08 Diciembre 2012
EN SILENCIO. El público, las partes y los jueces siguen con atención la etapa testimonial, la más rica del debate oral. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA (ARCHIVO)
"Cuando pedí que no golpearan a mis chiquitas, me metieron una patada en la boca ¡Todos los dientes me arrancaron a patadas! Mis hijos me dicen siempre que me ponga la dentadura; no quise, porque es mi testimonio". El relato de María del ValleB. enmudeció la sala del Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF). Las sencillas palabras de la mujer trasladaron a los presentes hasta la localidad de Pacará, durante la madrugada del 7 de julio de 1977. Esa noche, su familia fue diezmada. Fuerzas de seguridad secuestraron primero a sus cuñados Raúl Romero y Roberto Valenzuela (eran hermanos maternos) en Colonia 5 de Luisiana. Luego, fueron hasta su casa por su esposo, Reyes Alcario Romero, que formaba parte de un sindicato de obreros azucareros.
Tanto María como Reyes y sus familiares eran obreros del surco y cortaban caña para el Ingenio Concepción.
"Me han golpeado tanto esa noche... a mi chico sin nacer lo torturaron en el vientre (estaba embarazada de seis meses). Me pegaron ahí con las armas y con patadas", recordó. La testigo describió que los agresores vestían ropa camuflada y capuchas. Sin embargo, añadió que pudo reconocer a un policía del pueblo llamado Ramón Núñez, que era su vecino. Afirmó que estaba con la cara descubierta y que nunca, pese a lo vivido, le demostró el rencor que sentía.
"Me preguntaban dónde estaba el depósito de armas. Les dije que qué armas, que se lleven los machetes y cuchillos de hachar caña. Me han golpeado, pero no me han muerto. Mi hija nació en octubre, con los hombritos rotos", lamentó y se quebró. También lloró con amargura cuando describió que de su casa sólo quedaron las paredes. "Todo rompieron, hemos sufrido mucho papá. No sé de qué estoy hecha para aguantar tantas torturas", respondió al fiscal Patricio Rovira tras una pregunta.
Luego, se quejó porque cuando quisieron hacer la denuncia "nadie nos llevaba el apunte. Nos retaban y nos corrían. Nunca más supimos de él", precisó. Reyes y sus hermanos permanecen desaparecidos.
De acuerdo con el expediente, los tres estuvieron en el Centro Clandestino de Detención (CCD) de la Jefatura de Policía. Habrían declarado bajo tortura y habrían sido ejecutados.
Quejidos en la Brigada
"Cuando paso por la ex Brigada, me siento mal". Benito Brito administraba el sanatorio "Reyes Olea" del gremio de Fotia en abril de 1976, cuando fue secuestrado.
Argumentó por qué tiene una extraña sensación cuando pasa por la avenida Sarmiento. "Ahí me llevaron después de que me detuvieron y de haber pasado por la Jefatura. De noche se sentían los quejidos de la gente que torturaban. En un galpón nos torturaban", contó. Repasó detalles de su cautiverio: que el calabozo común era un espacio reducido y que había entre 30 y 40 personas detenidas, hombres y mujeres. "Estábamos uno al lado del otro, con las piernas estiradas. Los guardias nos las pisaban, nos usaban como puente para pasar. Y si te quejabas, te sacaban y te golpeaban de nuevo", recordó. De los golpes y las torturas que sufrió en sus extremidades, Brito quedó rengo.
El hombre recordó que había detenidos en muy mal estado. Dijo que en una oportunidad, lo desataron y le quitaron las vendas de los ojos para que ayudara a bañar a un hombre. El joven era oriundo de Santa Lucía, según le dijo. "Estaba muy mal, de donde lo agarrábamos se quejaba", detalló.
Consideró que fue detenido por el "sólo hecho de ser dirigente". La orden, detalló, fue dada por el mayor Juan Bautista Durán, interventor militar de Fotia.
Un mes después, fue llevado a la comisaría de Colombres, de donde era oriundo, "para que cumpla la pena"- según le explicaron sus captores- y luego, fue liberado.
"A muchos dirigentes los desaparecieron. Pasamos momentos difíciles, espero que no vuelva eso, por el bien de todos", reflexionó.
Al cierre de esta edición, se encontraban declarando familiares de José Chebaia. El empresario, entonces secretario de Planeamiento del Gobierno del peronista Amado Juri, fue secuestrado de su casa la madrugada del 24 de marzo de 1976.
234 crímenes por resolver
José Dalmiro Rojas (desaparecido)
Hijo de Luis Rojas, también desaparecido. Fue secuestrado en junio del 77. Tenía 23 años, era soltero y trabajaba como bibliotecario en la UNT. Estuvo en la Jefatura. Permanece desaparecido.
Domingo Romano (desaparecido)
Empleado en los Talleres Esperanza, tenía actividad sindical, y era hermano del dirigente Benito Romano. Fue secuestrado en Delfín Gallo, en enero del 78. Estuvo en la Brigada. Está desaparecido.
ARTURO LESCANO (desaparecido)
Era santiagueño y tenía 16 años. Había sido detenido y torturado en Santiago del Estero; vino a Tucumán. Fue detenido el 12 de mayo y trasladado al CCD de la Jefatura. Está desaparecido.
María Esther Silva (desaparecida)
Fue secuestrada de su casa en septiembre del 76. Estuvo en el CCD de la Jefatura. Habría sido ejecutada y sigue desaparecida. Su vivienda fue ocupada por agentes de la Policía.
Nélida Sosa de Forti (desaparecida)
Fue secuestrada en febrero del 77 junto a sus cinco hijos de un avión en el que iría a Venezuela. Fue trasladada al CCD Pozo de Quilmes. Fue traída a la Jefatura Permanece desaparecida.
Rubén Tartalo (desaparecido)
Era médico. Fue secuestrado en junio del 76. Su auto fue abandonado. Fue trasladado a la Jefatura. Un testigo dijo que lo vio morir, tras una sesión de torturas. Su cuerpo nunca apareció.
Tanto María como Reyes y sus familiares eran obreros del surco y cortaban caña para el Ingenio Concepción.
"Me han golpeado tanto esa noche... a mi chico sin nacer lo torturaron en el vientre (estaba embarazada de seis meses). Me pegaron ahí con las armas y con patadas", recordó. La testigo describió que los agresores vestían ropa camuflada y capuchas. Sin embargo, añadió que pudo reconocer a un policía del pueblo llamado Ramón Núñez, que era su vecino. Afirmó que estaba con la cara descubierta y que nunca, pese a lo vivido, le demostró el rencor que sentía.
"Me preguntaban dónde estaba el depósito de armas. Les dije que qué armas, que se lleven los machetes y cuchillos de hachar caña. Me han golpeado, pero no me han muerto. Mi hija nació en octubre, con los hombritos rotos", lamentó y se quebró. También lloró con amargura cuando describió que de su casa sólo quedaron las paredes. "Todo rompieron, hemos sufrido mucho papá. No sé de qué estoy hecha para aguantar tantas torturas", respondió al fiscal Patricio Rovira tras una pregunta.
Luego, se quejó porque cuando quisieron hacer la denuncia "nadie nos llevaba el apunte. Nos retaban y nos corrían. Nunca más supimos de él", precisó. Reyes y sus hermanos permanecen desaparecidos.
De acuerdo con el expediente, los tres estuvieron en el Centro Clandestino de Detención (CCD) de la Jefatura de Policía. Habrían declarado bajo tortura y habrían sido ejecutados.
Quejidos en la Brigada
"Cuando paso por la ex Brigada, me siento mal". Benito Brito administraba el sanatorio "Reyes Olea" del gremio de Fotia en abril de 1976, cuando fue secuestrado.
Argumentó por qué tiene una extraña sensación cuando pasa por la avenida Sarmiento. "Ahí me llevaron después de que me detuvieron y de haber pasado por la Jefatura. De noche se sentían los quejidos de la gente que torturaban. En un galpón nos torturaban", contó. Repasó detalles de su cautiverio: que el calabozo común era un espacio reducido y que había entre 30 y 40 personas detenidas, hombres y mujeres. "Estábamos uno al lado del otro, con las piernas estiradas. Los guardias nos las pisaban, nos usaban como puente para pasar. Y si te quejabas, te sacaban y te golpeaban de nuevo", recordó. De los golpes y las torturas que sufrió en sus extremidades, Brito quedó rengo.
El hombre recordó que había detenidos en muy mal estado. Dijo que en una oportunidad, lo desataron y le quitaron las vendas de los ojos para que ayudara a bañar a un hombre. El joven era oriundo de Santa Lucía, según le dijo. "Estaba muy mal, de donde lo agarrábamos se quejaba", detalló.
Consideró que fue detenido por el "sólo hecho de ser dirigente". La orden, detalló, fue dada por el mayor Juan Bautista Durán, interventor militar de Fotia.
Un mes después, fue llevado a la comisaría de Colombres, de donde era oriundo, "para que cumpla la pena"- según le explicaron sus captores- y luego, fue liberado.
"A muchos dirigentes los desaparecieron. Pasamos momentos difíciles, espero que no vuelva eso, por el bien de todos", reflexionó.
Al cierre de esta edición, se encontraban declarando familiares de José Chebaia. El empresario, entonces secretario de Planeamiento del Gobierno del peronista Amado Juri, fue secuestrado de su casa la madrugada del 24 de marzo de 1976.
234 crímenes por resolver
José Dalmiro Rojas (desaparecido)
Hijo de Luis Rojas, también desaparecido. Fue secuestrado en junio del 77. Tenía 23 años, era soltero y trabajaba como bibliotecario en la UNT. Estuvo en la Jefatura. Permanece desaparecido.
Domingo Romano (desaparecido)
Empleado en los Talleres Esperanza, tenía actividad sindical, y era hermano del dirigente Benito Romano. Fue secuestrado en Delfín Gallo, en enero del 78. Estuvo en la Brigada. Está desaparecido.
ARTURO LESCANO (desaparecido)
Era santiagueño y tenía 16 años. Había sido detenido y torturado en Santiago del Estero; vino a Tucumán. Fue detenido el 12 de mayo y trasladado al CCD de la Jefatura. Está desaparecido.
María Esther Silva (desaparecida)
Fue secuestrada de su casa en septiembre del 76. Estuvo en el CCD de la Jefatura. Habría sido ejecutada y sigue desaparecida. Su vivienda fue ocupada por agentes de la Policía.
Nélida Sosa de Forti (desaparecida)
Fue secuestrada en febrero del 77 junto a sus cinco hijos de un avión en el que iría a Venezuela. Fue trasladada al CCD Pozo de Quilmes. Fue traída a la Jefatura Permanece desaparecida.
Rubén Tartalo (desaparecido)
Era médico. Fue secuestrado en junio del 76. Su auto fue abandonado. Fue trasladado a la Jefatura. Un testigo dijo que lo vio morir, tras una sesión de torturas. Su cuerpo nunca apareció.