El corazón manda

El corazón manda

El tucumano que llegó a las inferiores de Boca en 2007 siguió entrenando a la par de los mejores y logró cumplir su primer sueño: debutar en Primera. Pero para él la historia no se termina. El plan es dejar de lado las convulsiones del mundo Boca y redoblar esfuerzos para pelear el puesto con los más experimentados.

El corazón manda
Le tocó estrenarse hace poco, cuando las chispas por un par de cortocircuitos internos comenzaban a salir a la luz de nuevo. Unos cuantos minutos con el pibe en cancha no alcanzaron para que el equipo esquivara la caída. Sin embargo, él jamás podrá olvidar ese 0-2 en Lanús. Es que igual el tucumano estaba tocando el cielo con las manos: Juan Martín Imbert hacía su debut en la Primera de Boca.

Es así, "Juanma" tiene su mente puesta lejos de la vorágine exclusiva del mundo "xeneize", atrapada en la idea de ganarse un lugarcito especial entre tanto delantero que el equipo tiene dando vuelta. Y ya dio el primer paso.

Es el sueño del pibe que desde Yerba Buena comenzó a cumplir como ningún otro tucumano, desde 2007, cuando saltó de La Florida derechito a La Ribera, para volverse en un jugador de esa cantera. Sus comienzos en CEF 18, las actuaciones en las inferiores, la Liga y el Argentino A con la del "tricolor" dieron frutos hermosos, porque llegar al equipo más popular del país no es cosa de todos los días.

"Aquí hay muchos jugadores de gran experiencia, con miles de partidos en Primera y con un montón de títulos encima. Por eso pelearles el puesto es muy difícil", explica el artillero, ya desde su departamento de Buenos Aires. Es que Boca le ofreció un contrato que firmó con los ojos cerrados, sin dudarlo, y como todo player en esa condición, procedió a abandonar la pensión en busca de la morada propia que lo reciba luego de cada entrenamiento.

El plan del chiquilín es demostrar que está a la altura de las circunstancias. No importan los Silva, los Viatri, y ningún hombre de mil batallas que esté por delante en las consideraciones. La meta de nunca parar de crecer no se cambia por nada. Lo demás llega después. Paciencia.

Lo que sí se explota de los famosos atacantes es esa experiencia de tenerlos a la par ¡Cómo no sacarles el jugo a tremendos compañeros! "Trato de aprender de ellos. De copiar sus movimientos dentro del campo y la forma de manejarse con el grupo y con la gente", cuenta Imbert. Los dos primeros 9 del equipo lo sorprendieron por cosas distintas: "Silva, en el trato que tiene con todos, especialmente con los más chicos, porque nos da todo tipo de consejos. Con Lucas la cosa no es tan diferente. Él también salió del club y además de enseñar a su manera, está al lado de nosotros, compartimos más cosas".

Así pasa "Juanma" sus días, codeándose con los mejores y siempre a tiro del objetivo: sumar minutos en el equipo oficial. Su corazón se lo manda. "La vengo laburando hace rato y quiero triunfar acá, con esta camiseta y algún día hasta poder volver al club y seguir dándole cosas, ya con más experiencia encima", cuenta. Lo suyo es un lujo que pocos pueden darse y ahí la relevancia de su cosecha. Es que ya estampó el apellido Imbert en el orgullo de los tucumanos.

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