Por Julio Marengo
12 Enero 2013
Los pensamientos deslizados por los hermanos Wachowski en la trilogía "Matrix" vuelven a la pantalla: el mundo, la vida, no es simplemente lo que vemos todos los días cuando salimos a la oficina, cuando nos reunimos con nuestra tribu a hacer un ritual a los dioses o cuando intentamos envenenar a un millonario para entrar en su testamento. La vida es todo eso y mucho más, aunque desde algún otro planeta la Tierra sea nada más que un punto azul apenas destacable.
Una filosofía en principio jugada y aparentemente nada barata que se diluye en ¡tres horas! de cinta que quizás podrían haber sido una y media: las ideas ya estaban planteadas desde el principio, los efectos ya presentados, las emociones ya sentidas cuando fueron sugeridas, entonces no era necesario terminar con el final feliz y todos amándose con todos.
"Cloud Atlas: La red invisible" podría resumirse como un recorrido desde la prehistoria hacia el futuro, en un camino donde el hombre no es más que una sucesión de clichés y repeticiones que le juegan en contra: la ambición, la mentira, la crueldad, la soberbia. El ser más evolucionado es aquel que dice la verdad, el único que logra trascender a lo largo de este camino de vida después de la muerte. Lo malo es que, como el hombre, la película también es una cadena de clichés que pretende quitarse el sayo desde una narración complejizada que genera confusión hasta que todo se acomoda.
Si estás dispuesto a ver una película que dura tres horas en las que probablemente empieces a mirar el reloj, entonces mirá "Cloud Atlas". Se te gustan los tiros y las masacres crudas, con derramamientos de sangre hasta el empacho, entonces andá a verla. Pero si esperás que la película te deslumbre desde las ideas que sostiene, por originales o controvertidas, entonces pasá de largo. Si no te importan tanto las ideas, el contenido, pero querés que una película te haga soñar desde la forma; en otras palabras: si te irritan las estrellas mainstream que no vienen a contarte nada nuevo... cambiá "Cloud Atlas" por otra partida este fin de semana.
Una filosofía en principio jugada y aparentemente nada barata que se diluye en ¡tres horas! de cinta que quizás podrían haber sido una y media: las ideas ya estaban planteadas desde el principio, los efectos ya presentados, las emociones ya sentidas cuando fueron sugeridas, entonces no era necesario terminar con el final feliz y todos amándose con todos.
"Cloud Atlas: La red invisible" podría resumirse como un recorrido desde la prehistoria hacia el futuro, en un camino donde el hombre no es más que una sucesión de clichés y repeticiones que le juegan en contra: la ambición, la mentira, la crueldad, la soberbia. El ser más evolucionado es aquel que dice la verdad, el único que logra trascender a lo largo de este camino de vida después de la muerte. Lo malo es que, como el hombre, la película también es una cadena de clichés que pretende quitarse el sayo desde una narración complejizada que genera confusión hasta que todo se acomoda.
Si estás dispuesto a ver una película que dura tres horas en las que probablemente empieces a mirar el reloj, entonces mirá "Cloud Atlas". Se te gustan los tiros y las masacres crudas, con derramamientos de sangre hasta el empacho, entonces andá a verla. Pero si esperás que la película te deslumbre desde las ideas que sostiene, por originales o controvertidas, entonces pasá de largo. Si no te importan tanto las ideas, el contenido, pero querés que una película te haga soñar desde la forma; en otras palabras: si te irritan las estrellas mainstream que no vienen a contarte nada nuevo... cambiá "Cloud Atlas" por otra partida este fin de semana.
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