Por Luis Duarte
13 Enero 2013
La primera impresión que tuvo el público cuando terminó de instalarse en Las Mesadas era que había menos fanáticos que en 2011, cuando el Dakar registró su primer paso por Tucumán. Igual, a eso de las 14, más de 1.000 personas le pusieron digno marco popular al lugar, y la pasaron muy bien, al menos desde lo deportivo. Es que el calor, el bendito calor tucumano, hizo estragos, al punto que a mediatarde la poca bebida que quedaba se cotizaba en oro. Peor aún, los mosquitos. Y más: una llovizna, que molestó más que otra cosa. Las demoras se hicieron sentir. Y fueron los turistas que tenían reserva en los Valles los que coparon la escena con sus quejas porque perdían el día de alojamiento. Finalmente, pasadas las 21.30 liberaron la zona. El Dakar había dejado su huella.
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