Por Juan José Concha Martinez
07 Noviembre 2012
CUATRO AÑOS MAS. El rostro sonriente de Obama acaparó las tapas de los diarios norteamericanos. REUTERS
El triunfo de Barack Obama tiene y tendrá múltiples lecturas para los estadounidenses, para el resto del mundo y también para la Argentina. El primer presidente negro de la historia norteamericana revalidó su liderazgo en gran medida por su voluntad y decisión de enfrentar la gigantesca crisis económica que heredó de George W. Bush poniendo al Estado como cortafuego de la sangría y redoblando las regulaciones para contener los juegos financieros que nacen en Wall Street y también porque no se salió de sus posturas promotoras de los sectores más empobrecidos, de su comprensión con el mundo latino y por el impulso a muchas iniciativas progresistas desde el punto de vista social, de género y de las minorías.
Se enfrentó no sólo a un candidato de derecha conservador, Mitt Romney, sino a toda la extrema derecha estadounidenses, que la verdad, parece salida de épocas medievales por sus propuestas ultramontanas desde el punto de vista social, belicistas porque insisten en la filosofía de que EEUU debe ser el gendarme del mundo y regresivas en muchos aspecto de las libertades y las conquistas sociales. No hay que olvidar que Obama fue denostado por los republicanos por crear el seguro médico para todos los norteamericanos más desvalidos; esa conquista o mejor dicho ese derecho social que no gozaban muchos (unos 30 millones de personas) en EEUU y que podría ser perfectamente entendido en el mundo moderno es todavía resistido en muchos distritos gobernador por los republicanos que llegaron a pedir a la Corte Suprema de Justicia que no se la implemente. Es problable, sin embargo, que la reacción económica venga lenta para la expectativas del común de los norteamericanos y que todavía son muchos pensadores, politicos y expertos que no se bancan la idea de que EEUU participe de las políticas multilaterales en las relaciones internacionales y patine en la paciencia del diálogo y las negociaciones, en lugar de tomarse atributos invasores y de prepotencia ante lo que consideraron "amenazas" a sus intereses, fiel a su "mandato" hegemónico que durante años impulsaron. Es decir que la llegada de Obama a la Casa Blanca ha transformado la política exterior norteamericana hacia la razonabilidad; internamente muchos lobbys creen -sin embargo- que el país ha ido perdiendo protagonismo y centralidad. Y que mucho de esto tiene que ver al empuje de las politicas de China o al ingreso a ese mundo estelar de otros países importantes.
Con América Latina, el gobierno de EEUU ha ido construyendo después de un tiempo oprobioso de ingerencias (promover golpes de Estado como el de Chile contra Salvador Allende o de manejar países a través de ciertas factorías empresarias, como ocurrió en América Central) vinculos más virtuosos. Desde los 80, Brasil se transformó en un protagonista central de ese vínculo aunque con políticas no siempre coincidentes, México por su cercanía estrategica y geografica y por la mano de obra barata. En los últimos años, se sumó Colombia a través del Tratado de Libre Comercio que firmaron y por los acuerdos para combatir la guerrilla. También Chile que tiene fluidos vínculos comerciales, financieros y de influencia, y en la última década, Perú, se convirtió en una de las regiones a los que los fondos financieros y las iniciativas se han hecho lugar.
La Argentina ha tenido con EEUU ambivalencias, encuentros y diferencias. Los gobiernos norteamericanos apoyaron al comienzo a Videla y con Jimmy Carter -luego- se hicieron muy críticos de la dictadura militar, Raúl Alfonsín produjo un "alfonsinazo" en la Casa Blanca, al criticar duramente la ingerencia norteamerciana en el cono sur frente al mismísimo Ronald Reagan, Carlos Menem impulsó las "politicas carnales", Néstor Kirchner y Cristina han ido progresivamente tomando distancia geopolítica de la Casa Blanca porque consideran que lo peor del mercado y las intenciones imperialistas anidan aún en las usinas del país del norte.
La política exterior de EEUU no varía mayormente con los distintos presidentes -aun cuando este cambio con Obama es más perceptible hacia la multilateralidad- pero ha tenido también una relación distante con nuestro país.
En esta década que pasó, Brasil se trasnformó en un aliado estratégico para ellos y Colombia, Chile, México y Perú en socios importantes.
La Argentina ha ido progresivamente quedando fuera de la agenda construida en Washington y ha protagonizado más de un incidente diplomático con EEUU. La agenda política que se construyó en estos años en Buenos Aires privilegió otros vínculos, como los de la Unasur y el Mercosur; no desechó a la primera potencia para buscar coincidencias, pero ha tratado de no seguir su disciplina. Es probable entonces que no haya cambios significativos en en ese vínculo entre Buenos Aires y Washington y que todo siga entre luces y sombras. A menos que por un repentino ataque de realismo el Gobierno argentino lo lleve a modificar las relaciones o que el demócrata amplíe el radio de acción de sus intenciones. LA GACETA©
Se enfrentó no sólo a un candidato de derecha conservador, Mitt Romney, sino a toda la extrema derecha estadounidenses, que la verdad, parece salida de épocas medievales por sus propuestas ultramontanas desde el punto de vista social, belicistas porque insisten en la filosofía de que EEUU debe ser el gendarme del mundo y regresivas en muchos aspecto de las libertades y las conquistas sociales. No hay que olvidar que Obama fue denostado por los republicanos por crear el seguro médico para todos los norteamericanos más desvalidos; esa conquista o mejor dicho ese derecho social que no gozaban muchos (unos 30 millones de personas) en EEUU y que podría ser perfectamente entendido en el mundo moderno es todavía resistido en muchos distritos gobernador por los republicanos que llegaron a pedir a la Corte Suprema de Justicia que no se la implemente. Es problable, sin embargo, que la reacción económica venga lenta para la expectativas del común de los norteamericanos y que todavía son muchos pensadores, politicos y expertos que no se bancan la idea de que EEUU participe de las políticas multilaterales en las relaciones internacionales y patine en la paciencia del diálogo y las negociaciones, en lugar de tomarse atributos invasores y de prepotencia ante lo que consideraron "amenazas" a sus intereses, fiel a su "mandato" hegemónico que durante años impulsaron. Es decir que la llegada de Obama a la Casa Blanca ha transformado la política exterior norteamericana hacia la razonabilidad; internamente muchos lobbys creen -sin embargo- que el país ha ido perdiendo protagonismo y centralidad. Y que mucho de esto tiene que ver al empuje de las politicas de China o al ingreso a ese mundo estelar de otros países importantes.
Con América Latina, el gobierno de EEUU ha ido construyendo después de un tiempo oprobioso de ingerencias (promover golpes de Estado como el de Chile contra Salvador Allende o de manejar países a través de ciertas factorías empresarias, como ocurrió en América Central) vinculos más virtuosos. Desde los 80, Brasil se transformó en un protagonista central de ese vínculo aunque con políticas no siempre coincidentes, México por su cercanía estrategica y geografica y por la mano de obra barata. En los últimos años, se sumó Colombia a través del Tratado de Libre Comercio que firmaron y por los acuerdos para combatir la guerrilla. También Chile que tiene fluidos vínculos comerciales, financieros y de influencia, y en la última década, Perú, se convirtió en una de las regiones a los que los fondos financieros y las iniciativas se han hecho lugar.
La Argentina ha tenido con EEUU ambivalencias, encuentros y diferencias. Los gobiernos norteamericanos apoyaron al comienzo a Videla y con Jimmy Carter -luego- se hicieron muy críticos de la dictadura militar, Raúl Alfonsín produjo un "alfonsinazo" en la Casa Blanca, al criticar duramente la ingerencia norteamerciana en el cono sur frente al mismísimo Ronald Reagan, Carlos Menem impulsó las "politicas carnales", Néstor Kirchner y Cristina han ido progresivamente tomando distancia geopolítica de la Casa Blanca porque consideran que lo peor del mercado y las intenciones imperialistas anidan aún en las usinas del país del norte.
La política exterior de EEUU no varía mayormente con los distintos presidentes -aun cuando este cambio con Obama es más perceptible hacia la multilateralidad- pero ha tenido también una relación distante con nuestro país.
En esta década que pasó, Brasil se trasnformó en un aliado estratégico para ellos y Colombia, Chile, México y Perú en socios importantes.
La Argentina ha ido progresivamente quedando fuera de la agenda construida en Washington y ha protagonizado más de un incidente diplomático con EEUU. La agenda política que se construyó en estos años en Buenos Aires privilegió otros vínculos, como los de la Unasur y el Mercosur; no desechó a la primera potencia para buscar coincidencias, pero ha tratado de no seguir su disciplina. Es probable entonces que no haya cambios significativos en en ese vínculo entre Buenos Aires y Washington y que todo siga entre luces y sombras. A menos que por un repentino ataque de realismo el Gobierno argentino lo lleve a modificar las relaciones o que el demócrata amplíe el radio de acción de sus intenciones. LA GACETA©
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