El oficialismo, un tembladeral

El oficialismo, un tembladeral

Nadie lo vio venir, y ese fue el más grande error político. El alperovichismo todopoderoso devino en un par de horas en un conjunto de debilidades y temores. Y de incertidumbre. Pasó de presumir con la reforma constitucional y la perpetuidad a tiritar con el terrorismo de una eventual intervención federal.

Ayer, Alperovich tuvo unos cuantos minutos para decidir de qué lado estar. Y escogió pegarse a Susana Trimarco. La absolución de los 13 imputados condenó políticamente al gobernador. Porque lo enfrentó con quien no debía hacerlo: el cristinismo. La llamada del jefe de Gabinete no fue simpática. Que no lo haya hablado la Presidenta, tampoco es una buena señal. Que todo el país viera los desmanes en Capital Federal por lo sucedido en Tucumán, mucho menos.

Trimarco le tiró un salvavidas a Alperovich en pleno naufragio. El gobernador lo tomó antes de ahogarse, aún con el costo de enfrentarse a la corporación jurídica, frente a la que siempre perdió. Para Alperovich, el mañana es hoy. El futuro nunca estuvo tan lejos.

Comentarios