la mujer al Centro de Salud, donde les informaron que Acosta presentaba el 80% de su cuerpo quemado. La mujer quedó internada en la Unidad Crítica, en grave estado.
Afuera, en un banco del hospital, dos mujeres lloraban sin consuelo. Una era Guillermina, su suegra. La otra, la mamá de la víctima, que no podía articular palabra por los nervios y el llanto. "A ese (por su yerno) tienen que prenderle fuego", repetía entre lágrimas de impotencia. Su nieto, el que presenció el hecho, trataba de consolarla.
Guillermina, por su parte, estaba desorientada. "Para mí, mi nuera es como una hija, no sé qué le ha pasado a mi hijo. Ella lo ama, por eso me sorprendió todo esto", decía.
La madre del agresor contó que el matrimonio estaba separado desde hace un tiempo y que el hombre se había mudado a una casa que le alquiló un amigo, en el barrio 240 viviendas, el mismo donde viven la mujer y los siete hijos de la pareja. Ayer a la madrugada, el individuo decidió ir a buscar su esposa para recriminarle una infidelidad. "Estaba como loco", describió su madre.
Según relató Guillermina, a su hijo le comentaron que Acosta tenía una relación con otro hombre. Pese a eso, la mujer defendió a la esposa de su hijo. "No sé quién le ha ido a decir eso, mi nuera es excelente", afirmó.
En la comisaría
Cuando Pedro Gerardo Tártalo se presentó en la seccional 8ª, ayer a las 7.30, afirmó que había tenido un problema con su esposa y que le había rociado alcohol en la zona genital para luego prenderle fuego. Los uniformados se comunicaron con la fiscalía de Feria, a cargo de Guillermo Herrera, y se ordenó que el hombre permaneciera aprehendido por homicidio en grado de tentativa, hasta que se le tomara declaración.
Antes del mediodía, Tártalo fue llevado a tribunales y declaró durante varias horas. Después de escuchar su relato, la fiscalía ordenó la detención del hombre, que debió regresar a la comisaría.
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