27 Octubre 2012
Néstor une y divide como si aún estuviese vivo
Manejó el poder como nadie. Encendió amores y odios. Triunfó, se cayó, resurgió. Murió sin avisar. Dejó huérfana a una legión de "hijos políticos" y se convirtió en un mito Su apellido originó dos etiquetas antagónicas: "K" y "antiK". Kirchner fracciona y cohesiona. La polarización que alimentó desde 2003 prosigue en el presente... sin él.
VIUDA Y FÉRETRO. Esta foto del velorio contribuyó a la construcción del mito. PRESIDENCIA DE LA NACIóN
El traje azul cruzado. El pelo canoso. La mirada estrábica. El Calafate. La transversalidad. La letra "K". Los pingüinos. Los setenta. El relato. La (resolución) 125. El modelo. El campo. Clarín. El Indec. Los derechos humanos. Los Fernández. Las corporaciones. El kirchnerismo. El antikirchnerismo.
Néstor Kirchner adaptó la política a su forma de ser e impuso su lenguaje al ejercicio del poder. Ese estilo, que sedujo a unos y espantó a otros, no falleció con el hombre que lo patentó. Las obsesiones y batallas dialécticas del expresidente fueron recogidas y reforzadas por los herederos, con la autorización -y el aliento- de su viuda, la presidenta Cristina Fernández.
"A dos años de su partida, su figura no ha cesado de crecer hasta alcanzar una dimensión casi mítica", reflexiona Horacio Elsinger, licenciado en Filosofía, y funcionario de la Secretaría de Prensa y Difusión del Gobierno de Tucumán. Elsinger, también bloguero, explica que el punto de partida de ese fenómeno está en la debacle de 2001 y el fracaso del paradigma económico que introdujo el expresidente Carlos Menem. "Al mismo tiempo, los avatares de su carrera y algunos rasgos de su personalidad contribuyeron a la consolidación de una imagen heroica. Kirchner pasó del encumbramiento en la presidencia a la amarga derrota ante el campo en 2008 y el posterior retroceso electoral en 2010. Cuando todos lo daban por muerto, supo levantarse para seguir propinando golpes e, incluso, acorralar a sus rivales. Al último, cuando la muerte literalmente llegó, renació como estandarte de lucha de su gente".
El mito surgió en la Plaza de Mayo que veló los restos del ex jefe de Estado. Elsinger estuvo ahí y escribió: "para completar su heroicidad, los dioses decidieron llevárselo en su mejor momento". Ese velorio de multitudes aportó numerosos miembros a La Cámpora, y a las agrupaciones K que integran la plataforma Unidos y Organizados. "Muchos concluimos allí que había llegado el momento de participar. Hoy creo que es muy difícil permanecer ajeno a la discusión entre el kirchnerismo y el antikirchnerismo", agrega un joven tucumano que también viajó a Buenos Aires para despedir al líder, y que dice no estar autorizado a aparecer en la prensa con nombre y apellido.
Kirchner se había convertido en Néstor. En "El Nestornauta". En una bandera. En una remera. En el padre de La Cámpora. En un grafiti. En un pronombre personal: "él". En los incontables hospitales, calles, avenidas, estadios y escuelas bautizados en su honor a partir del 27 de octubre de 2010.
Llave al más allá
"Los peronistas sienten una atracción irresistible por sus íconos fallecidos: no pueden o no quieren dejarlos en paz. Pasó con (Juan Domingo) Perón, con Eva Duarte y, ahora, con Kirchner", apunta Jorge Mendía, ex legislador y dirigente radical afín al ex vicepresidente Julio Cobos. La sacralización del santacruceño obedece, según su opinión, al vacío que este dejó: "lo elevan a una categoría divina porque se sienten incómodos en un barco sin conductor. La adoración a Kirchner es la llave para entrar en el misticismo de los que gobiernan. Hoy el poder está en el más allá".
Mendía afirma que el kirchnerismo se estaba retirando del peronismo en 2007, cuando Cobos entró en la fórmula presidencial del oficialismo: "(este) creía en el trabajo a largo plazo con políticas de Estado, pero encontró que sólo interesaba la continuidad individual en el poder. Cobos quería un proyecto para todos mientras que los Kirchner buscan ir por todo. Néstor alternó con Cristina y Cristina no alternará con nadie".
Dos años después
Toda la protección posible para el trabajo nacional y toda la promoción para los derechos humanos. Esos dos temas definieron la actuación política del expresidente, según Carlos Alfredo Dato, diputado nacional (Frente para la Victoria), extitular de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán y exministro del gobernador Ramón Ortega.
"Kirchner recreó la vigencia de la autoridad presidencial", postula. Y añade: "muchos creyeron que su muerte acarrearía la muerte del kirchnerismo. Y sucedió todo lo contrario, como mostró la foto electoral de 2011 (la fórmula Fernández de Kirchner-Amado Boudou ganó los comicios de octubre con el 54% de los votos). El proyecto que inició (el exgobernador de Santa Cruz) continuará con quien corresponda: la riqueza política del peronismo ungirá a la figura adecuada para conducir al país".
Consiguió que todo orbite alrededor de él. Polarizó. Politizó. Infundió esperanzas y también las frustró. Buscó la complicidad de la generación de su hijo Máximo y se enfrascó en combates que el Gobierno hoy libra invocando su nombre.
"Hay un hecho indiscutible: la muerte de Kirchner favoreció a Cristina, que sumó 20 puntos en las encuestas. El luto riguroso funcionó, pero no se puede vivir de duelo más de dos años", expresa Alejandro Sangenis, peronista devenido en fundador del Movimiento Popular Tres Banderas. El ex legislador, que estuvo en la Plaza de Mayo en 1974 cuando Perón llamó imberbes a los jóvenes de su partido, atribuye la actual caída de la imagen presidencial a la inflación, la inseguridad, el avance sobre la independencia judicial y los casos de corrupción. En ese escenario, interpreta que la alusión permanente a Kirchner refleja el déficit de gestión: "cuanto más fracase el Gobierno, más apelará a él".
"A dos años de su partida, su figura no ha cesado de crecer hasta alcanzar una dimensión casi mítica", reflexiona Horacio Elsinger, licenciado en Filosofía, y funcionario de la Secretaría de Prensa y Difusión del Gobierno de Tucumán. Elsinger, también bloguero, explica que el punto de partida de ese fenómeno está en la debacle de 2001 y el fracaso del paradigma económico que introdujo el expresidente Carlos Menem. "Al mismo tiempo, los avatares de su carrera y algunos rasgos de su personalidad contribuyeron a la consolidación de una imagen heroica. Kirchner pasó del encumbramiento en la presidencia a la amarga derrota ante el campo en 2008 y el posterior retroceso electoral en 2010. Cuando todos lo daban por muerto, supo levantarse para seguir propinando golpes e, incluso, acorralar a sus rivales. Al último, cuando la muerte literalmente llegó, renació como estandarte de lucha de su gente".
El mito surgió en la Plaza de Mayo que veló los restos del ex jefe de Estado. Elsinger estuvo ahí y escribió: "para completar su heroicidad, los dioses decidieron llevárselo en su mejor momento". Ese velorio de multitudes aportó numerosos miembros a La Cámpora, y a las agrupaciones K que integran la plataforma Unidos y Organizados. "Muchos concluimos allí que había llegado el momento de participar. Hoy creo que es muy difícil permanecer ajeno a la discusión entre el kirchnerismo y el antikirchnerismo", agrega un joven tucumano que también viajó a Buenos Aires para despedir al líder, y que dice no estar autorizado a aparecer en la prensa con nombre y apellido.
Kirchner se había convertido en Néstor. En "El Nestornauta". En una bandera. En una remera. En el padre de La Cámpora. En un grafiti. En un pronombre personal: "él". En los incontables hospitales, calles, avenidas, estadios y escuelas bautizados en su honor a partir del 27 de octubre de 2010.
Llave al más allá
"Los peronistas sienten una atracción irresistible por sus íconos fallecidos: no pueden o no quieren dejarlos en paz. Pasó con (Juan Domingo) Perón, con Eva Duarte y, ahora, con Kirchner", apunta Jorge Mendía, ex legislador y dirigente radical afín al ex vicepresidente Julio Cobos. La sacralización del santacruceño obedece, según su opinión, al vacío que este dejó: "lo elevan a una categoría divina porque se sienten incómodos en un barco sin conductor. La adoración a Kirchner es la llave para entrar en el misticismo de los que gobiernan. Hoy el poder está en el más allá".
Mendía afirma que el kirchnerismo se estaba retirando del peronismo en 2007, cuando Cobos entró en la fórmula presidencial del oficialismo: "(este) creía en el trabajo a largo plazo con políticas de Estado, pero encontró que sólo interesaba la continuidad individual en el poder. Cobos quería un proyecto para todos mientras que los Kirchner buscan ir por todo. Néstor alternó con Cristina y Cristina no alternará con nadie".
Dos años después
Toda la protección posible para el trabajo nacional y toda la promoción para los derechos humanos. Esos dos temas definieron la actuación política del expresidente, según Carlos Alfredo Dato, diputado nacional (Frente para la Victoria), extitular de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán y exministro del gobernador Ramón Ortega.
"Kirchner recreó la vigencia de la autoridad presidencial", postula. Y añade: "muchos creyeron que su muerte acarrearía la muerte del kirchnerismo. Y sucedió todo lo contrario, como mostró la foto electoral de 2011 (la fórmula Fernández de Kirchner-Amado Boudou ganó los comicios de octubre con el 54% de los votos). El proyecto que inició (el exgobernador de Santa Cruz) continuará con quien corresponda: la riqueza política del peronismo ungirá a la figura adecuada para conducir al país".
Consiguió que todo orbite alrededor de él. Polarizó. Politizó. Infundió esperanzas y también las frustró. Buscó la complicidad de la generación de su hijo Máximo y se enfrascó en combates que el Gobierno hoy libra invocando su nombre.
"Hay un hecho indiscutible: la muerte de Kirchner favoreció a Cristina, que sumó 20 puntos en las encuestas. El luto riguroso funcionó, pero no se puede vivir de duelo más de dos años", expresa Alejandro Sangenis, peronista devenido en fundador del Movimiento Popular Tres Banderas. El ex legislador, que estuvo en la Plaza de Mayo en 1974 cuando Perón llamó imberbes a los jóvenes de su partido, atribuye la actual caída de la imagen presidencial a la inflación, la inseguridad, el avance sobre la independencia judicial y los casos de corrupción. En ese escenario, interpreta que la alusión permanente a Kirchner refleja el déficit de gestión: "cuanto más fracase el Gobierno, más apelará a él".