El mejor año de "Santi" Iglesias

El mejor año de "Santi" Iglesias

El capitán de los M19 redondeó un 2012 inolvidable.

CAMPEÓN EN TODOS LADOS. Santiago Iglesias Valdez posa en el fondo de su casa a lo  Rafa Nadal, mordiendo el trofeo obtenido el domingo en Río Cuarto. Del otro lado, la copa del Argentino 2011.  CAMPEÓN EN TODOS LADOS. Santiago Iglesias Valdez posa en el fondo de su casa a lo "Rafa" Nadal, mordiendo el trofeo obtenido el domingo en Río Cuarto. Del otro lado, la copa del Argentino 2011.
30 Octubre 2012
El problema de tener un año como el que Santiago Iglesias Valdez vivió en 2012 es el inmediato y drástico desplome en el mercado de las expectativas: difícilmente el futuro le depare algo mejor. Al menos, deportivamente hablando y de forma tan continuada.

Veamos: debut en la primera de su Universitario, título en el Sudamericano y cuarto puesto histórico en el Mundial de Sudáfrica con los Pumitas M20, y ahora título del Argentino Juvenil como capitán del seleccionado tucumano M19. Y si pellizcamos el título Argentino Juvenil obtenido como capitán de los M18 en noviembre de 2011, se tiene como resultado 12 meses de novela.

"Yo la estoy pasando joya", resume el hooker su presente. "Encima de que esta temporada es increíble, estamos hablando del deporte que me gusta. Jugué tres años en los seleccionados tucumanos juveniles (dos en M18 y ahora en M19) y me di el gusto de salir campeón argentino en los tres", se regocija, con toda la razón del mundo. Son muy pocos los que a los 19 años pueden ufanarse de un palmarés semejante. Y muchos menos los que lo hicieron como capitanes.

"Para mí es un honor haber sido capitán de la primera camada tucumana de la historia en salir campeona en las dos categorías", infla el pecho Iglesias Valdez, sentado en el quincho de su casa y escoltado por los trofeos de sus dos últimos Argentinos.

"Pero más allá de los resultados, fue muy especial para mí haber sido capitán de un gran grupo humano. La unión se notó sobre todo en los últimos dos partidos. Contra Buenos Aires, cada vez que un rival agarraba la pelota, ya tenía dos o tres encima tackleándolo. Y en la final contra Córdoba, a pesar de jugar los últimos minutos con dos jugadores menos, no los dejamos pasar la mitad de la cancha. Era una presión defensiva tremenda", recuerda, dejando en claro cuál fue la mayor virtud de su equipo.

Pero la entrega incondicional también fue suya: cada vez que tuvo la ovalada entre las manos, encaró para adelante y los cordobeses tuvieron que asociarse para cortarle el atropello.

"Fue en los entrenamientos de esta última semana que nos dimos cuenta del plantel que teníamos y de que estábamos para campeones. Creo que durante la primera fase no habíamos sido muy conscientes de eso", revela Porrón. Vale aclarar que el apodo con que lo identifican sus compañeros no lo ganó por tomarse todo, sino porque "cuando era chico era bajito y gordo, y me decían que parecía una botella de cerveza".

La Copa de todos

La derrota de sus compañeros de la M18 en la final contra Rosario no les fue indiferente a los más grandes. Al fin y al cabo, ellos también pasaron por ahí.

"Antes de salir a jugar, los vimos destrozados en el vestuario, todos llorando. Por eso nos prometimos que íbamos a jugar por ellos, por los que no pudieron ir, por los que fueron y no pudieron jugar, y por la gente que nos fue a acompañar. Teníamos muchos motivos para querer ganar, y por eso entramos muy convencidos", explica.

De momento está más que hecho a nivel seleccionados tucumanos y argentinos. Pero todavía le queda espacio en la mochila para algo más: un título con su club, Universitario. Y para ser más específico, quiere el Torneo del Interior en las vitrinas.

"Hay una calidad tremenda de jugadores y de a poquito se va notando más. Espero que podamos ganarle a Uni de Rosario el sábado y clasificar a la siguiente fase. Es una deuda pendiente, no sólo para mí sino también para el club. Ojalá se nos dé".

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