Por Patricia Vega
22 Enero 2013
BUENOS AIRES.- Preocupada para no se le compute ni una sola inexactitud, la presidenta de la Nación acaba de tirar sin pudor debajo del camión a Héctor Timerman, quien le había soplado al oído por error que fue Héctor Cámpora y no Juan Perón el presidente del tercer país en reconocer a la República Socialista de Vietnam, allá por 1973. Para eso están los fusibles, al fin y al cabo, aunque la cosa sea mínima.
Feliz con su gira, Cristina Fernández se dio tiempo también para hablar en ese país de los cuadros de patriotas que pone en "su" despacho presidencial, de Messi, Maradona y el malbec. Es que Guillermo Moreno le ha edulcorado el periplo desde lo comercial, con un "fue una explosión de negocios y de contactos". Llamó a "disfrutar el éxito", funcionario optimista, si los hay, el secretario de Comercio.
Mientras tanto, aquí, en la Argentina, en estos días han pasado cosas en varias asignaturas en las que el Gobierno teclea, sucesos que se supone que sus acompañantes han tenido la deferencia de transmitirle a la Presidenta con rigor y veracidad.
Por si no se lo dijeron, CFK debería saber que mientras estuvo de viaje, entre otras cosas, el dólar "blue" se escapó hasta una brecha de 50%, que los supermercados opinan que enero comenzó picante en materia de aumento de precios, que los gremios de todo pelaje y color quieren hablar de Ganancias, luego de paritarias y negociar los aumentos en cuotas, que se habló de "rodrigazo" y que descarrilaron dos locomotoras, mientras la tunelera está quieta, episodios de mal agüero si los hay para darle inicio a la prometida "revolución" de los trenes.
Pero, por sobre todo, la Presidenta debería dejar de lado cualquier prejuicio político y tomar nota de la situación de extremo deterioro que vive la ciudad de Rosario y su zona de influencia en materia social, cuya manifestación más evidente ha sido la violenta suspensión de un partido de fútbol entre los dos grandes de la ciudad.
Por más que haya quienes le digan a Cristina en la oreja que se trata de un problema de los socialistas de Santa Fe, a los que convendría esmerilar pensando en las próximas elecciones, lo que sucede allí y especialmente en Rosario es muy grave.
Lo crítico de la situación impone que sea ella misma quien se ocupe del tema, porque el desmadre callejero que se manifestó en ese hecho seudodeportivo, además manejado por dirigentes de pacotilla, involucra mala calidad educativa, mala contención social y mala prevención del delito de todas las jurisdicciones juntas, justo en un lugar donde los chicos de 15 años son mandaderos rentados de los narcos. La gran pregunta a responder es si con tan finos lenguaraces, uno porque se equivoca y el otro porque exagera, Cristina ha logrado salvar esos tremendos filtros y tomado nota fehaciente de esta cuestión tan peligrosa y de todos los preocupantes desaguisados que le impondrá la realidad apenas aterrice o si en los próximos discursos va a deleitar a sus aplaudidores con la fascinación del viaje y con los túneles de Cu Chi.
Feliz con su gira, Cristina Fernández se dio tiempo también para hablar en ese país de los cuadros de patriotas que pone en "su" despacho presidencial, de Messi, Maradona y el malbec. Es que Guillermo Moreno le ha edulcorado el periplo desde lo comercial, con un "fue una explosión de negocios y de contactos". Llamó a "disfrutar el éxito", funcionario optimista, si los hay, el secretario de Comercio.
Mientras tanto, aquí, en la Argentina, en estos días han pasado cosas en varias asignaturas en las que el Gobierno teclea, sucesos que se supone que sus acompañantes han tenido la deferencia de transmitirle a la Presidenta con rigor y veracidad.
Por si no se lo dijeron, CFK debería saber que mientras estuvo de viaje, entre otras cosas, el dólar "blue" se escapó hasta una brecha de 50%, que los supermercados opinan que enero comenzó picante en materia de aumento de precios, que los gremios de todo pelaje y color quieren hablar de Ganancias, luego de paritarias y negociar los aumentos en cuotas, que se habló de "rodrigazo" y que descarrilaron dos locomotoras, mientras la tunelera está quieta, episodios de mal agüero si los hay para darle inicio a la prometida "revolución" de los trenes.
Pero, por sobre todo, la Presidenta debería dejar de lado cualquier prejuicio político y tomar nota de la situación de extremo deterioro que vive la ciudad de Rosario y su zona de influencia en materia social, cuya manifestación más evidente ha sido la violenta suspensión de un partido de fútbol entre los dos grandes de la ciudad.
Por más que haya quienes le digan a Cristina en la oreja que se trata de un problema de los socialistas de Santa Fe, a los que convendría esmerilar pensando en las próximas elecciones, lo que sucede allí y especialmente en Rosario es muy grave.
Lo crítico de la situación impone que sea ella misma quien se ocupe del tema, porque el desmadre callejero que se manifestó en ese hecho seudodeportivo, además manejado por dirigentes de pacotilla, involucra mala calidad educativa, mala contención social y mala prevención del delito de todas las jurisdicciones juntas, justo en un lugar donde los chicos de 15 años son mandaderos rentados de los narcos. La gran pregunta a responder es si con tan finos lenguaraces, uno porque se equivoca y el otro porque exagera, Cristina ha logrado salvar esos tremendos filtros y tomado nota fehaciente de esta cuestión tan peligrosa y de todos los preocupantes desaguisados que le impondrá la realidad apenas aterrice o si en los próximos discursos va a deleitar a sus aplaudidores con la fascinación del viaje y con los túneles de Cu Chi.
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