SANTIAGO DE CHILE.- A estas alturas, para bien o para mal de la competencia, el Dakar encontró definitivamente a su Juan Manuel Fangio y si vuelve a competir en 2014 ya no será una locura pensar que con seis triunfos en moto y cinco en autos al francés Stephane Peterhansel lo tiente probar con los cuatriciclos o los camiones.
En Lima, horas antes de la largada, el reservado Peterhansel (47) se sacó de encima todas las presiones que recaían naturalmente sobre él, pero no dejó de hacerle un guiño a la historia de la competencia: “Esta vez es diferente, ya gané en Sudamérica, el año pasado, pero no estaría nada mal la victoria número 11”, le dijo a Télam.
Las comparaciones con un grande como Fangio no deberían limitarse a la suma de títulos, o a su condición de hombre de pocas palabras, porque también hizo gala de mucha astucia en sus duelos con leyendas del rally como el finlandés Ari Vatanen o el hoy veterano catalán Jordi Arcarons.
“Con Arcarons usé una de las mejores estrategias de carrera en un Dakar”, evoca hoy sin señales de culpa ni gracia.
El catalán le pisaba los talones, etapa tras etapa, dejándole toda la iniciativa de la navegación al francés. Entonces, en un tramo lo desvió a propósito y simuló enseguida un desperfecto mecánico en la moto.
Arcarons siguió de largo solo pero por la noche se enteró de que lo habían hecho saltar un punto de control, al que Peterhansel volvió después del engaño, y le impusieron tres horas de recargo que definieron la competencia. Con los años, el catalán siguió corriendo el Dakar pero como mochilero.
Al propio Peterhansel no le resultó fácil la mudanza a Sudamérica, con una serie de infortunios que le frustraron la victoria hasta 2012. Había competido en este raid en 1988, lo ganó en motos en 1991, 1992, 1993, 1995, 1997 y 1998, y con autos en 2004, 2005, y 2007 (siempre con Mitsubishi). Sólo él y Hubert Auriol ganaron un Dakar en moto y en coche.
Sin embargo, en Sudamérica la racha le cambió y `Monsieur Dakar` llegó a preguntarse si no era “hora de parar. Empezaba a dudar, a sentirme mayor y a sentir que ya no rendía igual o que no estaba hecho para Sudamérica, pero al final todo cambió”.
Esta vez, sin necesidad de engaños, la experiencia le indicó a Peterhansel que la clave era regular y medir las posibilidades de los nuevos Buggy de dos viejos rivales y campeones como él, el español Carlos Sainz y el qatarí Nasser Al-Attiyah. Ambos abandonaron y su claro predominio en rendimiento y conducción sobre los otros MINI, los Toyota y los BMW le dejaron el título servido.
Para Peterhansel, quien lleva en su bolsillo el mismo pañuelo de nariz que tenía cuando ganó su primer Dakar en moto, el rally “es la cosa más importante" en su carrera deportiva.
Lo mismo que habrá dicho Fangio sobre la Fórmula 1. Los dos en distintas pistas, a la misma altura del podio. (Télam).