30 Enero 2013
REUTERS
MADRID, España.- El crack argentino, Lionel Messi no pudo quebrar hoy el récord de Alfredo Di Stéfano, máximo goleador en los clásicos entre Real Madrid y Barcelona con 18 conquistas. Sucede que Real Madrid y Barcelona empataron hoy 1-1 en la ida de las semifinales de la Copa del Rey, con goles de Cesc Fábregas y Raphaël Varane.
El partido jugado en un Santiago Bernabéu repleto fue tan parejo como sugiere el resultado y el Barcelona se pudo sentir algo más satisfecho por el gol logrado fuera de casa.
La primera parte, como todo el encuentro, fue espléndida y respondió plenamente a lo que se espera de los dos clubes más populares del mundo y los que más estrellas reúnen. Cada uno en su estilo, ambos buscaron el arco contrario. Sólo faltó la inspiración ante el gol.
El Real Madrid se juntó en pocos metros y su arranque fue hasta sorprendente. Pocos esperaban que con tantas bajas en defensa -debutó Diego López en la portería- fuera a proponer un inicio tan impetuoso. Apenas le bastó un minuto para crear una situación peligrosa, con una falta lanzada por Cristiano Ronaldo que José Manuel Pinto sacó con dificultades.
El Barcelona es un equipo que no suele arrancar bien los clásicos, pero al que le cuesta poco encontrar soluciones inmediatas a los problemas planteados por el rival. Así sucedió otra vez y su juego fue creciendo en la medida que Andrés Iniesta y Xavi lograron ver las subidas de los laterales para descongestionar.
La primera ocasión grande del Barcelona en la primera parte llegó a los 21 minutos con un espectacular lanzamiento de falta de Xavi que se estrelló en el larguero.
También fue muy clara la oportunidad visitante a los 24 minutos, cuando Ricardo Carvalho regaló el balón a Fábregas, quien cedió atrás para que Xavi disparara, pero Raphael Varane sacó el balón de la línea de gol.
El Real Madrid fue en buena medida lo que Mesut Özil quiso. El alemán dio aire a su equipo y ofreció un recital en la primera mitad: visión de juego, conducción virtuosa, inteligencia para ofrecerse, participativo en la creación. En cambio, los blancos encontraron poco de Benzema, aunque lo mismo se podría decir de Lionel Messi en el Barcelona.
La primera parte se fue con un par de acercamientos del Real Madrid y con aplausos de su hinchada, que presenció una primera parte más pareja de lo previsto y un magnífico espectáculo.
Y sucede que estos partidos, tan parejos, se pueden resolver con pequeños detalles y uno de éstos apareció a los 50 minutos. Callejón se equivocó al despejar hacia el centro, Messi golpeó hacia Fábregas y éste definió con categoría.
José Mourinho tomó dos decisiones: poner a Modric en lugar de Callejón y ordenar una presión más adelantada, tan ambiciosa como arriesgada. Y Cristiano Ronaldo tuvo el empate, con un remate a un metro del arco azulgrana que se marchó fuera ante la desesperación de la hinchada local.
El Real Madrid reaccionó con categoría ante un Barcelona que no mostró la ambición de otros clásicos. Contribuyó a ofrecer esta sensación la inactividad de Messi.
Al conjunto local no le quedó otra cosa que arriesgar y el Barcelona pudo sentenciar la eliminatoria a los 72 minutos, cuando Pedro se quedó solo delante de López y mandó el balón fuera con todo a favor.
El Real Madrid se sostenía en Özil, pero su cansancio comenzaba a ser notorio. En el tramo final del encuentro, el gol estuvo más cerca del Barcelona que de los blancos.
Pero ocurrió otro de esos detalles que inclinan balanzas en un clásico. A los 80 minutos, Özil colgó un balón en el área y Varane conectó un cabezazo impecable. El francés estuvo impecable en defensa y, contra su naturaleza, fue decisivo en ataque.
Así concluyó un clásico magnífico y con un resultado que pareció justo, por más que los goles llegaran en acciones poco claras. La vuelta, el 27 de febrero, promete ser otra maravilla. (DPA)
El partido jugado en un Santiago Bernabéu repleto fue tan parejo como sugiere el resultado y el Barcelona se pudo sentir algo más satisfecho por el gol logrado fuera de casa.
La primera parte, como todo el encuentro, fue espléndida y respondió plenamente a lo que se espera de los dos clubes más populares del mundo y los que más estrellas reúnen. Cada uno en su estilo, ambos buscaron el arco contrario. Sólo faltó la inspiración ante el gol.
El Real Madrid se juntó en pocos metros y su arranque fue hasta sorprendente. Pocos esperaban que con tantas bajas en defensa -debutó Diego López en la portería- fuera a proponer un inicio tan impetuoso. Apenas le bastó un minuto para crear una situación peligrosa, con una falta lanzada por Cristiano Ronaldo que José Manuel Pinto sacó con dificultades.
El Barcelona es un equipo que no suele arrancar bien los clásicos, pero al que le cuesta poco encontrar soluciones inmediatas a los problemas planteados por el rival. Así sucedió otra vez y su juego fue creciendo en la medida que Andrés Iniesta y Xavi lograron ver las subidas de los laterales para descongestionar.
La primera ocasión grande del Barcelona en la primera parte llegó a los 21 minutos con un espectacular lanzamiento de falta de Xavi que se estrelló en el larguero.
También fue muy clara la oportunidad visitante a los 24 minutos, cuando Ricardo Carvalho regaló el balón a Fábregas, quien cedió atrás para que Xavi disparara, pero Raphael Varane sacó el balón de la línea de gol.
El Real Madrid fue en buena medida lo que Mesut Özil quiso. El alemán dio aire a su equipo y ofreció un recital en la primera mitad: visión de juego, conducción virtuosa, inteligencia para ofrecerse, participativo en la creación. En cambio, los blancos encontraron poco de Benzema, aunque lo mismo se podría decir de Lionel Messi en el Barcelona.
La primera parte se fue con un par de acercamientos del Real Madrid y con aplausos de su hinchada, que presenció una primera parte más pareja de lo previsto y un magnífico espectáculo.
Y sucede que estos partidos, tan parejos, se pueden resolver con pequeños detalles y uno de éstos apareció a los 50 minutos. Callejón se equivocó al despejar hacia el centro, Messi golpeó hacia Fábregas y éste definió con categoría.
José Mourinho tomó dos decisiones: poner a Modric en lugar de Callejón y ordenar una presión más adelantada, tan ambiciosa como arriesgada. Y Cristiano Ronaldo tuvo el empate, con un remate a un metro del arco azulgrana que se marchó fuera ante la desesperación de la hinchada local.
El Real Madrid reaccionó con categoría ante un Barcelona que no mostró la ambición de otros clásicos. Contribuyó a ofrecer esta sensación la inactividad de Messi.
Al conjunto local no le quedó otra cosa que arriesgar y el Barcelona pudo sentenciar la eliminatoria a los 72 minutos, cuando Pedro se quedó solo delante de López y mandó el balón fuera con todo a favor.
El Real Madrid se sostenía en Özil, pero su cansancio comenzaba a ser notorio. En el tramo final del encuentro, el gol estuvo más cerca del Barcelona que de los blancos.
Pero ocurrió otro de esos detalles que inclinan balanzas en un clásico. A los 80 minutos, Özil colgó un balón en el área y Varane conectó un cabezazo impecable. El francés estuvo impecable en defensa y, contra su naturaleza, fue decisivo en ataque.
Así concluyó un clásico magnífico y con un resultado que pareció justo, por más que los goles llegaran en acciones poco claras. La vuelta, el 27 de febrero, promete ser otra maravilla. (DPA)
Lo más popular