19 Noviembre 2012
El trabajo como juego
En los últimos años, las organizaciones apelaron a un sistema denominado gamificación, mediante el cual intentan aumentar el compromiso del personal, agilizar los procesos de cambio, reforzar la motivación entre sus recursos humanos y, por ende, la productividad de la empresa. Sepa qué tipo de jugador es y cómo se ejecutan estrategias en las que todos ganan.
ESTÍMULO. Una empresa debe recurrir a modelos competitivos que fomenten que los empleados sigan en el juego , dice el consultor Juan Valera Mariscal.
El juego siempre estuvo presente en el mundo de las organizaciones. En la oficina, los trabajadores suelen ver a los nuevos como potenciales amenazas. Paralelamente, los jóvenes quieren ganar el partido a toda costa, de tal manera de posicionarse mejor en la cancha para jugar el partido de su vida profesional. En el juego hay quienes ganan y también quienes pierden. Pero, ¿cómo aprovecharse las reglas de la competencia para potenciar los Recursos Humanos? En el mundo laboral surgió el término gamificación que no es más que una mezcla de aquella competencia con la diversión, en busca de algunos resultados: aumentar el compromiso de las personas, agilizar el cambio, reforzar su motivación y mejorar la productividad.
Para ello suele pensarse con facilidad en diseños competitivos como vía de estímulo, dice en su blog Humana Mente Posible (www.valera-mariscal.com), Juan Valera Mariscal, consultor y formador Senior. "Fácilmente pensamos en juegos que consisten en generar un conflicto entre los jugadores y cuantificar los resultados para que intenten ganar. Son competiciones de unos con otros por llegar a los resultados óptimos", subraya.
El espíritu competitivo lleva a esforzarnos por ganar y esto se manifiesta en una mayor constancia la mejora de las habilidades necesarias para juego; hace que nos entrenemos con más ganas. "Pero además, ese esfuerzo de preparación y la propia competición lleva a que en el juego pongamos todo el empeño en dar el máximo", acota.
Competir tiene sus ventajas y eso hace existan tantos juegos competitivos: tenis, carreras, ajedrez, juegos de guerra, Olimpiadas. Sin embargo, aclara Valera Mariscal, existen algunos riesgos: en el juego competitivo los otros se convierten en adversarios y esto puede afectar a las relaciones. Por otro lado, no todo el mundo valora la competencia de igual modo.
¿Qué pasa con los que pierden? Depende del diseño. "Si recurrimos modelos competitivos, inevitablemente tendremos ganadores y perdedores", advierte. Salvo para una selección, en donde los ganadores son los que se quedan y los que pierden son eliminados del juego, en las organizaciones lo lógico es intentar fomentar que los participantes sigan en el juego, sostiene el experto. Para ello, a la hora gamificar, tenemos varias opciones para estimular también a los jugadores que se quedan atrás:
• Ajustar las puntuaciones extremas por arriba, es decir, crear algoritmos para que los que tengan puntuaciones altas tengan más dificultades de puntuar alto que los menos favorecidos.
• Sistemas de entrenamiento (aprendizaje, tutoriales) para estimular la mejora de los de abajo.
• Jugar con varias métricas, o variables de medición de ganancia, de modo que puedes perder en un aspecto y ganar en otro.
• Distintas categorías que permitan minimizar las diferencias entre los ganadores y perdedores dentro de cada categoría de competición. Pongamos por caso las ligas de fútbol: los equipos compiten en con rivales comparativamente similares de modo que todos tienen posibilidad similar de ganar y ser ganados.
"Si una persona no se ve con probabilidad de ganar aunque sea de vez en cuando -alerta el especialista en gestión de Recursos Humanos-, es muy poco probable de que participe en el juego". Valera Mariscal acota que no hay que perder de vista los juegos cooperativos, en los que, por ejemplo, que pueden ser constructivos, si se fomenta la confianza y la colaboración para el beneficio (sinérgico) del empleado y de la propia organización.
El ensayista inglés y experto en juegos, Tom Chatfield, describió los tipos de jugadores que también existen en el mundo laboral.
• Los "killer", que entienden el juego como una auténtica competición, como una rivalidad con los demás jugadores.
• El "archiever", el que consigue logros y basa su acción hacia unos objetivos bien marcados.
• El "socializador", que disfruta compitiendo en la interacción con el resto de jugadores.
• El "explorador", que establece relaciones totales, con carácter contributivo, cooperante.
¿Cuál es el tipo de jugador con el que se identifica?
Para ello suele pensarse con facilidad en diseños competitivos como vía de estímulo, dice en su blog Humana Mente Posible (www.valera-mariscal.com), Juan Valera Mariscal, consultor y formador Senior. "Fácilmente pensamos en juegos que consisten en generar un conflicto entre los jugadores y cuantificar los resultados para que intenten ganar. Son competiciones de unos con otros por llegar a los resultados óptimos", subraya.
El espíritu competitivo lleva a esforzarnos por ganar y esto se manifiesta en una mayor constancia la mejora de las habilidades necesarias para juego; hace que nos entrenemos con más ganas. "Pero además, ese esfuerzo de preparación y la propia competición lleva a que en el juego pongamos todo el empeño en dar el máximo", acota.
Competir tiene sus ventajas y eso hace existan tantos juegos competitivos: tenis, carreras, ajedrez, juegos de guerra, Olimpiadas. Sin embargo, aclara Valera Mariscal, existen algunos riesgos: en el juego competitivo los otros se convierten en adversarios y esto puede afectar a las relaciones. Por otro lado, no todo el mundo valora la competencia de igual modo.
¿Qué pasa con los que pierden? Depende del diseño. "Si recurrimos modelos competitivos, inevitablemente tendremos ganadores y perdedores", advierte. Salvo para una selección, en donde los ganadores son los que se quedan y los que pierden son eliminados del juego, en las organizaciones lo lógico es intentar fomentar que los participantes sigan en el juego, sostiene el experto. Para ello, a la hora gamificar, tenemos varias opciones para estimular también a los jugadores que se quedan atrás:
• Ajustar las puntuaciones extremas por arriba, es decir, crear algoritmos para que los que tengan puntuaciones altas tengan más dificultades de puntuar alto que los menos favorecidos.
• Sistemas de entrenamiento (aprendizaje, tutoriales) para estimular la mejora de los de abajo.
• Jugar con varias métricas, o variables de medición de ganancia, de modo que puedes perder en un aspecto y ganar en otro.
• Distintas categorías que permitan minimizar las diferencias entre los ganadores y perdedores dentro de cada categoría de competición. Pongamos por caso las ligas de fútbol: los equipos compiten en con rivales comparativamente similares de modo que todos tienen posibilidad similar de ganar y ser ganados.
"Si una persona no se ve con probabilidad de ganar aunque sea de vez en cuando -alerta el especialista en gestión de Recursos Humanos-, es muy poco probable de que participe en el juego". Valera Mariscal acota que no hay que perder de vista los juegos cooperativos, en los que, por ejemplo, que pueden ser constructivos, si se fomenta la confianza y la colaboración para el beneficio (sinérgico) del empleado y de la propia organización.
El ensayista inglés y experto en juegos, Tom Chatfield, describió los tipos de jugadores que también existen en el mundo laboral.
• Los "killer", que entienden el juego como una auténtica competición, como una rivalidad con los demás jugadores.
• El "archiever", el que consigue logros y basa su acción hacia unos objetivos bien marcados.
• El "socializador", que disfruta compitiendo en la interacción con el resto de jugadores.
• El "explorador", que establece relaciones totales, con carácter contributivo, cooperante.
¿Cuál es el tipo de jugador con el que se identifica?
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