Fernando Parrado: "la vida siempre da una segunda oportunidad"

Fernando Parrado: "la vida siempre da una segunda oportunidad"

A los 20 años se convirtió en el héroe de una de las tragedias más conmovedoras de la historia. En las heladas cumbres de Los Andes tuvo que enterrar con sus propias manos a su madre, su hermana y algunos amigos. Pero la pena no pudo doblegar su sed de vivir y, junto a otro sobreviviente, inició una dura travesía para conseguir ayuda. Mañana, por primera vez, disertará en Tucumán.

OPTIMISTA. Nando Parrado se ha convertido en uno de los conferencistas más buscados del mundo. En sus charlas cuenta no solo su atroz experiencia, sino la forma superar la adversidad. ESTILO EMPRESARIAL OPTIMISTA. Nando Parrado se ha convertido en uno de los conferencistas más buscados del mundo. En sus charlas cuenta no solo su atroz experiencia, sino la forma superar la adversidad. ESTILO EMPRESARIAL
22 Noviembre 2012
Aún hoy, 40 años después de haber protagonizado una de las tragedias más conmovedoras de la historia, sigue considerándose un sobreviviente. Lo tiene asumido. Lo dice a viva voz. Así, sin reparos ni concesiones. "Después de superar ese infierno helado, todo lo que vino después me ha parecido un Paraíso", afirma Fernando "Nando" Parrado, artífice del llamado "Milagro de los Andes".

La historia es conocida. Incluso Hollywood la contó de manera descarnada en la película "¡Viven!", donde el actor Ethan Hawke se puso en la piel de Parrado. En aquel tiempo Nando era uno los jugadores del Old Christians Rugby Club, de Montevideo (Uruguay). El 13 de octubre de 1972 viajaban a Santiago de Chile para jugar un partido amistoso. Tenía 20 años. En el avión Fairchild de la Fuerza Aérea Uruguaya viajaban 45 personas, entre ellas, su madre y su hermana menor, Susy.

Ese día el clima no los acompañó. Una tormenta de nieve provocó que el avión se estrellara en una cumbre inhóspita y helada de Los Andes. Solo 16 personas sobrevivieron al frío y el hambre extremos. Y todo gracias a que Nando, junto a otro compañero, decidieron dejar el lugar del accidente para buscar ayuda. La carne de los cadáveres de sus compañeros los ayudó a seguir con vida y los convirtió en héroes. Ahora Nando contará esa experiencia, por primera vez en la provincia, gracias una invitación realizada por dos jóvenes estudiantes tucumanos.

En una entrevista vía e-mail con LA GACETA, Parrado contó, además, que sus expectativas son muy grandes y que espera compartir con todos su mensaje de esperanza. A continuación, sus respuestas.

- Esta es la primera vez que disertará en Tucumán. ¿Qué expectativas tiene?

- Espero conocer una de las provincias más lindas de la Argentina y a su gente. También espero compartir experiencias que tal vez algún día puedan ayudar a quien piensa que una difícil situación financiera, económica, de relación, de enfermedad, no puede superarse. Espero que a través de mi historia los tucumanos puedan darse cuenta de que siempre hay un mañana y no hay que dejarse vencer jamás. También es un homenaje a Tania Bazzano y a Pablo Romano, dos chicos que emprendieron una aventura espectacular, sin miedos, sin dejarse vencer. Querían llevarme a Tucumán y lo lograron. Hay muchas empresas globales que, con su poderío y cientos de personas trabajando, no lo han logrado. Estos dos chicos son un ejemplo para Tucumán y para toda la Argentina.

- ¿Qué reacciones provoca en la gente cada vez que describe su tremenda experiencia en Los Andes?

- Muy variadas, pero en un 99% son de agradecimiento. El 1% restante reconoce que les permite despertar a las realidades y al pragmatismo de nuestra vida.

- ¿Cómo se hace para seguir viviendo después de una tragedia como la que le tocó protagonizar?

- ¿Por qué no se podría seguir viviendo? Todo depende de cada uno y hay que decidir qué queremos hacer de nuestra vida, en las buenas y en las malas. Después de haber superado ese infierno helado todo me ha parecido un paraíso.

- Teniendo en cuenta el tiempo transcurrido, ¿cuánto hay de aquel joven de 20 años y cuánto del hombre maduro y exitoso de hoy?

- Muchas veces me siento igual que aquel chico de 20 años, pero me doy cuenta, jugando al rugby con los veteranos, de que la mente sigue siendo ágil y que es el cuerpo el que anda en cámara lenta. Yo sigo viviendo con la misma pasión que antes y creo firmemente que no hay edad para vivir el presente... El tema es darse cuenta de que el presente es la parte más importante de la vida. El pasado ya pasó y el futuro aún no llegó.

- ¿La vida siempre nos da segundas oportunidades?

- Siempre, a menos que uno se muera. Aun así, hay muchas personas que piensan que la segunda parte es la mejor... después de la muerte. En este sentido, yo soy muy pragmático y me gusta esta vida; la que vendrá no la conozco y no sé qué es.

- ¿Cómo superó la muerte de su madre y de su hermana para convertirse luego en el líder de un grupo diezmado por el hambre y el frío?

- Las circunstancias determinan muchas veces los comportamientos. La increíble presión que ejercía la supervivencia al límite de los límites, tal vez no me dejó llegar al sufrimiento emocional extremo por la pérdida de seres queridos. No hay tiempo para lamentos cuando se lucha de una manera que nos lleva a superar los límites del sufrimiento físico y emocional.

- De todo lo que le tocó pasar en Los Andes, ¿cuál fue la experiencia más atroz?

- Enterrar a mi familia y amigos con mis propias manos... Y tres días después, escuchar en la radio que nos daban por muertos.

- ¿Qué sintió hace unos meses cuando volvió al lugar de la tragedia?

- Volví 11 veces al lugar. Mi padre fue 17 veces, simplemente a poner flores en la tumba de sus seres queridos. Yo lo acompañé varias veces. No sentí nada contra la montaña. Al contrario, al ir acompañado de muy buenos guías, con muy buenos equipos y aparatos de comunicación, sentí el placer de disfrutar la montaña. También me di cuenta de que mi familia y amigos están en una tumba que es una catedral maravillosa, una tumba que reyes y emperadores envidiarían. Un lugar especial.

- ¿Cómo se puede ser un líder en medio del infierno?

- Nunca me di cuenta de lo que hacía. Simplemente quería vivir... Quien hubiera querido venir conmigo podría haberlo hecho. Quien hubiera querido quedarse en el fuselaje roto, también podría haberlo hecho.

- Las familias de los que murieron en la tragedia, ¿entendieron lo que ustedes hicieron para sobrevivir?

- Por supuesto que lo entendí muy bien. Yo soy el que más perdió de todos los que fueron y de las familias de los que murieron. Perdí a mi madre, a mi hermana, a Panchito y a Guido, mis amigos hermanos adorados... ¿Cómo no voy a saber? ¿Cómo no voy a entender? Las otras familias perdieron solo a uno... Además, yo tuve que soportar toda la odisea, cruzarme Los Andes a pie, subirme al helicóptero y rescatar a los demás. Y, al volver a casa, descubrir que tenía una familia destruida.

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