21 Octubre 2012
Durante 2011, y a iniciativa del entonces presidente francés Nicolas Sarkozy, que fue inmediatamente apoyada por el Banco Mundial, dentro del Grupo de los Veinte (G-20), se planteó la posibilidad de ponerle un tope a los precios de los alimentos, ante su alarmante escalada. La Argentina, junto a Brasil y otras naciones emergentes, llevó una férrea posición de resistencia a la cumbre que se hizo a mediados de ese año, y lograron frenar la proposición europea. Pero a fines de julio último, nuevamente el Banco Mundial advirtió sobre los efectos que estos fuertes incrementos tienen "en los pobres del mundo, que son sumamente vulnerables al alza de los precios de los alimentos".
A través de un comunicado, el BM señaló que la inestabilidad de los precios de los alimentos "genera imprevisibilidad en el mercado y plantea riesgos fundamentales para los consumidores y los gobiernos con respecto a la seguridad alimentaria". Sostuvo que la inestabilidad también desincentiva la inversiones agrícolas necesarias para el desarrollo, debido al aumento de los riesgos financieros y la incertidumbre para los productores y los comerciantes.
La respuesta del lado argentino, en representación de los países productores que rechazan la imposición de topes a los precios, no se hizo esperar y de inmediato la presidenta Cristina Fernández remarcó que "ha retornado en Europa la idea de volver a poner un precio tope a los commodities, como si el problema fuera el precio".
"Desde la América del Sur les decimos que se queden tranquilos, que vamos a proveer seguridad alimentaria, y que el mundo no está así por ese precio, sino por la inseguridad financiera que ellos generaron", remarcó la mandataria.
Coyuntura que no se aprovecha
Las trabas a las exportaciones de granos frenan el ingreso de divisas
La regulación en el mercado de trigo y las trabas aplicadas a la exportación de este cereal impiden a la Argentina atender una demanda mundial creciente y evita así el ingreso de divisas vitales para la economía local. Con una cosecha que -según la Bolsa de Cereales porteña- rondaría los 10,12 millones de toneladas de trigo y una merma del 27% respecto al volumen obtenido en el ciclo anterior, escaso fue el impacto que tuvo en la producción la decisión oficial de dejar abierto un saldo exportable de casi 6 millones de toneladas para alentar su siembra. Por ello, Argentina contará por poco margen para aprovechar el escenario mundial planteado por el último informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el cual avizora una menor cosecha mundial de trigo, con caídas significativas en la producción de China y Australia. Informes técnicos como los de la banca de inversión Goldman Sachs o del banco suizo Credit Suisse, vislumbran una tónica alcista para el valor internacional del trigo provocado por la caída prevista en las existencias mundiales. La Bolsa porteña preveía una cosecha triguera que rondaría los 3,6 millones de hectáreas, cifra que difiere de los 4,6 millones sembradas y cosechadas durante la campaña 2011-2012. En momentos en que se admite que el sector exportador ya tomó posición sobre casi 4 millones de toneladas, lejos queda el anuncio oficial de ofrecer un saldo exportable de 6 millones de toneladas para estimular la siembra. La previsión de producción para la próxima cosecha de este cereal y la decisión oficial de mantener su política en materia de regulaciones y trabas a la exportación impedirían que la Argentina aproveche la oportunidad que ofrece un mercado mundial demandante de trigo, hecho que redundaría en un sostenimiento en los buenos precios de este cereal.
Informe de un instituto internacional
La región logró un importante avance en la lucha contra el hambre
El Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias reveló que la Argentina se ubicó entre los países en desarrollo donde más se avanzó en el combate contra el hambre en los últimos 20 años. En una nueva publicación de su Indice Global del Hambre, el Instituto reflejó también el importante avance no sólo de nuestro país, sino también del resto de Latinoamérica, que logró posicionarse como región en el rango más bajo del ranking, denominado "poca hambre". La Argentina y otros nueve países figuran en el grupo de 41 naciones en que el Indice Global del Hambre es inferior a 5. Ellos son Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Jamaica, México, Uruguay y Venezuela. Solo Bolivia, en el caso de Sudamérica, se encuentra en el rango de "serio problema", en tanto Paraguay, Perú y Ecuador se ubican en el rango de "moderado". El índice se calcula para 122 países en vías de desarrollo y economías en transición, y tiene en cuenta la proporción de la población malnutrida, la prevalencia de menores de cinco años con bajo peso y la proporción de mortandad entre estos niños. Clasifica los países en una escala de 100 puntos, siendo 0 la mejor puntuación (no existe hambre) y 100 la peor. Los valores por debajo de 5 reflejan poca hambre; entre 5 y 9,9 un hambre moderada; y entre 10 y 19,9 un serio problema. Entre 20 y 29,9 son alarmantes y los de 30 ó más son extremadamente alarmantes.
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