Por Carlos Werner
13 Enero 2013
Cierre de primera parte del Dakar 2013 digno de lo que fue: un calvario. "No recuerdo haber llegado a un día de descanso tan extremadamente molido, con mis auxiliares tan cansados y con ganas de parar" se escuchó decir ayer a un piloto en el vivac del hipódromo. Buen punto. Lo que parecía un trámite en territorio salteño-tucumano-catamarqueño se convirtió en una película de terror. Nunca la lluvia recibió tantas maldiciones juntas. Ni de competidores, ni de público, ni de autoridades de la carrera. Es que anoche, los conciliábulos fueron tremendos en el vivac. Un Dakar dentro de un Dakar. Hubo muchas caras serias, otras largas, muchas de pocos amigos. Bendito día de descanso entonces el de hoy, para reparar hombres y máquinas y para planificar al detalle cómo seguir adelante, hasta que el sábado todo decante en Santiago del Chile. Aunque con esta prueba nunca haya plan que valga.
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