Desde Navidad que los chicos de la escuela de Rodeo Grande (o Potrero, como le dicen allí) viven un clima de fiesta que los deja más cerca de las vacaciones que de las aulas. Buena parte de los 100 alumnos que corretean diariamente bajo el tinglado se fueron de viaje a Chapadmalal a tener su primera cita amorosa con el mar, mientras que otros tantos marcharon a pasar las Fiestas con sus familias en el cerro. Y ya no volverán, porque la distancia es mucha, todavía falta Año Nuevo y hoy comienza el receso de 15 días (equivalente a las vacaciones de invierno). Entonces, los pocos que quedan, se encargan de agrandar el silencio que reina entre esas paredes, que ya cargan con 94 años de historia.
Cuando llega la camioneta del Cine Móvil, Darío (6 años) levanta la cabeza y vuelve a concentrarse en su castillo de arena. Dice que no se acuerda cómo se hacía, pero lo sigue intentando. Lo escoltan algunos compañeros, más grandes y más chicos, mientras que los empleados del Ente de Cultura descargan estructuras y máquinas para montar un cine en el patio.
La función deja obnubilados a varios: "es mucho más bueno porque se ve mucho más mejor", dice Leonel (9), mientras lava el vaso que usará en el almuerzo.
Durante media hora, la proyección del filme de animación "Plumíferos" se interrumpe porque la cocinera, Rosa Morales, ha informado que el kipe con fideos está en la mesa.
Cuando termina el almuerzo, la pantalla dice nuevamente play y los dibujitos vuelven a la acción. Con unos gramos más de confianza, algunos abandonan la sala y prefieren salir a divertirse en su montaña: hacen la vertical en el césped, juegan a la pelota y Darío sigue intentando con su castillo en el arenero. Afuera de la escuela de Rodeo Grande se entremezclan gorjeos de pájaros, risas de chicos y sonidos de la película. El ruido del cine es ajeno al paisaje, pero ha llevado alegría al fin de año.
Sentados en los bancos de madera, algunos devoran hasta el final la película, quizás sabiendo que la experiencia no se repetirá ni hoy, ni mañana, ni pasado. El cine ha llegado con su magia hasta la montaña, pero a los alumnos de la Escuela N°216 les entusiasma más romper el silencio cantando a coro una zamba y una chacarera.
PEQUEÑAS HISTORIAS EN LAS ALTURAS
- Tía y sobrina unidas por la música.- Aunque suene muy curioso, Ingrid y Jazmín Morales (foto) son tía y sobrina. ¡Tienen nueve y 10 años, respectivamente! Lo que más las une, además del apellido y el lazo familiar, es el amor por la música: ambas son soprano -cantan muy bien según la profesora de música- y disfrutan principalmente del folclore, más que nada las chacareras. "Durante el verano nos daban talleres de danza folclórica, a nosotras nos encanta", dice Jazmín, mucho menos tímida que su tía Ingrid.
- Albergue para los chicos.- En la Escuela N° 126 de Rodeo Grande, Choromoro, hay también un albergue en el que se quedan durante la semana unos 15 chicos. Ellos llegan desde localidades muy alejadas y no tienen en qué desplazarse. En el albergue comparten los días y las noches con las maestras, la mayoría de las cuales suben el lunes y bajan el viernes a la tarde.
- Dejó las tablas para enseñar.- La cantante lírica María Silvia Soria, música y directora de óperas y zarzuelas, llegó a la escuela de Rodeo Grande porque no había casi docentes que quisieran recorrer semejante distancia para cumplir con su trabajo. "Fue todo muy nuevo, pero desde el principio entablás una relación especial con los chicos y con tus compañeros. Además, los problemas que se ven en escuelas de la capital no tienen nada que ver con la tranquilidad de los chicos acá", afirma la profesora de música. Además de las clases, Soria armó un coro de 30 voces con el que ponen melodías a los actos y eventos especiales. Con un cuerpo reducido, agasajaron a LA GACETA y al Cine Móvil.
- Un desperfecto los dejó a pie.- La Escuela N° 126 cuenta con una camioneta que utilizan, en casos de emergencias, para trasladar a los maestros y a los chicos. Hace meses que está parada porque necesitan $7.000 para repararla y no cuentan con ese monto, según informó la docente Mercedes Romano. Piden una ayuda solidaria para afrontar el gasto.