Por Federico Diego van Mameren
13 Diciembre 2012
Llovieron piedras sobre la Casa de Tucumán. Los tucumanos no merecían esta foto.
En tiempos en que explicamos todo a través de dioses y diablos, debemos interpretar que la historia de Marita está escrita por seres humanos.
Susana Trimarco tuvo el valor que pocos mostraron. Desparramó figuras no queridas por algunos sectores de la sociedad en el banquillo de los acusados. Rápido, la balanza social se inclinó porque los prontuarios de Chengas y Ales se sopesan con el plomo. La Justicia, no obstante, dio el veredicto más impopular que podría haber hecho. La sala creyó en sus verdades y en sus criterios. Por eso los tratan de corruptos.
En Tribunales se sorprendieron ayer cuando buscaba opiniones sobre los magistrados: "Están en el grupito de los buenos. No pertenecen a esos que hacen mal las cosas", fue la reflexión de un veterano del Derecho.
La Justicia y la Policía no investigaron antes -ni ahora- cuando en la misma sala se iban desgranando y confesando delitos de todo tipo. Ese sí fue un error.
El fallo sacudió las entrañas de la sociedad. Por eso la plaza se llenó de tucumanos incrédulos que necesitan creer que lo que está mal esté mal y que los que cargan prontuarios purguen penas.
En medio de una crisis todo es confusión.
El más golpeado es Alperovich, que salió desesperado a parar un maremágnum político. Empezó por tranquilizar a Trimarco. Ella tiene el poder en estos momentos. Si señala al ministro López Herrera, éste se terminará yendo. Tiene la varita que puede iniciar el juicio final para los magistrados que fallaron como ella jamás imaginó.
Hasta que no amaine es mejor no tomar decisiones. Alperovich falló políticamente. Se lo cobran sus colaboradores, máxime cuando uno de los jueces -Eduardo Romero Lascano- es pariente del ministro de Gobierno y tiene poca experiencia penal.
Trimarco dio una lección de coraje. Supo desenmascarar mafias y frenar brutalidades. Ese fue su norte, se desviaría si gasta energías en voltear jueces. Esa es tarea de otros. Alperovich tendrá que poner orden y la Justicia, aprender a investigar. Y la Policía tendría que ponerse pantalones largos.
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