21 Octubre 2012
Su mamá lo encadenaba para que no saliera a robar ni a fumar paco, pero se escapó y lo mataron
José Daniel Palavecino tenía 16 años y una novia con tres meses de embarazo. El viernes a la noche salió de su casa a comprar droga con su tío. Un auto se detuvo frente a ellos y los balearon. El adolescente murió antes de llegar al hospital
CONTENCION. El duelo de Erica, la madre de José. LA GACETA / FOTO DE OSCAR FERRONATO
Una densa nube de moscas impedía ver que adentro de la humilde vivienda estaban velando a una persona, ayer a la tarde. Para alguien ajeno al barrio, todo lo que pasaba alrededor de esa casa era más llamativo que el velorio en cuestión.
Una cantidad incontable de niños -desde bebés hasta chicos de cinco años- se movían descalzos y por los pisos de tierra, con sus rostros sucios. Hacia el costado derecho, un grupo de mujeres sentadas en sillas plásticas recordaban con comentarios al difunto. Entre ellas había algunas embarazadas que encendían sin ningún remordimiento un cigarrillo detrás de otro.
Hacia la izquierda se ubicaban los hombres, también descalzos y sentados alrededor de una damajuana, cuyo contenido era fraccionado en cajas de cartón. Entre ellos había un niño. "¿Ves ese chiquito que está ahí? Tiene 10 años y se está drogando con pegamento", advertía una vecina y señalaba que el menor se había iniciado en el consumo a los siete años.
Todas las miradas estaban perdidas alrededor de esa casita de la Costanera. Algunas por el paco, por el pegamento, por el dolor de la pérdida de un ser querido o, simplemente, por la desesperanza.
Lo habían encadenado
Los convocaba la muerte de José Daniel Palavecino, la tercera relacionada con la droga en un período de cuatro meses en ese barrio, afirmó el vicario Melitón Chávez. Su caso trascendió en agosto de este año, cuando LA GACETA publicó que la mamá del joven de 16 años había decidido encadenarlo para que no saliera a robar. "Su madre ya olía que la muerte andaba cerca", apuntó el sacerdote. El día que Erica Lescano habló con este diario, relató: "el otro día salió a asaltar para drogarse y lo golpearon entero. Casi lo matan".
Tal como su madre y otros allegados suyos lo temían, José fue asesinado. Sus enormes ojos verdes se cerraron el viernes a la noche, cuando lo balearon por la espalda. Lo que contó la Policía es que el joven estaba fumando paco junto a su tío de 31 años, en la esquina de Honduras y Yamandú Rodríguez, a unas cinco cuadras de su casa. En ese momento pasó un Fiat Uno blanco con los vidrios polarizados y desde adentro del auto dispararon. Al mayor lo hirieron en la pierna, pero al joven la bala le atravesó los pulmones. Los llevaron al hospital Centro de Salud, pero José ya estaba muerto. Su tío, en tanto, quedó internado en observación aunque ayer estaba fuera de peligro.
"Los mató la droga"
Mientras los seis hermanos Palavecino y sus padres rezaban al lado del difunto, las vecinas destacaban los sacrificios que había hecho Erica para salvar a su hijo. "La madre hizo hasta lo imposible para rescatarlo de la droga y llevarlo a rehabilitación, lo tenía atado todo el tiempo", recordó Paola.
"Siento que estoy reviviendo lo de mi hijo", dijo Rosa entre lágrimas, cuando una de las monjas que trabaja en el barrio se acercó a darle el pésame. Ángelo tenía 21 años cuando su madre lo encontró ahorcado dentro de su casa, el 29 de julio. "Trabajaba todo el día con el carro o lavando autos, pero todo lo que ganaba era para el pegamento", lamentó la mujer, que vive justo al frente de los Palavecino.
Rosa remarcó lo difícil que es luchar contra un adicto. "Mamá, no me jodás, yo le soy fiel a la bolsita y la bolsita me es fiel a mí", contó que le contestaba Ángelo cada vez que ella trataba de sacarlo del vicio.
A diferencia de su vecino, José no se suicidó. Pero en su velorio todos coincidían en que a ambos los mató la droga. Ángelo dejó sin su papá a una nena de tres años. En el caso de José, su novia de 15 años tiene tres meses de embarazo. "Últimamente ya no robaba, no entendemos por qué lo mataron", expresaban ayer las vecinas sin encontrar respuestas.
Una cantidad incontable de niños -desde bebés hasta chicos de cinco años- se movían descalzos y por los pisos de tierra, con sus rostros sucios. Hacia el costado derecho, un grupo de mujeres sentadas en sillas plásticas recordaban con comentarios al difunto. Entre ellas había algunas embarazadas que encendían sin ningún remordimiento un cigarrillo detrás de otro.
Hacia la izquierda se ubicaban los hombres, también descalzos y sentados alrededor de una damajuana, cuyo contenido era fraccionado en cajas de cartón. Entre ellos había un niño. "¿Ves ese chiquito que está ahí? Tiene 10 años y se está drogando con pegamento", advertía una vecina y señalaba que el menor se había iniciado en el consumo a los siete años.
Todas las miradas estaban perdidas alrededor de esa casita de la Costanera. Algunas por el paco, por el pegamento, por el dolor de la pérdida de un ser querido o, simplemente, por la desesperanza.
Lo habían encadenado
Los convocaba la muerte de José Daniel Palavecino, la tercera relacionada con la droga en un período de cuatro meses en ese barrio, afirmó el vicario Melitón Chávez. Su caso trascendió en agosto de este año, cuando LA GACETA publicó que la mamá del joven de 16 años había decidido encadenarlo para que no saliera a robar. "Su madre ya olía que la muerte andaba cerca", apuntó el sacerdote. El día que Erica Lescano habló con este diario, relató: "el otro día salió a asaltar para drogarse y lo golpearon entero. Casi lo matan".
Tal como su madre y otros allegados suyos lo temían, José fue asesinado. Sus enormes ojos verdes se cerraron el viernes a la noche, cuando lo balearon por la espalda. Lo que contó la Policía es que el joven estaba fumando paco junto a su tío de 31 años, en la esquina de Honduras y Yamandú Rodríguez, a unas cinco cuadras de su casa. En ese momento pasó un Fiat Uno blanco con los vidrios polarizados y desde adentro del auto dispararon. Al mayor lo hirieron en la pierna, pero al joven la bala le atravesó los pulmones. Los llevaron al hospital Centro de Salud, pero José ya estaba muerto. Su tío, en tanto, quedó internado en observación aunque ayer estaba fuera de peligro.
"Los mató la droga"
Mientras los seis hermanos Palavecino y sus padres rezaban al lado del difunto, las vecinas destacaban los sacrificios que había hecho Erica para salvar a su hijo. "La madre hizo hasta lo imposible para rescatarlo de la droga y llevarlo a rehabilitación, lo tenía atado todo el tiempo", recordó Paola.
"Siento que estoy reviviendo lo de mi hijo", dijo Rosa entre lágrimas, cuando una de las monjas que trabaja en el barrio se acercó a darle el pésame. Ángelo tenía 21 años cuando su madre lo encontró ahorcado dentro de su casa, el 29 de julio. "Trabajaba todo el día con el carro o lavando autos, pero todo lo que ganaba era para el pegamento", lamentó la mujer, que vive justo al frente de los Palavecino.
Rosa remarcó lo difícil que es luchar contra un adicto. "Mamá, no me jodás, yo le soy fiel a la bolsita y la bolsita me es fiel a mí", contó que le contestaba Ángelo cada vez que ella trataba de sacarlo del vicio.
A diferencia de su vecino, José no se suicidó. Pero en su velorio todos coincidían en que a ambos los mató la droga. Ángelo dejó sin su papá a una nena de tres años. En el caso de José, su novia de 15 años tiene tres meses de embarazo. "Últimamente ya no robaba, no entendemos por qué lo mataron", expresaban ayer las vecinas sin encontrar respuestas.
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