Por Indalecio Francisco Sanchez
14 Diciembre 2012
No la ofreció. Se la pidieron. Mario López Herrera presentó su renuncia y terminó con un ciclo teñido de internas en su contra y de escándalos por la inseguridad que nunca supo resolver. Se dedicó a poner cámaras, GPS y a cuestiones técnicas. Pero no mostró la cara en público cuando murió gente en la calle víctima de delitos ni consiguió que los tucumanos se sintieran más seguros. Hubo decenas de yerros y de momentos en que el gobernador debió retirarlo del cargo. No lo hizo y ahora se va -según algunos oficialistas- por un "crimen que no cometió". El ministro saliente era percibido como débil por la fuerza policial. La misma que necesita un hombre "duro" que la conduzca, que la ponga en caja. Necesita, por decirlo coloquialmente, a quién "temer". López Herrera no era ese hombre temido al que los traviesos comisarios o agentes evitaban ofuscar. Por eso, la tropa anduvo dispersa y cada cual atendiendo su juego.
Los primeros pasos que dé el hasta ayer súper ministro Jorge Gassenbauer serán clave. Por ejemplo, habrá que ver si pone fin al duelo entre el jefe y el subjefe de Policía. Llegó al infierno de la inseguridad creciente sin precalentamiento ni experiencia.
Los primeros pasos que dé el hasta ayer súper ministro Jorge Gassenbauer serán clave. Por ejemplo, habrá que ver si pone fin al duelo entre el jefe y el subjefe de Policía. Llegó al infierno de la inseguridad creciente sin precalentamiento ni experiencia.
Lo más popular