01 Febrero 2013
SÍ, SE PUEDE. Víctor Hugo Frías visitó LA GACETA antes de viajar a Mendoza para iniciar el gran desafío. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
"Me siento el hombre más feliz del mundo. Hace 21 años me trasplantaron un riñón -cuando tenía 18 años- y ahora demostraré que los trasplantados podemos hacer deportes y llevar una vida normal". Con gran entusiasmo y su energía mental centrada en el "Sí, se puede", el tucumano Víctor Hugo Frías, de 38 años, inició el sábado el ascenso al cerro Los Penitentes, de Mendoza, de 4.600 metros de altura, junto a otros tres deportistas que recibieron trasplantes de órganos. La misión tiene como objetivo "transmitir a la sociedad la importancia de donar órganos y demostrar que las personas que recibimos un injerto podemos tener una buena calidad de vida. Además, promocionaremos la realización de los vigésimos Juegos Mundiales para Deportistas Trasplantados que se harán en Mar del Plata en el 2015", comentó Frías a LA GACETA antes de viajar a Mendoza. Visitó nuestro diario en compañía de la titular del Cucai, Natalia Grinblat.
Además de Frías, están escalando el doctor Pablo Gaiser, médico nefrólogo y trasplantado renal de La Pampa, Jorge Carrizo (Jujuy) y Gustavo Escudero (San Juan), ambos con trasplante hepático. Van en compañía de Alejandro Routurou, comunicador social del Incucai y montañista amateur, Orlando Valdez, médico de montaña del hospital San Bernardo, de Salta; Dante Rodríguez, documentalista y fotógrafo, y los escaladores experimentados y guías Martín Iglesias, Arturo Diehl, Alejandro Madía y Horacio Fontana.
Un hombre agradecido
"Durante el trayecto haremos varias paradas en refugios para aclimatarnos y para someterse a una evaluación de nuestro estado de salud. En la cumbre izaremos nuestra Bandera. Queremos darles gracias a todos los donantes en vida para después de la muerte y a los familiares de donantes fallecidos, por habernos dejado de herencia nuestra sobrevida", expresó Frías, sin ocular su emoción.
Víctor Hugo Frías era prácticamente un niño -tenía 14 años- cuando ingresó a diálisis debido a una insuficiencia renal severa (glomerulonefritis). Después de estar tres años en la lista de espera del Incucai, le injertaron el riñón que necesitaba.
"Desde entonces soy un hombre feliz, agradecido a Dios y a nuestra sociedad generosa. Puedo trabajar, hacer deportes (atletismo, natación, carreras pedestres, escalar montañas) y ver crecer a mis dos hijas: Agustina Micaela, de 12 años, y Lucía Victoria, de 8. Me casé hace 15 años con Silvia Raquel Carrizo -que me bancó desde que nos conocimos, cuando yo tenía 15 años. Ella me aceptó sin reparos con mi insuficiencia renal y, al igual que mi madre que tanto amo, Benedicta Márquez, me dio fuerzas sin decaer jamás", narró.
Frías trabaja en Fresenius, el centro de diálisis que lo tuvo como paciente. "Sé perfectamente lo que sienten las personas mientras están conectadas a la máquina que les depura la sangre... El tiempo se hace eterno cuando el riñón que uno necesita no llega. Lo viví en carne propia. Por eso converso con ellos, les cuento la anécdota de mi vida, que en noviembre pasado los deportistas trasplantados de Tucumán trajimos 33 medallas de los 'IX Juegos Argentinos y VI Latinoamericanos para Deportistas Trasplantados'... Mi propósito es levantarles el ánimo y motivarlos para que sigan adelante con la terapia, porque en estos 20 años conocí a pacientes que abandonaron la diálisis...", comentó.
Sí, se puede
Además de solidario y agradecido, Frías es un hombre muy positivo. Lo demuestra en su trabajo y en el campo de deportes cuando los alienta a sus pares con un "Sí, se puede" porque "la negatividad lleva al hombre a la derrota", sostiene.
"Si las personas trasplantadas podemos realizar actividad física en forma sistemática, disciplinada y participar en competiciones ¿por qué hay mucha gente sana (grandes y jóvenes) que llevan una vida sedentaria? Para ellos también va mi mensaje: caminen, corran, bailen, hagan deportes, muévanse porque la actividad física es saludable para todos... No esperen estar enfermo para valorar la vida ", remató.
Además de Frías, están escalando el doctor Pablo Gaiser, médico nefrólogo y trasplantado renal de La Pampa, Jorge Carrizo (Jujuy) y Gustavo Escudero (San Juan), ambos con trasplante hepático. Van en compañía de Alejandro Routurou, comunicador social del Incucai y montañista amateur, Orlando Valdez, médico de montaña del hospital San Bernardo, de Salta; Dante Rodríguez, documentalista y fotógrafo, y los escaladores experimentados y guías Martín Iglesias, Arturo Diehl, Alejandro Madía y Horacio Fontana.
Un hombre agradecido
"Durante el trayecto haremos varias paradas en refugios para aclimatarnos y para someterse a una evaluación de nuestro estado de salud. En la cumbre izaremos nuestra Bandera. Queremos darles gracias a todos los donantes en vida para después de la muerte y a los familiares de donantes fallecidos, por habernos dejado de herencia nuestra sobrevida", expresó Frías, sin ocular su emoción.
Víctor Hugo Frías era prácticamente un niño -tenía 14 años- cuando ingresó a diálisis debido a una insuficiencia renal severa (glomerulonefritis). Después de estar tres años en la lista de espera del Incucai, le injertaron el riñón que necesitaba.
"Desde entonces soy un hombre feliz, agradecido a Dios y a nuestra sociedad generosa. Puedo trabajar, hacer deportes (atletismo, natación, carreras pedestres, escalar montañas) y ver crecer a mis dos hijas: Agustina Micaela, de 12 años, y Lucía Victoria, de 8. Me casé hace 15 años con Silvia Raquel Carrizo -que me bancó desde que nos conocimos, cuando yo tenía 15 años. Ella me aceptó sin reparos con mi insuficiencia renal y, al igual que mi madre que tanto amo, Benedicta Márquez, me dio fuerzas sin decaer jamás", narró.
Frías trabaja en Fresenius, el centro de diálisis que lo tuvo como paciente. "Sé perfectamente lo que sienten las personas mientras están conectadas a la máquina que les depura la sangre... El tiempo se hace eterno cuando el riñón que uno necesita no llega. Lo viví en carne propia. Por eso converso con ellos, les cuento la anécdota de mi vida, que en noviembre pasado los deportistas trasplantados de Tucumán trajimos 33 medallas de los 'IX Juegos Argentinos y VI Latinoamericanos para Deportistas Trasplantados'... Mi propósito es levantarles el ánimo y motivarlos para que sigan adelante con la terapia, porque en estos 20 años conocí a pacientes que abandonaron la diálisis...", comentó.
Sí, se puede
Además de solidario y agradecido, Frías es un hombre muy positivo. Lo demuestra en su trabajo y en el campo de deportes cuando los alienta a sus pares con un "Sí, se puede" porque "la negatividad lleva al hombre a la derrota", sostiene.
"Si las personas trasplantadas podemos realizar actividad física en forma sistemática, disciplinada y participar en competiciones ¿por qué hay mucha gente sana (grandes y jóvenes) que llevan una vida sedentaria? Para ellos también va mi mensaje: caminen, corran, bailen, hagan deportes, muévanse porque la actividad física es saludable para todos... No esperen estar enfermo para valorar la vida ", remató.
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