06 Enero 2013
EN EL BALCÓN. Assange vive en una sede diplomática. REUTERS (ARCHIVO)
Podría ser la base de un estupendo thriller político. Una red de periodistas investigadores accedió a información secreta de Estados Unidos y publicó mucha de ella en WikiLeaks, una plataforma de Internet, con su difusión simultánea en alianza privilegiada con cinco de los principales diarios del mundo.
Tras estallar el escándalo, el responsable del sitio, el australiano Julian Assange, fue acusado por dos mujeres de violación. Inicialmente se escondió en el sur de Inglaterra y dijo que se sentía víctima de una conspiración. Aseguró que la CIA quería atraparlo, juzgarlo y condenarlo por graves delitos de espionaje, para lo cual se aprovechaba de la denuncia en su contra. Cuando la Policía británica lo detuvo, se opuso infructuosamente en los tribunales a la extradición a Suecia, donde está radicada la causa penal por los delitos sexuales. Finalmente entró a la embajada de Ecuador, donde pidió (y obtuvo) asilo político hace casi siete meses.
Desde esa pequeña sede diplomática, ubicada en el centro de la capital inglesa, Assange hace declaraciones que suelen ser polémicas. A su criterio, Internet se ha convertido en un medio de vigilancia de los Estados, a los que acusó de que "en cualquier momento (infiltran) las comunicaciones privadas". "Todo tipo de información puede ser analizada y controlada", señaló y animó a todos los cibernautas a tomar algún tipo de medida para protegerse. "La codificación es la última manera de resistencia pacífica", agregó ante cerca de 700 personas reunidas en Hannover, Alemania, que lo escuchaban vía teleconferencia. Y aprovechó para promocionar su nuevo libro, Cypherpunks, aún sin publicar, donde denuncia cómo todos los ciudadanos del mundo se convirtieron en víctimas de los servicios secretos. Sin embargo, aclaró que su escrito "no es ningún manifiesto", sino "una advertencia".
El amparo de Correa
Assange dio bastantes (y fuertes) dolores de cabeza en el año pasado a los diplomáticos. Desde junio se encuentra en la delegación ecuatoriana en Londres, amparado por el presidente, Rafael Correa. Le gustaría trasladarse a América Latina, pero los británicos no van a dejar que llegue al aeropuerto. Tan pronto como ponga un pie fuera del edificio será detenido y extraditado a Suecia, donde tendrá que hacer frente a las acusaciones que él siempre negó (aunque admitió haber tenido relaciones con las denunciantes, pero aclaró que fueron consentidas).
Para Assange la jugada está clara, pues si aterriza en el país nórdico, será solo una cuestión de tiempo que sea remitido a Estados Unidos. Aunque todavía no se sabe cómo acabará toda esta historia, Hollywood ya está planeando llevar su historia al cine.
En EEUU ya se desarrolla el juicio contra el soldado Bradley Manning, acusado de haber filtrado los papeles reservados a Assange y detenido desde mediados de 2010. Su defensa denunció que fue sometido a tratos "denigrantes" y "punitivos" en cárcel. De los 22 cargos en su contra, el más grave es ayudar al enemigo, por el que podría ser condenado a cadena perpetua.
Tras estallar el escándalo, el responsable del sitio, el australiano Julian Assange, fue acusado por dos mujeres de violación. Inicialmente se escondió en el sur de Inglaterra y dijo que se sentía víctima de una conspiración. Aseguró que la CIA quería atraparlo, juzgarlo y condenarlo por graves delitos de espionaje, para lo cual se aprovechaba de la denuncia en su contra. Cuando la Policía británica lo detuvo, se opuso infructuosamente en los tribunales a la extradición a Suecia, donde está radicada la causa penal por los delitos sexuales. Finalmente entró a la embajada de Ecuador, donde pidió (y obtuvo) asilo político hace casi siete meses.
Desde esa pequeña sede diplomática, ubicada en el centro de la capital inglesa, Assange hace declaraciones que suelen ser polémicas. A su criterio, Internet se ha convertido en un medio de vigilancia de los Estados, a los que acusó de que "en cualquier momento (infiltran) las comunicaciones privadas". "Todo tipo de información puede ser analizada y controlada", señaló y animó a todos los cibernautas a tomar algún tipo de medida para protegerse. "La codificación es la última manera de resistencia pacífica", agregó ante cerca de 700 personas reunidas en Hannover, Alemania, que lo escuchaban vía teleconferencia. Y aprovechó para promocionar su nuevo libro, Cypherpunks, aún sin publicar, donde denuncia cómo todos los ciudadanos del mundo se convirtieron en víctimas de los servicios secretos. Sin embargo, aclaró que su escrito "no es ningún manifiesto", sino "una advertencia".
El amparo de Correa
Assange dio bastantes (y fuertes) dolores de cabeza en el año pasado a los diplomáticos. Desde junio se encuentra en la delegación ecuatoriana en Londres, amparado por el presidente, Rafael Correa. Le gustaría trasladarse a América Latina, pero los británicos no van a dejar que llegue al aeropuerto. Tan pronto como ponga un pie fuera del edificio será detenido y extraditado a Suecia, donde tendrá que hacer frente a las acusaciones que él siempre negó (aunque admitió haber tenido relaciones con las denunciantes, pero aclaró que fueron consentidas).
Para Assange la jugada está clara, pues si aterriza en el país nórdico, será solo una cuestión de tiempo que sea remitido a Estados Unidos. Aunque todavía no se sabe cómo acabará toda esta historia, Hollywood ya está planeando llevar su historia al cine.
En EEUU ya se desarrolla el juicio contra el soldado Bradley Manning, acusado de haber filtrado los papeles reservados a Assange y detenido desde mediados de 2010. Su defensa denunció que fue sometido a tratos "denigrantes" y "punitivos" en cárcel. De los 22 cargos en su contra, el más grave es ayudar al enemigo, por el que podría ser condenado a cadena perpetua.
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