27 Enero 2013
PARTIDO HISTÓRICO. Tafí del Valle RC jugó una exhibición, como un primer paso para una futura participación en el Seven.
El Seven de Tafí del Valle es así: una fiesta de verano que decidió adoptar la forma de un torneo de juego reducido. Por esa razón, decir que todo empieza con el primer kick-off del cronograma sería impreciso e injusto. El arranque está varios días más atrás, cuando los que no gozan del privilegio de tener una casa en la villa veraniega comienzan las averiguaciones sobre hospedaje y movilidad.
Despues sí, con el viernes llegan los nervios y con el sábado la explosión de color que rompe la monotonía del verde vallisto. Las canchas de polo acondicionadas de la Estancia "El Churqui" reciben a un torrente humano y bullicioso, que a fuerza de costumbre ha terminado por convertirse, al menos una vez al año, en parte del paisaje tafinisto.
Quien haya asistido alguna vez al tradicional certamen de las alturas no necesita que le expliquen por qué este evento tiene al éxito como aliado inseparable. Además, es una oportunidad inmejorable de colaborar con la Cooperadora del hospital local.
Eso sí, los caprichos del clima a veces traen noches como la del viernes, frías y lluviosas. La mañana soleada de ayer fue sólo una tregua, antes de que las nubes volvieran al gris oscuro. Sin embargo, eso no alcanzó para empañar el clima al ras de la tierra, donde el calor de la gente fue ganando en grados con el correr de las horas.
El retraso de una hora en el inicio, sumado a la extensión del fixture (por primera vez hubo 10 equipos en lugar de los ocho habituales), desembocaron en una final con poca luz y un festejo casi en penumbras. Pero a la gran cantidad de veraneantes llegados desde Concepción no les importó a la hora de vivar a su "Huira" querido. Pero que lo distintivo sea el show, no deja de lado al nivel de juego. El Seven enfrentó a equipos bien preparados, que brindaron un espectáculo entretenido de ver. Y, más allá de los resultados, eso es lo que importa.
Despues sí, con el viernes llegan los nervios y con el sábado la explosión de color que rompe la monotonía del verde vallisto. Las canchas de polo acondicionadas de la Estancia "El Churqui" reciben a un torrente humano y bullicioso, que a fuerza de costumbre ha terminado por convertirse, al menos una vez al año, en parte del paisaje tafinisto.
Quien haya asistido alguna vez al tradicional certamen de las alturas no necesita que le expliquen por qué este evento tiene al éxito como aliado inseparable. Además, es una oportunidad inmejorable de colaborar con la Cooperadora del hospital local.
Eso sí, los caprichos del clima a veces traen noches como la del viernes, frías y lluviosas. La mañana soleada de ayer fue sólo una tregua, antes de que las nubes volvieran al gris oscuro. Sin embargo, eso no alcanzó para empañar el clima al ras de la tierra, donde el calor de la gente fue ganando en grados con el correr de las horas.
El retraso de una hora en el inicio, sumado a la extensión del fixture (por primera vez hubo 10 equipos en lugar de los ocho habituales), desembocaron en una final con poca luz y un festejo casi en penumbras. Pero a la gran cantidad de veraneantes llegados desde Concepción no les importó a la hora de vivar a su "Huira" querido. Pero que lo distintivo sea el show, no deja de lado al nivel de juego. El Seven enfrentó a equipos bien preparados, que brindaron un espectáculo entretenido de ver. Y, más allá de los resultados, eso es lo que importa.