Por Miguel Eduardo Décima
20 Octubre 2012
LE CERRARON EL CAMINO. Ibáñez no tuvo mucha incidencia en el partido. Los defensores locales lo bloquearon. FOTO DE ROLANDO DIAZ (Especial para LA GACETA)
Otra derrota. Un nuevo golpe. San Martín no reacciona. Siente el mazazo de un Triverio endemoniado. Casi que la colocó cruzado, estilo mini vaselina, ante la salida de Pave. Lo bueno de la definición del gol de Juventud Antoniana no fue precisamente la sentencia del mejor jugador de la noche. No.
Lo mejor fue cómo el anfitrión fue demoliendo al "santo" por las bandas. Terminó de quebrar a Goicoechea y llegó lo que parecía inevitable: que San Martín, a pesar de haber asustado, mire desde abajo a su rival en la marquesina. El "santo" salteño no fue una luz, salvo por la buena tarea de Triverio. Supo dosificar su paciencia hasta romper de una vez por todas la fortaleza de cristal que demostró ser el sector izquierdo.
Como sucede desde hace unas fechas, los que tienen que hacer andar la máquina deambulan. Molina, un suspiro de fútbol. Nada. "Ratón", poco y nada. Chanquía flojo para ser el 10. Y San Martín en su conjunto fue un pasamanos de errores. Tuvo la suya como de costumbre y la falló. Cuando Balvorín no está, el gol en La Ciudadela es una utopía... Otra caída, otro golpe para un equipo desamparado que perdió su esencia y el fútbol que a veces lo hacía zafar. Sólo a veces.
Puras pifias
Silba, Ibáñez, Molina, Levato, Chanquía, López... Fueron muchos los jugadores que desaprovecharon su chance cuando tuvieron la oportunidad. Los tiros salían desviados y perdonaron al local.
El peor enemigo
Enrique Triverio enloqueció al medio "santo". El volante antoniano fue por derecha, por izquierda y no lo pudieron parar. El local cumplió su cometido porque hasta pudo anotar.
Bajón anímico
Después del gol de Juventud, San Martín no levantó cabeza. Chanquía desapareció y no hubo quien genere juego. "Patito" Rodríguez lo intentó cuando ingresó, pero no alcanzó.
Salvó al dormido
Aunque no pudo evitar la caída, Pave fue vital en los comienzos de ambos tiempos. El arquero ahogó los gritos salteños cuando los defensores estuvieron desconcentrados.
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